– Esta vez colegas lo digo sin ambages, reticencias ni recelos. Soy franco, cuando tengo que señalar errores, en ese caso lo hago francamente y sin tapujos.
–Pero, ¿qué pasa? O, ¿qué ha
pasado hoy día Chacaltana?
– Hoy día declaro solemnemente:
¡que un genio se pasea por las aulas del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe!
– ¿Qué pasa Chacaltana? ¿Qué
ocurre? ¿A qué se deben esas palabras altisonantes?
– A que estoy ¡que no quepo en
mí!
– Pero, ¡apúrate en decirnos
qué ocurre que nos vas a volver locos!
– ¡Dinos! O, ¿a qué viene ese
elevado acento y ese énfasis? ¿Cuál es la razón de tal devaneo?
– A que estoy sorprendido,
admirado, estupefacto, amigos y colegas de este plantel escolar, e institución
tutelar de la patria.
Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe
2. Del
Ande
– Y ¿cuál es el asunto? ¡Dinos,
por favor!
– Que no he dormido toda la
noche. Primero las pruebas de los alumnos, y por último las más recientes
revistas científicas y técnicas, para ver si uno de los trabajos presentados
era calco y copia.
– Y, ¿cuál es el resultado?
– Que no. ¡Que nada que me lo
advierta que lo sea! Ningún indicio. Al contrario. Recién al amanecer me he
convencido, después de releer línea por línea, que este trabajo es original.
– Pues, ya tienes un resultado.
– Además por el lenguaje y la
manera de razonar y de exponer, que es propia de la gente del Ande.
– ¿Entonces cuál es tu
conclusión? Y, ¡habla claro, por favor!
– ¡Que es propio, que es
nuestro, y es genial!
– Y, ¿entonces?
Profesor
3. Me
maravillo
– Que no quepo de gozo.
– Pero explícanos un poco Chacaltana, por
favor. Porque aquí, entre todos, creo que sentimos que estás divagando. Dinos:
¿de qué se trata?
– Ah, bueno, disculpen. Pero,
me explayo: Yo encargo un trabajo a los alumnos de Quinto Año sobre los
condensadores eléctricos, a fin de comprobar si habían entendido el mecanismo
de su funcionamiento que he explicado en una clase anterior. Y revisando uno
por uno los trabajos me encuentro con este, que no trascribe los conocimientos
ya sabidos, sino que los cuestiona, los corrige y plantea una nueva fórmula de
hacerlos.
– ¡Ah!¡Eso sí es asunto serio!
– Sencillamente genial y
magníficamente sustentado. Y encima lo sustenta presentando planos y diseños
sencillos, y ecuaciones matemáticas complejas.
– ¡Ajá!
– Entonces me sorprendo, me
maravillo y me anonado.
– Ahora comprendemos. Y tienes
toda la razón.
Aija en Ancash, su pueblo natal
4. De
los buenos
– Y me he dicho: ¿qué es esto?
¿De dónde salió? Y, golpeándome la frente me repito a mí mismo diciéndome:
– ¿Qué?
– ¡Cesáreo Chacaltana!, ¿cómo
es que este chico sepa más que tú? Además, me pregunto: ¿Quién es? Estamos a mayo,
y confieso que no conozco a la totalidad de mis alumnos.
– Pero, ¿ha puesto su nombre en
alguna parte del trabajo?
– ¡Claro! Sí. Aquí está: su nombre es
Santiago Antúnez de Mayolo. Pero, ¿quién es?
– ¡Ah, por supuesto! Yo ya te
iba a decir, lo sospechaba. Él es el nuevo alumno. El serranito que ha entrado.
¡Es sorprendente! ¡Es un chancón! ¡Pero de los buenos!
– ¿Cómo así, ah? ¿Lo conocen?
– Es un as, una alhajita. Es el
nuevo alumno matriculado en Quinto Año que ha llegado de la sierra.
Hidroeléctrica Santiago Antúnez de Mayolo
5. Callado
y tímido
– Y, ¿cómo es, ah? ¿De dónde
viene?
– De Huaraz, de Ancash, de por
ahí.
– ¿Y qué hay en Ancash que aquí
no tenga el glorioso Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, ah?
– Eso no sabemos
– ¡Y de Ancash va a venir aquí,
a sorprendernos? ¿A asustar a la crema y nata de la ciudad de Lima? A la “Tres
veces coronada Villa”. A “La Ciudad de los Virreyes” A la “Ciudad de los
Reyes”.
– Eso está por saberlo.
– Confieso que no entiendo. Y a
él no lo ubico.
– Es que es un chico
introvertido, callado y tímido.
– Parece ajochado frente a los
otorongos y pavos reales que abundan aquí.
Hidroeléctrica de Machu Picchu
6. Insólito.
Inaudito
– En labia y en soberbia lo
comen vivo.
– Pero, ¿cómo es eso? ¿Viene de
provincia y deja lelos a todos, y nada menos que en el Guadalupe?
– Bueno. Eso parece.
– Porque, ¿no viene de París,
¿no? Ni de Londres, o de Berlín, o de Nueva York. ¿No es cierto?
– Totalmente.
– Tampoco es de clase adinerada,
por lo que me dicen ustedes, al describirme que su presencia es humilde.
Tampoco es de familia de abolengo.
– Eso es lo que sabemos de él.
– Insólito. Inaudito.
Inconcebible. Además, porque viene de Huaraz, una provincia refundida en los
andes.
Santiago Antúnez de Mayolo
7. Soy
yo
– Y ni siquiera es de Huaraz,
sino de un villorrio perteneciente a un distrito de una provincia de Ancash.
– ¡No lo puedo creer! Pero
ahora lo sabré, porque justo es mi hora de clase con esa sección. Y deséenme
suerte, por favor. La necesito como nunca.
– ¡Suerte, amigo Chacaltana,
suerte!
– Ahora recién voy a despejar
todas mis dudas. ¡Y saber quién es él! Y quién soy yo.
– Buenos días, alumnos.
– Buenos días, profesor.
– ¡Tomen asiento, por favor! ¡Tomen asiento!
El alumno Santiago Antúnez de Mayolo, ¿está presente?
– Sí, profesor. Soy yo.
– Muy bien. Adelante, por
favor. Pase usted a la pizarra.
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