1. Herencia
gloriosa
Un día como hoy, 12 de enero de 1628, nace en
París, Francia, una de las personalidades más sobresalientes de la literatura
infantil, como es Charles Perrault, quien recogió el folclore de su pueblo, le
dio forma y categoría literaria.
Y esto en cuentos como: Caperucita roja, El gato
con botas, la bella durmiente del bosque que han pasado a ser el acervo de los
pueblos de todo el mundo y que supervivirán hasta el confín de los tiempos.
Desde la perspectiva de nuestro país, es importante
en fechas como estas, reflexionar sobre la importancia del folclore en la
literatura y, sobre todo, en la formación del alma y la mente de niños y
jóvenes, a fin de afianzar en ellos valores como la pertenencia y la identidad.
Todo ello en base también a la prodigiosa cantidad
de mitos, leyendas y cuentos que las diversas culturas que florecieron en
nuestro suelo han sabido concebir y legarnos como herencia gloriosa.
2. Por
dentro
y por
fuera
Los ocho
cuentos para niños que Charles Perrault recopiló en el libro “Historias o
Cuentos del Pasado”, también conocido con el nombre de “Los Cuentos de la Mamá
Gansa”, no se leen, sino que se respiran, no se conocen, sino que circulan ya
naturales por nuestra sangre o en la respiración de nuestras bocas.
Lo
sabemos sin haberlos leído nunca. Y los contamos sin saber cómo los hemos
aprendido ni cómo lo volvemos a recrear cada vez que los revivimos para los
demás, o para nosotros mismos; cada quien, poniéndole su sentir, su pensar y su
vivir, como si fueran suyos; cada quien, con su voz, su acento, como con sus propios
sueños.
No forman
parte del espacio de la escuela, puesto que la rebasan. No están en las aulas o
en las bibliotecas sino en el aire que respiramos y nos rodea por dentro y por
fuera.
Caperucita roja
3. Con
ellos
se nace
El niño
los percibe antes y los tendrá frescos cuando los muros de su escuela se hayan cerrado
para él.
O cuando
los muros de su casa de infancia se hayan derruido por la incuria del tiempo y los
azotes del espacio, sea de la lluvia, los relámpagos y los truenos. O del
simple tiempo que pasa.
Son
cuentos que no se enseñan, sino que se beben, como el agua pura de los
manantiales. No forman parte del acervo literario sino de la naturaleza humana.
Con ellos se nace y con ellos se muere.
Ellos
caminan libres, incluso lejos de los libros. No son cuentos librescos, ni la
letra los aprisionan. Ni siquiera la escritura ni las láminas planas de los
carteles, de los dibujos y las ilustraciones los retienen.
Están en
el corazón y en la médula espinal de la gente, y en sus palpitaciones.
4. De
todos
los
pueblos
Estos
cuentos se los sabe no por educación o cultura sino por tener pulso, temblor y
latidos. Están inmersos en nuestro ser porque estamos vivos y respiramos.
Y si
seguimos teniendo palabra más allá de la muerte es lo primero que contaremos en
los otros mundos hacia dónde vayamos y arribaremos, sin saber cómo ni por qué
estamos ahí, como nos ha ocurrido en esta temporal morada terrena.
Porque, ¿quién
de nosotros no sabe y hasta narra a sus hijos y a los hijos de nuestros hijos,
o a los niños de nuestro alrededor, cuentos como: La Caperucita Roja, La Cenicienta,
Pulgarcito, El gato con botas, o La bella durmiente del bosque. ¿Quién?
Cuentos
que han adquirido la categoría de ser universales, puesto que forman parte de
la cultura de todos los pueblos, de todas las razas y las épocas.
Barba azul
5. El reverso
de la luna
Quien
vivió entre los años 1628 y 1703; el cual, por su ubicación y sus funciones,
era un personaje palaciego, funcionario de la corte, allegado al rey y
contertulio del mundo cortesano de la Francia de su tiempo.
Los
recopiló de la tradición oral de los pueblos aledaños a París. He allí su
audacia, su buen sentido y su proeza.
Que en su
época era como mirar el reverso de la luna porque al pueblo se lo miraba como
villano, vulgar e inculto.
De allí
que lo hizo con cierta displicencia. Y los dio a conocer en un pequeño librito
titulado: “Historias o cuentos del Pasado”.
Sin saber
tampoco que eran del inabarcable futuro, identificados también como “Los
cuentos de la Mamá Gansa”, porque en la tapa del libro había dibujada una
gansa.
El gato con botas
6. Y, ¡nada más
de cuentos!
Lo
componen solo 8 cuentos que todos han alcanzado la categoría de célebres
universalmente.
Ellos
son:
Caperucita Roja
La Cenicienta
Pulgarcito
El Gato con botas
Barba Azul
La bella durmiente del
bosque
Riquete el del copete,
y
Las hadas.
Aparte de
este libro inicial recopiló otro, cual es: Piel de asno.
Y, ¡nada
más de cuentos! No vaya a ser que por ellos perdiera su escaño.
7. Desde
su nacimiento
Y si hay
cuentos que se narren en otras vidas, o en otros mundos, o en las estrellas,
serán estos que ahora llevan la firma de Charles Perrault.
Y quien
al principio se avergonzó de estos cuentos. Y no firmó con su nombre el libro
que los contenía.
Sino que
puso a fin de esconderse, y como pidiendo perdón y disculpas, el nombre de su
hijo Pierre como autor.
Porque
supuso que si los firmaba perdería respeto y hasta su empleo palaciego.
¡Paradojas de la vida y del destino!
Lo que
nos prueba que la literatura infantil, que es la verdadera, y lo mejor de la
literatura, ha sido negada en todos los tiempos.
Y desde
su nacimiento, siendo la genuina, la auténtica y excelsa
reproducidos, publicados y
difundidos
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