1.
El eje
que
hilvana
Hoy día 16 de
enero del año 1605 es fecha en que se echa a caminar por los senderos del mundo
un libro y con él un personaje conmovedor, puesto que todas las cosas las toma
en serio, que es grave y majestuoso y desde entonces inolvidable, y quien es
Don Quijote de la Mancha.
Es obra del
escritor Miguel de Cervantes Saavedra, quien nació en Alcalá de Henares, en la
región de Castilla en España. Ahora bien, ¿cuál es la esencia del libro, su
clave y su fundamento?
¿Qué es aquello
que forma parte de su núcleo? ¡El bien en lucha contra el mal! Los ideales, las
buenas intenciones confrontadas con todas las dificultades que interpone la
realidad.
Como el eje que
hilvana su historia y su argumento es la pugna de los sueños con la realidad
objetiva, a tal punto de provocar a veces la risa y no pocas veces el llanto y la
adversidad.
Don Miguel de Cervantes Saavedra
2.
Locura
o
desvarío
Es la historia de
un personaje que al parecer ha perdido la razón por leer novelas de
caballerías, que correspondían al mundo de la fantasía, sin alcanzar a discernir
si eran fantasía o realidad. Quiso hacerlas realidad.
El armarse
caballeros, el ser soldados del bien. Y en este intento el choque con la
realidad.
Y cuando era
palmario a sus ojos incrédulos de que ciertamente no coincide con sus sentimientos
más profundos, piensa que hay una cohorte de encantadores y magos enemigos que
trastocan las cosas convirtiendo a sus rivales, por ejemplo, en gigantescos molinos
de viento.
Son los sueños
gran parte de su trama. El lugar y el modo cómo se ubican los sueños en gran
medida constituyen la textura de esta obra inmortal.
Todo ello a
partir de la locura o desvarío del personaje principal, Don Quijote, quien
alienta los anhelos más profundos del alma humana.
Salida de Don Quijote por los campos de La Mancha
3.
A flor
de
labios
El libro narra
las tres salidas de Don Quijote a cumplir su empeño de corregir los males del
mundo. Es obra entonces de caminos, de fondas y posadas. Y es obra de
encuentros sorpresivos e inusitados con esto y aquello, toda la gama y los
matices de la condición humana.
Donde se viven
grandes aventuras, algunas venturosas y otras desfavorables para el personaje
enfebrecido, muchas de ellas descabelladas. Es encontrarse con hechos
situaciones y personas cada una con su tino y desatino.
Cada una con su
razón de ser y muchos con su falta de sentido que él intenta corregir. Y en esa
actitud se devela el alma humana con toda su grandeza y pequeñez. La suya y la
de los demás.
Y es salir a los
caminos con lo mejor del lenguaje castellano a flor de labios, lo que le da encanto,
hechizo y sabiduría. Con el corazón y la mente convirtiéndose en palabras,
tanto de El Quijote como de Sancho Panza, su leal escudero.
4.
Magos
y
hechiceros
Es la urdimbre de
la obra se tiende a considerar que el mundo es esencialmente bueno. Lo cual es
una verdad profunda, pero que tenemos que sacar a flote.
El mismo don
Quijote lo extrae de su interior. Y al final el mensaje del libro es eso:
descubrir la esencia del alma humana alumbrada por la bondad y los sueños
Y en eso radica
la perennidad del personaje que pareciera tener vida propia, desprendida y
aparte del libro, y cuyo sello es sustentar el universo de la fantasía como
parte de la realidad. Pero, acaso, ¿no estamos hechos principalmente de sueños,
de proyectos y de ilusiones?
Como también es
implícito a don Quijote no aceptar que el mal se hubiera enseñoree sobre la faz
de la tierra. Y el creer que eran encantadores, magos y hechiceros, enemigos de
todo lo bueno, aquellos que trastocan la realidad. Y la hacen mala, como
Frestón que hizo desaparecer su biblioteca.
El Quijote
5.
Impulso
profundo
Por eso don Quijote
se dedica a desfacer los males y entuertos del mundo. Ese es su fin y objetivo,
aparentemente ingenuo e ilusorio, pero al final supremo y moral.
Es su intención él
cogiendo la lanza, la adarga y el escudo y acometiendo la proeza de mejorar las
cosas andando por los caminos, aunque en el intento nos parezcamos un poco locos
y chiflados. No aceptando porque sí las realidades objetivas, ni las medidas con
que se mide el mundo que nos ha tocado vivir
El consagrar su
vida al ideal de una mujer que no existe en la realidad, que es una sublimación
a partir de un referente que por el impulso profundo del alma humana se lo
convierte en un ideal, tal Dulcinea del Toboso, como cuando dice:
6.
Vivo
e inhiesto
Conmueve El
Quijote. Hace reír y hace llorar, pero siempre con nobleza y dignidad.
Conmueve, por
ejemplo, su sentido del honor, su orgullo personal, el querer hacer lo mejor, y
el resultar haciéndolo todo mal y peor. ¡No es parte de la condición humana?
Estos contrastes,
estas polaridades, estos vacíos y brechas, sobre todo aquellas que más nos duele.
De los desajustes
de la justicia y la injusticia, del mal en lucha con el bien; de lo que tenemos
como potencialidades y lo que somos como corporeidades.
Conmueve aquel
sentido del honor y de la dignidad. Aquel sentido del bien y de la justicia. Y
exaltar virtudes.
Y en no quejarse,
en no emitir ni lanzar lamentos. Siempre manteniendo el ánimo vivo e inhiesto.
7.
Mejores
seres
humanos
Por todo eso
encarna Don Quijote lo mejor que tenemos. Lo más acrisolado de la cultura
hispánica, sus virtudes y ninguno de sus grandes defectos, que los tiene.
Y nosotros como
colonia que hemos sido de ellos los hemos padecido y lo seguimos padeciendo
acerbamente.
Aunque El Quijote
bien representa el alma humana de todos los tiempos y latitudes.
Es el ser humano
como tal. Él entra al hueso, a la raíz, al tuétano de lo que es el hombre como
realidad concreta y como entelequia.
Y que hace que al
final de la lectura del libro seamos mejores seres
humanos. Y nos hayamos hecho siquiera en una pizca seres buenos, lo cual ya
es una enorme hazaña.
Los textos anteriores pueden ser
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