¡Jóvenes!
¡Ya vemos! Esa es la fuerza que había de poner en juego y que tenía que
manifestarse algún día.
Reconociendo
que hay una moral subyacente entre tantas desgracias. Una moral que controla el
poder: la fuerza en las calles de la juventud cuando se llena de coraje.
Que
jamás el sol brilló mejor, que cuando la juventud se manifiesta y sale a las
calles. Que nunca fue más fuerte la patria que cuando lo arriesgamos todo. Qué
distinta la imagen a esos políticos de pacotilla y de esos jueces corruptos y
de esos empresarios que solo buscan su plusvalía.
Porque
es miseria emplear la vida para únicamente ganar monedas. Cuando es inmensa la
riqueza en valores y sentimientos que tenemos que ofrendar.
Porque
es miseria mantener los cuellos blancos y toda el alma podrida, operando como
banda criminal que teje una red para traficar con favores inconfesables y
ganando sueltos y prerrogativas de jueces supremos.
2. Vibra
y se estremece
¡Abracémonos!
Porque sintonizamos con la fuerza que emerge desde el fondo de la tierra. Con
la moral incólume y su destino: el de un Perú que es inmenso, vasto y glorioso.
Es por
eso, y en razón de todo ello, que somos los conjurados. Llamémoslo así. De
aquellos que no buscan ni cargos, ni acomodos ni prebendas. Ni recomendaciones
para tomar asiento en una u otra junta sea de esto o de aquello.
Porque
somos el país de Guamán Poma y de Túpac Amaru. Somos el país de Mariano Melgar
y de Manuel González Prada. De Grau y Bolognesi. De José Carlos Mariátegui y
César Vallejo. De José María Arguedas y Mario Florián. De Luis de la Puente Uceda
y de Javier Heraud.
Que
abrimos surcos, que impartimos consignas para encender la pradera con el bien y
el amor universales. Que viajamos en lo alto y sobre la carga de los camiones.
Que alzamos banderas que flamean al viento.
Que
somos luz amorosa, luz vivificante, ¡porque somos iguales! ¡Somos hebras de la
misma frazada! Somos del mismo colectivo que vibra y se apasiona y se estremece.
3. Y es
¡prodigio!
Por eso.
¡Jóvenes!
Allende
de estas montañas, más allá de esa línea del horizonte que no borra ni ataja
del todo la neblina costeña ni los arreboles del sol poniente, hay una realidad
hermosa por descubrir.
Es el
país que soñamos y que vale la pena conocer, conquistar y reconstruir. País que
es tuyo, que es mío y que es el país de nuestros ancestros y de nuestros hijos.
De todos, juntos, unidos y enlazados de las manos. Y eso es el mundo andino.
Y ese
es un mundo de fábula, edificado sobre la base de una cultura que ningún grupo
humano en la tierra ha podido realizar hasta ahora sobre la faz de la tierra.
Y que
lo hicimos nosotros. Y que es eso, ¡prodigio!
Pero lo
importante es que es real y sí se hicieron estos portentos, que se construyó y
edificó aquí.
4. Cordial
y fraterna
País donde
se trabajaba bailando, y brotaba como flores del campo la alegría.
De
contenidos primigenios como la ternura, la fraternidad humana y el ser
candorosos; que aquí se hizo tangible, claro y sonoro como una campana.
Mundo
andino que es sincero, transparente e inocente. Y estos valores se evidencian
en dos manifestaciones; en la poesía y en la mujer andina.
La
poesía que hace alusión a todo lo tierno: las aves, la luna, las estrellas, las
nieves eternas.
Y la
mujer andina que es íntima, secreta y misteriosa. Que es pudorosa, fina y
recatada
Y fue la
manera de ser cotidiana, cordial y fraterna, con que se trataba y aún se sigue
comportando la gente.
Y no
solo eso, sino que fue práctica de conducta y fue conciencia en toda relación
humana. Y convertida luego en política de Estado.
5. La luz
del alba
País de
montañas inasequibles, de nieves impolutas y ríos poderosos. Y con una mística
de trabajo colectivo.
Un mar
de ilusiones que se elevan y traspasan el cielo con su canto arrebolado e
infinito.
Pero es
hacia él que debemos dirigir la luz de nuestro conocimiento y la calidez de
nuestras palpitaciones.
Sintonicemos
con su refulgencia y con el caudal de esas corrientes imperecederas que pugnan
por desbocarse y hacerse obras concretas que resplandezcan a la luz del alba.
Ahora
todavía hecho de añoranza que debemos convertir en himno de júbilo, de triunfo
y victoria, como ahora.
Hoy, en
que se demostró que nunca somos más grandes que cuando nos unimos para luchar
juntos. Que nunca es más hermosa la patria que cuando la juventud defiende
principios e ideales.
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