El poeta peruano Javier Heraud nacido el 19 de enero del año 1942, alzado en armas en busca de un mundo con justicia social, murió acribillado a los 21 años el 15 de mayo del año 1963 en el río Madre de Dios, frente a Puerto Maldonado. En todo fue un ser límpido, sincero y amoroso. Quien a su corta edad ya había publicado dos libros de poemas, tenía inéditos varios otros, y había obtenido premios nacionales resonantes.
Por eso niños:
Es bueno que esta historia lo conozcan tal como fue, en cada detalle, en donde se puede ver el ideal de un ser prístino y generoso. Y los males que aún subsisten, que están vigentes y en nada han cambiado.
Javier murió entre dos espejos de
agua, hundido en un leño calado, convertido primero en canoa y ahora en árbol
que se eleva inhiesto, para que lo tengamos muy en cuenta en nuestras vidas.
Él amó mucho su casa, su familia y a
sus hermanos, como todos nosotros. Y todo lo dejó, por legarnos una patria
digna. No era pobre pero tampoco era rico. Su padre era maestro y en su casa
todos tenían que trabajar para poder sostenerse.
Pero con igual amor adoraba a su pueblo y no quería que en él hubiera miseria. Todo lo dejó por cambiarlo y redimirlo, aún cautivo de males aberrantes e infames.
Por eso, nosotros tenemos que decirle:
Javier, no te defraudaremos, nuestro
país aún hecho llaga y harapo lo transformaremos con arrojo, con cariño y
valentía como tú nos lo enseñaste.
Tu vida nos inspira a ser verdaderos,
a ser personas con compromiso, y aquel país que soñaste advendrá por mano
nuestra, porque es la luz que brota de tus heridas, del brillo de su ausencia,
aquel país hermoso como una espada en el aire.
Te lo prometemos y juramos, Javier,
hermano del alma.
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