viernes, 23 de octubre de 2020

23 de octubre. Hoy en el Aula Virtual Capulí. Gesta de Luis Felipe de la Puente. / Juremos por estas estrellas.


23 DE OCTUBRE 
GESTA DE LUIS FELIPE DE LA PUENTE 

JUREMOS 
POR ESTAS 
ESTRELLAS 

Danilo Sánchez Lihón 



Luis Felipe de la Puente Uceda



Luis Felipe de la Puente Uceda es un héroe popular, quien nació el 1 de abril del año 1926 en Santiago de Chuco, y quien al frente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, se levantó en armas el 10 de junio del año 1964 en el valle de La Convención en el Cusco a fin de instaurar una patria socialista. Su movimiento fue develado y murió el 23 de octubre del año 1965.


1. Entonces 
yo canto algo

 

– Lucho, ¿trajiste tu guitarra?

– ¡Claro!

– ¿Verdad? ¡No la veo!

– ¡Aquí está! Adónde voy, ella va, conmigo siempre.

– ¡Qué bueno que la hayas traído porque esta es noche infinita y reclama que se cante!

– Es noche de promesas y de estrellas. Sí, aquí la tengo. ¿Y sabes por qué cargo con ella? Porque es como si siempre caminara con el corazón en la mano, con los sentimientos y el alma a flor de piel.

– Pero no la veo. ¿En dónde está?

– Aquí está a mi lado, en el asiento delantero, pero para el lado de la ventana. Y es que necesito tenerla a mi lado. Y ahora cuando tú manejes entonces yo canto algo.

– De una vez, dame el timón, ¡y tú cantas!, porque la noche se está poniendo honda y triste.

– Es que estas montañas sobrecogen el alma.

– Es por lo inmensas que son.

 

Calle frente a la casa de Luis de la Puente
Pintura: Agustín Rojas


2. Alivio

y fortaleza

 

– Está bien. Maneja. Y yo desenfundo la guitarra.

– Ya me parecía raro. Yo dije: ¿qué? ¿Lucho, por estos caminos, y sin guitarra?

– Y es que Lucho sin guitarra no es Lucho. Y lucho es lucha.

– ¿Por dónde estamos, ah?

– ¡Javier, por fin despertaste! Pegaste el sueño en Quirihuac y ya estamos en Motil. Y mira el cielo. Has dormido como una piedra

– ¡Siquiera un ratito! Pero sería bueno cantar.

– De eso hablábamos con Lucho. De la música como de un buen trago o licor para animarnos.

– Ahí va un yaraví que escuchaba cantar a mi padre:

Toma esta flor de mi mano
que del campo recogí,
llorando gotas de sangre
como yo las lloro por ti.

– Triste, pero lleno de coraje.

– Como es nuestro pueblo. A mí les diré que la música me ha gustado desde chiquito, pero es cuando uno se acerca más al campesinado cuando se la incorpora como un elemento fundamental del espíritu. Los campesinos reconfortan su alma con la música. Le sirve de bálsamo, de alivio y fortaleza. 


Casa de Luis de la Puente. Pintura de Agustín Rojas


3. Tonadas

y compases

 

– ¿Entonces es cierto lo que dice Guillermo, que cuando te conoció no cantabas huaynitos sino canciones italianas, como Wariflé, y cosas así?

– ¡Es cierto! Pero lo que yo puedo decir de Guillermo es que por un pelito se escapó de ser cura. Aquí a Santiago de Chuco vino ya con tonsura. Y se dice que fue por una chiquilla de Cachicadán que colgó la sotana.

– ¡Eso también es cierto! ¡Para qué lo voy a negar! Pero a ti, Lucho, la guitarra, ¿alguien te la enseñó a tocar?

– ¡Nadie! Tampoco se puede decir que la toco. Apenas la rasgueo y me sirve para el gasto y nada más.

– Pero tocas bien, Lucho, no seas tan modesto.

– Bueno. Uno aprende a pulsarlas para estas horas hondas, sacándole tonadas y compases.

– ¡Guarda!

– ¿Qué fue eso, ah?

