domingo, 8 de noviembre de 2020

8 de noviembre. In Memoriam. Agnes Santisteban Wensjoe. / Agnes de Dios.


8 DE NOVIEMBRE. 2002
IN MEMORIAM. 
AGNES SANTISTEBAN WENSJOE 

AGNES 
DE 
DIOS 

Danilo Sánchez Lihón

 




Era muy bella, y un día como hoy,

8 de de noviembre del año 2002, se

la asesinó impunemente en Rusia,

y sobre su cuerpo desnudo y dejado

sobre la nieve se hizo un rito satánico.

 

1. Agnes

de Dios

 

– ¿Y qué significa Agnes? –Le pregunto cuando ella está sentada al lado derecho en la mesa del comedor de nuestra casa, juntos todos en familia.

– Según mis papás Agnes es «Cordero de Dios». –Nos dice. Y aún resuena nítida en mis oídos su voz, dulce y quebrada; y su mirada honda sobre la superficie de este mundo.

La conocí porque era amiga de mi hijo, con quien estudiaba Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Aún están vivos en mis nervios los gritos y gestos de dolor que él daba ante el teléfono cuando desde la casa entró enceguecido y habló con la madre de Agnes y corroboró que era cierta la información que había traído de la Universidad.

De donde llegó agitado y estremecido por la noticia de que ella había sido asesinada en Rusia adonde viajó a estudiar coreografía de danza clásica en la Universidad de Moscú. 


Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudiaba


2. Ver y sentir

el día

 

Agnes Santisteban era un ser leve, hecho de manantial y alas o plumas de aves sagradas; todo evanescencia y sensibilidad.

Quien la primera vez que nos visitó al salir de casa se echó agua a la cara, perlándose de gotas todo su rostro de azucenas, rosas y alabastro.

Le pregunté si necesitaba una toalla y tímida, pero sonriente, se disculpó diciendo:

– ¡No! ¡A mí me gusta sentir la cara salpicada de agua!

Era austera y frugal. Se alimentaba principalmente de verduras, y entre estas de tomates, haciendo que ellos adquirieran un significado especial en nuestra casa, tanto que Emilio, mi hijo, también adoptó la costumbre de comerlos como frutas.

¡Y todo porque ella los portaba en su bolso! Antes que por alguna consideración alimenticia creo que más bien por una manera original de ver y sentir la luz del día, como puede ofrecerla el tomate: ¡visión fresca, translúcida y radiante!

 

Agnes Santisteban Wensjoe


3. Adoraba

las flores

 

Amaba los caminos y los viajes. Era un ave migratoria, que esperaba terminar algo en algún sitio para volar a otro que casi siempre era un país cada vez más lejano y exótico, –o a un continente remoto– a estudiar siempre algo inesperado.

Para lo cual sabía varios idiomas que pronunciaba con su voz candorosa y desgarrada, detrás de su faz que era una página arrancada de un álbum de El Bosco.

Adoraba las flores, tan es así que su correo electrónico era petalia2@hotmail.com y, sobre todo, tenía un don para escanciar lo bueno que había en alguien, a fin de que esa pizca fuera lo único que le importara.

Por eso, cuando supimos detalles de su muerte consolé a mis hijas –que la querían de alma– explicándoles que lo puro y angélico –¡y hay que entonces cuidarse!, les sigo diciendo– atrae y exacerba a lo perverso, abyecto y demoníaco; que busca aniquilar y hacer pedazos aquello que lo conmina y avergüenza.

 

Agnes actuando en danza moderna


4. Con sus alas

abatidas

 

Porque se supo que antes de morir fue sometida a un rito satánico de sodomía, de allí que encontraran pedazos de carne de su victimario prendido a sus uñas.

¡Porque, ser etéreo y divino era ella! Nacida para el arte, la poesía, y la belleza. sustancia excelsa y acrisolada, de lo cual no saben nada los perros de presa que solo persiguen y atacan lo que los confunde y perturba!

