lunes, 9 de noviembre de 2020

9 de noviembre. Es fiesta en Cachicadán. / Limpidez y dulzura infinita.


9 DE NOVIEMBRE 
ES FIESTA EN CACHICADÁN 

LIMPIDEZ 
Y DULZURA 
INFINITA 

Danilo Sánchez Lihón 



Plaza de armas e iglesia de Cachicadán


Hoy es el día central de la Fiesta Patronal 
del distrito de Cachicadán de Santiago de Chuco, 
en honor a San Martín de Porres, pueblo al cual
dedicamos todo nuestro homenaje y fervor.


1. El misterio 
de su destino

 

Una limpidez y dulzura infinita invade el alma cuando pensamos que nuestros pasos van rumbo a Cachicadán.

¿Será por el camino pródigo para ir hacia él? ¡Y que se abre como las alas de una mariposa alucinada!

¿O será por sus flores que se extienden por sus laderas en matices de azules, gualdas, fucsias? ¡Y del color del alba, que he visto y vivido, pero no sé nombrarlo!

¡O será por su aroma a anís, a manzanilla, a yerba buena! ¡Y al vaho de su tierra humedecida!

Rodeado de una eclosión telúrica, amanece y anochece entre sus campos sembrados, aquí y allá, de maíz, trigo, cebada y huertos de repollos, cebollas y cilantros.

¡De trinitarias y zarzamoras que hacen una combinación de colores verdes, dorados, azules junto al magenta de sus flores de que se siembran asimismo sus caminos!

 

Vista panorámica de Cachicadán


2. Ronda

de niños

 

Dista Cachicadán de Santiago de Chuco 45 minutos que se viajan o recorren conmocionados por una belleza sin par.

Prodigio en que se sumerge cada día la cuenca del río Huaychaca, hasta llegar a esta ciudad enclavada entre bosques de rosas, hortensias y alcanfores.

Es un balneario hermoso de aguas termales que emergen a borbotones a flor de tierra en el llamado “Ojo de agua”.

Que se abre en la base del cerro llamado La Botica, a cuyas faldas se extiende la población de casas siempre enlucidas de blanco.

De calles adornadas de cadenetas, donde en su paisaje siempre hay un grupo de niños y niñas jugando a la ronda en cualquier esquina.

 

"El Ojo" de aguas termales


3. Dulce

e idílica

 

Sus plantas medicinales se extienden desde sus cañadas abismales y se elevan hasta la cima de sus apus tutelares. Cachicadán es un pueblo tan hermoso que ahoga mirar hacia el frente, o hacia los costados, de su asombroso paisaje.

En su cabecera y hacia lo alto se empina el cerro La Botica que preside su apacible decurso; ya sea en sus días efímeros ya sea en su eternidad ensimismada.

En donde se concentra el prodigio de su farmacopea esparcida y silvestre en sus variados pisos ecológicos.

Así como es calma, Cachicadán es fuerza, detonación, estallido; es sutileza de los matices de las flores imprevistas que se encuentran en lo más recóndito de una grieta.

O en el empedrado de una casa antigua, o prendidas a sus muros añejos, en lo hondo y en la cúspide de su cordillera. O prendida en el cabello recién mojado de alguna muchacha. ¡Es una emoción siempre dulce e idílica!

 


Canal que sale de El Ojo de agua


4. Detrás

de alguna puerta

 

Entrar a Cachicadán siempre es una alegría, un regocijo del alma, un motivo de exaltación y ternura también por su gente probadamente buena.

Respirar en sus huertos el olor de sus higueras y matas de toronjil, de sus calles invadidas por el humo de la buena comida, y subyugados por la sombra amable de sus tiendas.

Donde sólo por entrar y estar en su penumbra de azafrán y violeta compramos cucuruchos de arroz.

Pero también donde hay alfajores, manzanas del valle, granadillas de la ribera del río; y el agua gaseosa llamada “Volcán”.

¡O, lo que sea!

Donde no faltan los ojos de sus muchachas que miran desde detrás de alguna puerta. Y siempre hay una anciana cristalina sentada en el poyo de alguna posada; que representa todo junto el misterio de nuestro destino.

 

Flores en Cachicadán


5. Inmenso

regocijo

 

Contemplar sus balcones azules y otros de color caoba de sus casonas donde se han quedado temblando tantas serenatas y el fulgor de las estrellas, las acequias rumoreantes que corren delante de las edificaciones de techos y ventanas vetustas.

¡Y los puentes cimbreantes! que se tienden de la calle a las puertas de entrada de las tiendas, creciendo abajo en el canal matas de tomillos, de shiraques ¡y de hierba santa!

Cruzar las tablas y maderas cimbreantes de estos puentecillos que enlazan la calle apisonada que aún conserva la fragancia de la lluvia reciente, con los domicilios o las tiendas.

Y que hacen del hecho rutinario de comprar algo, o de simplemente entrar por una puerta, una prueba de equilibrio como también un acontecimiento inusitado, maravilloso, de inmenso regocijo. Y hasta de etéreo y trascendente estremecimiento.

 

Paisaje de Cachicadán


6. Claro

de bosque

 

Y luego, por los vericuetos de las calles retorcidas y empedradas de la parte alta del barrio San Miguel, subir.

Y sumergirnos en el vaho de El Ojo de agua hirviente, donde brotan las aguas termales, sintiendo cómo se nos abrigan los pies por la tierra caliente que pisamos.

Aquí aspiramos la fragancia del cerro La Botica que sintetiza el aroma de todas las flores y plantas del universo que curan los males del cuerpo y sanan también las heridas del alma.

Quizá por eso Cachicadán es trino de mandolina, brillo iridiscente, claro de bosque, entre montañas de epifanía.

Situada a 2,885 metros sobre el nivel del mar cuenta con todos los servicios turísticos: restaurantes, hoteles y comunicaciones.

Donde quedaremos hechizados y con el convencimiento de que si existe todavía el paraíso terrenal sobre la faz de la tierra. Y que es este.

 

Paisaje de Cachicadán


7. Hoy

día

 

Donde igualmente, en cualquier recodo quedaremos extasiados por el rostro hermoso de alguna niña o muchacha linda, tímida y pudorosa. Sea que esa niña aparezca o desaparezca tras de un pilar, columna o muro.

Sea que permanezca en un patio o en un corredor, límpida y a la vez misteriosa, como una fuente. Sea viéndola arrebolada, cruzar como un céfiro la calle con una falda flameante.

¡Envuelta en un rebozo imaginario que solo está en su anhelo o en el nuestro, porque va con sus brazos desnudos abrazando y escondiendo tras su leve blusa inocente sus senos estallantes!

¡Porque Cachicadán es nube de mil colores! Es miel de abejas arreboladas y sin tiempo. Es licor que se sorbe a ciegas. Y es delirio de infinito.

Lugar que para volver a visitarlo las almas del purgatorio se hacen buenas todo el año, con el fin de conseguir permiso y estar aquí, hoy día que es su fiesta.

 

Todas las fotos son de

Jaime Sánchez Lihón


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