– Una piedra que ha rebotado en la carretera y se ha ido al fondo del barranco. Y que si nos coge nos mata.

 

Grupo de amigos en Santiago de Chuco.
Luis Felipe de la Puente Uceda con sombrero


4. En deleite

la amargura

 

– Pasamos por estos pueblos y todos duermen. Duermen los pobres, duermen los ricos. Duermen los que compran y duermen los que venden.

– Nosotros permanecemos despiertos, desvelados.

Escorzonera, yerba del campo,
todos me dicen que eres remedio;
si eres remedio cura mis males
si eres veneno quítame la vida.

– Oye, ¡qué bonita canción!

– ¡Lo que es sublime es el amor! ¡El amor es sagrado!

– Es lo que nos impulsa a hacer hechos grandes y hermosos.

– Pero, no hables tanto y dinos quién es ella. Y cuál es su nombre.

– Y, ¿para qué?

– Entonces, ¿adivinamos?

– Su nombre tiene música. Es un nombre como la rosa llena de espinas.

– En estos momentos ellas duermen y nosotros sufrimos desolados.

 

Luis Felipe de la Puente Uceda


5. Las luces

del horizonte

 

Era lenta, de luna y terciopelo,

la noche que entraste a mi ternura,

por huellas de fragancia, luz y vuelo,

y trocóseme en deleite la amargura.

– Esta canción es de nuestro paisano, del poeta Felipe Arias Larreta. Él ponía música a algunos de sus poemas.

– Y tú, ¿por quién sufres, ah?

– Por ella.

– Pero di su nombre!

– Por ella, nada más. ¡Por ella!

– ¡Ya sabemos quién es! ¡Solo que no quieres decirlo!

– Dilo hermano. Grítalo, aunque ella esté lejos, ¡Grítalo!

– Qué bellas y profundas resuenan las notas de la guitarra en la noche estrellada. Junta los aleros, las piedras, las luces del horizonte, y nuestro corazón.

 

Pintura de Eladio Ruiz Cerna


6. Flor

hermosa

 

– ¡Y, ahora despertaste, Gonzalo!

– Hace rato desperté, y venía escuchando.

– ¿Qué nos falta digo para iniciar la revolución? Tenemos esa inmensidad que es César Vallejo. Pero, antes, a Túpac Amaru. Entre nosotros a los chucos, a los chimúes, a nuestras madres, padres y hermanos. Tenemos a nuestras amadas. ¿No es suficiente? ¿No es digno luchar por todos ellos? Y tenemos noches como esta, las casas, los balcones.

– Y la amistad, Luis, que es una flor hermosa.

– Es una verdadera joya.

– Entonces, ¡juremos luchar por siempre por el Perú, América y el mundo!

– Sí. Juremos por la revolución socialista. Y por estas estrellas, por este cielo infinito, por las montañas tutelares, por las sepulturas de nuestros antepasados que reposan bajo este suelo, juremos no descansar hasta liberar al hombre de nuestro pueblo.

– Y cantamos:

China santiaguina,
qué tienes.
Porque no me miran
tus ojos.

 

Luis Felipe de la Puente Uceda


7. Que viva

 la vida

 

– Eso es. Así, los montoneros aquí, nuestros guerreros allá, amaron la música. Y, cargaban al hombro su guitarra, junto a su fusil.

– Y se levantaban en armas por un acto humano de amor. Porque inhumanos son los opresores que provocan estos mundos de miseria.

– Hay que unir arte, amor y revolución.

– Toca la guitarra Guillermo. Y no sufras hermano. Seca esas lágrimas. Y que más bien bajen abundantes las promesas y juramentos que le hacemos a nuestro pueblo.

– ¡Juremos! Juremos por estas estrellas nunca desmayar hasta hacer la revolución social que necesita nuestro país. ¿Juramos?

– ¡Sí, juro!

– Por estas montañas grandiosas. Por estas piedras. Por esta grandeza qué nos inspira a luchar, a ser heroicos contra el oprobio, contra la injusticia y contra la muerte.

– Y, ¡que viva la vida!

 

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