– ¡Corran!
– ¿Qué ocurre?
– ¡Una bomba! ¡Un gusano
gigantesco! ¡Un objeto extraño!
– ¿Así? ¡A ver!
– ¡Sí, oigan! ¡Corramos a
escondernos!
– ¿Será peligroso?
– De todos modos, corramos
a escondernos.
Y la gente corre
despavorida. Y es que sin que existiera todavía carretera de Shorey a Santiago
de Chuco, “El Taita” Diestra ha decidido llegar a esta villa con su vehículo,
atravesando jalcas, lomas y quebradas.
Acción temeraria y
descabellada que ahora recién sabemos por qué lo hizo y es que estaba
perdidamente enamorado de una santiaguina y acometió la locura de llegar hasta
ella por jalcas y despeñaderos, pero en automóvil. ¡Lo que inspira y produce el
amor!
2.
Las faldas
de
los cerros
Esta proeza la hace cuando
él cumple 28 años, ante el asombro de pastores y labriegos de las punas,
quienes se restriegan los ojos para asegurarse que no son visiones las que
divisan en el horizonte en donde se tambaleaba un aparato color negro que no
han visto nunca.
– ¿Qué es?
– No sabemos lo que es,
pero el negro de su caparazón relumbra como demonio.
Es un objeto rodante del
cual al principio huyen al verlo por las laderas y cumbres y luego por los
bajíos, dejando a su paso apachurradas las pajas bravas, el ichu de los
pajonales, las pencas espinosas y los shulgomos silvestres de las cercas.
Pero luego, al ver que allí
adentro iba un hombre sonriente se han envalentonado y decidido en acercarse
primero a ver, luego a palparlo y después sujetarlo a que no se caiga cuando es
inminente su volcadura por la inclinación que hacen las faldas de los cerros y
las pendientes de los ríos.
3.
La yunta
resbala
Y ahora lo acompañan. Y es
tanto el entusiasmo de la gente del campo al ver una aparición semejante, que
corren en una caravana incansable detrás del vehículo.
Cuando por alguna razón se
atasca, lo empujan con tal fuerza que lo sacan volando incluso del atajo que
hacen las inmensas piedras que a veces se interponen para no dejarlo llegar a
su destino.
Y a ratos lo cargan cuando
hay que pasarlo por encima de una cerca.
Pero hondonada hay en la
cual tenemos que uncir el carro aventurero a las parejas de bueyes que están
arando en el campo, y nosotros sujetándolo, para poder sacarlo.
Y esto, debido a que
resulta hundido en alguna profunda grieta o cañada.
Y, aun así, la yunta
resbala en el barro, por el esfuerzo que hace, porque el vehículo es pesado,
como un blindado de fierro. Y no de lata o de cualquier otra cosa, como son
ahora los autos.
4.
“El Taita
Diestra”
Una multitud asombrada que
viene desde todos los confines ve alelada pasar al artefacto. Porque no hay
sitio para que todos puedan ayudar, como quisieran, de poner siquiera el
temblor de sus dedos en ese animal divino.
Lo cierto es que un
mediodía ha llegado hasta la Plaza de Armas de Santiago de Chuco el automóvil
Ford, de color negro reluciente.
De llantas grandes y altas,
y de guardafangos macizos que ha conmocionado a mi pueblo.
Tocándolo los más atrevidos
para sentir si tiembla, si tiene vida o cualquier otra clase de pulsaciones. Y
han comprobado que sí, que sí vive.
Y paseándose alrededor del
perímetro de la plaza los que gustan de no perderse nada del acontecimiento y
milagro que ofrece esta vida breve y pasajera, pagando para el caso una cómoda
suma de dinero.
El protagonista de toda
esta fiesta y barahúnda es Arcadio Diestra Miñano, apodado desde entonces “El
Taita Diestra”.
5.
Por
amor
Él es natural de Chiclín
pero de padres santiaguinos y trabaja en un taller de mantenimiento de
vehículos de una compañía alemana, en Trujillo.
Esta ocurrencia temeraria
de llegar con un vehículo motorizado, cuando aún no hay carretera, la hace como
todos los hechos grandes de la vida.
Inspirado por el amor de
una señorita, quien después sería su esposa y madre de sus hijos, una chuco
neta llamada Magna Flores Ulloa.
Sin embargo, cuando se le
pregunta sobre todo esto él explica con rubor, y escondiéndose en un
subterfugio.
Diciendo que el motivo de
su aventura ha sido despertar el interés de los chucos por construir una
carretera.
Y un poco más en
confidencia declara que ha sido por amor, pero allí agrega que a los burritos y
a los caballos.
¡Y miren pues lo humilde
que es la gente!
6.
Por
los
burritos
E insiste que ha sido para
que haciéndose la carretera sean los vehículos los que carguen los bultos y no
esos pobres animalitos que se cansan y se agobian tanto por los caminos:
– Muchos de los burritos y
caballos mueren por la exigencia y el apuro a que lo someten sus dueños,
deseosos de llegar lo más pronto a Shorey, donde recién se puede tomar un
camión hacia Trujillo. ¡Por eso lo he hecho!
Con lo que demuestra que
“El Taita” es un hombre tímido, pese a que aparente ser muy seguro de sí mismo.
– ¿Así que fue por los
burritos no? –Le retruca ahora su esposa.
– Sí pue. De verlos padecer
y sufrir tanto por los caminos.
– ¿Y cómo a mí me dijiste
otras cosas, ah?
– Ha sido por conmiseración
con los burritos como también por los caballos que se morían por los caminos.
– ¿Y entonces, por qué te
quedaste a vivir en mi pueblo, ah?
7.
las huellas
del
amor
– Eso sí fue por ti, mi
amor. –Retruca el taita. Sea cual sea el motivo, la hazaña la alcanzó a
realizar el año 1925.
Claro que el vehículo ya no
pudo volver y se quedó a morar para siempre en Santiago de Chuco. Y se quedó a
vivir también “El Taita Diestra”.
La gente lo requiere
pagando una cuota para pasearse por la ciudad, a fin de sentir la sensación que
da el sonido, la altura y la velocidad que adquiere el transporte.
Pero, sobre todo, por dar
tumbos por las calles empedradas y atravesadas de acequias y altos montículos
y, a veces, de charcos de agua que las lluvias repentinas dejaban en las
calles.
Pero fue el aliciente
necesario para empezar a construir la carretera que recién se concreta cinco
años después
Recién se lo hace, pero
siguiendo las huellas del amor que abriera “El Taita Diestra”, y que no se
borraron en todo ese tiempo; y ahora es la ruta que sigue la carretera para
llegar a mi pueblo.
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