Su mérito y su hazaña
paradójicamente serían mayores, y aumentaría el grado de su valor si no recurriéramos
a una explicación mesiánica y trascendental.
Resultará así que la
condición de Jesús es la de un hijo sin padre conocido, y su situación en el
hogar de José, quien era un carpintero, la de un hijo adoptivo. Con ese lastre
ya tendría y sufriría una seria y grave desventaja ante los demás, y ante sí
mismo, en un plano que resulta decisivo.
Desde el punto de vista del
orden del mundo, o de la especie humana y de la organización civil, ni siquiera
él era un hijo legítimo. Fue, en ese sentido, un ser herido si se lo estima
desde el orden de una familia aceptable, y en el marco de una pareja formada
por un hombre y una mujer de carne y hueso.
2.
Sorprendente
y asombroso
Es decir, hasta en ese
aspecto y perspectiva la vida de Jesús ya cuestiona el orden establecido.
Su nacimiento, su procedencia
y su origen para su clan inmediato estuvieron sembrados de dudas, cavilaciones
y sombras.
María estuvo a punto de ser
apedreada, por resultar embarazada de quien no era ni su consorte ni su
prometido.
Fue, el de Jesús, un embarazo
oculto, lleno de amenazas incluso en el nivel administrativo, y en el de la
salud.
Nació en un pesebre y
sobrevivió, pese a la precariedad de dónde y cómo vino al mundo. Todo esto es
abismal.
Tal si pensamos en términos
meramente mundanos y prácticos, donde su designio resulta mucho más
inexplicable, sorprendente y asombroso.
3. El aroma
de los campos
Todo esto si pensamos desde
el lado común y corriente, desprovistos de toda idea mesiánica, donde él
pasaría a ser un resiliente. Y quien, pese a ser así, se eleva muy alto, hasta lo
infinito e imperecedero; a lo eviterno e inmortal, pero desde la marginalidad
más severa, cruel y hasta atroz.
Patentizándose en él
contradicciones y opuestos. Donde su vida está marcada por las paradojas. Así,
él, que era del mundo interior, era el que más reconoció la belleza y esplendidez
del universo exterior:
Así, admiraba la lozanía de
las plantas, de las aves y de los frutos. El desinterés del agua, de las mieses
y hasta del aroma de los campos en cuanto a renta. Y hasta de cómo lucen tan
bellas y solo por la gracia de serlo las flores del campo.
Y se situó en la posición de enfrentarse
al poder del Sanedrín, de los sacerdotes de entonces, como de los escribas y
fariseos. Y fue quien finalmente cargó una cruz a la parte más alta de El
Gólgota, y fue clavado en ella hasta morir.
4. Verdades
meridianas
Desde la perspectiva de un
hombre de carne y hueso el hecho de que haya levantado tan alto un sentido de
la vida para el linaje humano, sin ser esa nuestra condición, y no siendo la
nuestra al final su misma materia, es para tiritar y estremecerse.
Que no siendo esta su morada,
desde aquí haya subido y traspasado más allá de todas las lunas y los soles y
de todas las estrellas juntas, es jubiloso y pleno de gloria.
Si solo se tratara de una
travesía humana tal y como ocurrió la hazaña de Jesús resulta ser casi una
quimera por increíble, total y maravillosa.
Por eso, si descartamos y no
creemos en el factor providencial para explicar este suceso, del nacimiento de
Jesús por encarnación divina, la heroicidad y la magnificencia de su obra,
resulta anonadante.
Y lloraríamos de emoción de
solo ver que alguien se atreviera a intentarla.
Lograda y producida, ¿qué nos embarga? El estupor
5. Una nueva
casa
Y si no fuera cierto cabría
anhelarlo que ocurra, hasta dar la vida y morir en ese intento y por ese
motivo. Esta convicción se fortalece cuando contemplamos lo que aquel hizo por
algo que en su mensaje no era suyo, como es este mundo.
¡Salvó a la humanidad
ofreciéndole una esperanza que nuestros secos corazones reconocen imposible y difícil
de creer!
Tanto que hasta ahora dudamos
pese al testimonio inveterado de su vida. Y pese a que de por medio no solo
está la vida de él sino una muerte horrenda perpetrada contra él, para que no
nos quepa duda de los desatinos que podemos cometer.
Contra quien nos abrió e
iluminó una nueva casa. Quien nos dio la capacidad de mirar la muerte como un
tránsito, y como un salto hacia adelante, a una morada permanente y más
conforme en razón de nuestros valores y virtudes.
Siendo así él ha redimido a
la humanidad de todas sus miserias y la ha hecho digna.
6. La grey
humana
Es quien nos ha trazado la
senda de un mundo posible para nosotros conturbados y enceguecidos por las
sombras, mostrándonos un mundo mejor a seguir.
Nos conduce y orienta en el
sentido de que el ser humano no siendo divino se divinice, lo que de por sí es
exultante y asombroso.
Que el ser humano siendo
anejo ocupe ahora el centro; que siendo barro se torne luz, que siendo sombra
se inflame, sería ya suficiente motivo de regocijo y alborozo.
Y este es el legado de aquel
maestro, capaz de haberse legitimado como el máximo en bondad, coherencia y en
pureza.
Y que como ningún otro ser ha
cruzado por la superficie de este globo hecho luz. Y que ahora ilumina a toda
la grey humana que deambula sobre esta superficie lacerada.
7. A partir
de este misterio
Si no creemos en su divinidad
resulta entonces que el vuelo más alto de las realizaciones humanas lo hizo un
marginado. Un ser que sobre sí mismo nos advirtió que tenía otro sello u otra
estirpe o linaje. Quien expresamente declaró que este no era su mundo.
Porque, era también Jesús
hijo ilegítimo de esta tierra. Porque ésta no era su sustancia ni su reino ni su
morada. Ni tuvo aquí siquiera una piedra en la cual recostar su cabeza, como él
mismo lo dejó advertido y señalado.
Ni nadie que en el momento
decisivo de su martirio y crucifixión lo haya defendido. Ni siquiera sus
apóstoles, siendo que él principal de ellos lo negara.
Sin embargo, aquel hijo
adoptivo también de esta esfera terráquea nos ha dejado un camino tendido entre
cielo y tierra.
Y nos lo ha hecho llano,
previendo que ese sendero es escabroso y lleno de abrojos, de renuncias y
privaciones. Pero finalmente adonde arribaremos a una vida luminosa que
exorciza la muerte.
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