Porque, ¡qué han de entender de espíritu los canallas y caníbales! ¡Salvo sentirse agraviados! Sean individuos –como aquél que la asaltara y le diera muerte con saña, delirio y alevosía– o sean los hampones a veces encubiertos detrás de los aparatos policiales y medios de prensa.

¡Pobre niña! Un ángel atrapado por una máquina de tortura y de horror, porque en todo trataron de echarle la culpa. Más impía, cruel y despiadada tratándose de ella que era indefensa.

Porque hay mucha distancia entre lo que puede ser un ser espiritual, ¡solo y con sus alas abatidas!, y lo que pueden ser individuos u organizaciones en donde se ha entronizado la infamia.

 

Agnes Santisteban Wensjoe


5. Sin aminorar

el dolor

 

Siento aún su martirio, a 18 años de su muerte, como lo puede sentir un padre o un ciudadano cualquiera, por una hija que hubiera estado sola en un lugar distante. ¡Y a todas luces desalmado, porque Rusia no se portó bien en este atroz suceso!

En donde ella recibiera la muerte más cruel y fiera. Y luego la ignominia cobarde de la policía de ese país, el oprobio de la lanza de Longinos en el costado del Cristo crucificado.

Ante eso, ¿qué cabe? Sólo nos queda la vida de Jesús, abofeteado por los alguaciles y la servidumbre de Caifás, el mafioso y artero.

Luego escupido, coronado de espinas, vendados los ojos, golpeado en la cabeza con un palo, desnudado, azotado y sorteadas sus vestiduras por los soldados.

¡Hechos que podrán resignarnos, sin aminorar el dolor, indicándonos que el mundo sigue siendo «el mundo»!

 

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudiaba


6. Llorar

inconsolable

 

¿Qué nos queda? Imbuirse de los dones del espíritu –que eran las virtudes de Agnes– seguirá siendo envestirse de peligros mortales en esta vida. Y eso ¿hasta cuándo?

Como en su caso: creer en la nobleza del hombre; creer en que los caminos son libres; creer que el viento puede soplar sin herirnos con espinas o cuchillos. Creer que el agua solo se hace gotas, cuando también se torna en garras.

¡Creer que éste es un mundo en donde los lobos están cercados y no deambulan libres por las calles! Y, es lamentable decirlo, el no reconocer y saber que los que debieran defendernos no son otros que aves de rapiña y perros de presa.

Y ella, a quien le gustaban los cuentos de hadas, después de haberla sentido llorar inconsolable y afligida, sin querer dejar ni abandonar esta orilla de la tierra que adoraba, tratará de encontrar lo bueno de esta pesadilla, y contarnos de otro modo el cuento que tanto le gustaba, cuál era: ¡La Bella Durmiente del Bosque! Porque ese relato gustaba que se lo cuente una y más veces.

 

Crepúsculo, que ella adoraba


7. Aúllan

los chacales

 

En este relato yo encuentro una imagen que quizá sea el refugio en donde Agnes está viva para siempre, cuál es que al dar vueltas y vueltas la rueca, o el huso, que trenza el hilo del destino, y al incrustársele la punta de la aguja en el dedo, dormirá ella cien años. –¡Cuando ya son 18!–, hasta que el don del amor y la belleza la despierten y resucite hacia la luz del día. Y vivifique a todas quienes como ella han muerto como flores arrancadas para luego ser pisoteadas y deshechas.

¿Quizás? Agnes tenía una premonición de lo que le acontecería en ese trance de la vida hacia la muerte, cuando eligió como su emblema el cuento de La bella Durmiente del Bosque. Porque cien años son pocos, –¿o son muchos?– para la inocencia y la belleza a la cual podrán acuchillar y hacer escarnio los inicuos, pero no la podrán hacer desaparecer definitivamente ni destruir para siempre.

Que su aroma y su tímida sonrisa perfumen y alumbren por siempre lo desolado de nuestras pobres vidas sobre la faz de la tierra, donde el bien se entumece y aúllan impunes las hienas y chacales.

 

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Los textos anteriores pueden ser

reproducidos, publicados y difundidos

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