sábado, 2 de enero de 2021

2 de enero 1553. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos entra en funciones. / Tiempo vivido y cantado.


2 DE ENERO, 1553 
LA UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS 
ENTRA EN FUNCIONES 

TIEMPO 
VIVIDO 
Y CANTADO 

Danilo Sánchez Lihón 





“Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer 
del mundo, y yo el más desdichado caballero 
de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude 
esta verdad. ¡Aprieta, caballero, la lanza! 
El Quijote 


1. En cada 
recodo

 

Definí mi vocación por la poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a finales de la década del 60, al fragor de los sueños y las consecuentes batallas que en aquel tiempo allí erigimos.

Aún puedo reconocerme en el Patio de los Naranjos en la    Casona de San Marcos en el Patio Universitario. Yo un muchacho de apenas 16 años, casi un niño, siendo que aún tenía en mis mejillas el bozo a membrillo tierno y el color sonrosado de los aires de mi tierra nativa, como el silencio y el asombro por lo hondo que es mi pueblo Santiago de Chuco donde nací, me crie y donde vivo realmente puesto que de estar bajo sus aleros no me aparto nunca.

Ya que confesaré compungido que yo llevo a cabo y paralelamente dos vidas principales. Una es esta de afuera que me depara maravillas, y la comparto con muchos seres queridos. Y otra es la de adentro de mi alma y mis sueños, en donde estoy más cuando duermo, constituida por el reino de mi infancia y por cada recodo, camino, muro y terrado de mi pueblo de origen.

Y aquí me detengo en hablar de esto que para mí es avasallante, y porque esta vez se trata de referir lo que tenga que decir de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la poesía.

 

Patio de Letras de San Marcos


2. Vuelta

de la esquina 

 

Al respecto diré que ingresé a San Marcos en una época de conmociones, de promesas y proclamas incendiarias, época de sueños insoslayables, pero también de escaseces y penurias que se las vivía hasta como si fuera una gloria, de las cuales también podíamos ufanarnos. La literatura y la poesía, en el aliento de aquella coyuntura tenían por supuesto que consagrar su cuerpo y su alma a la forja de la revolución mundial, a transformar la historia, a incendiar las praderas y encender las grandes hogueras que purifiquen el “hoy” en aras del mañana.

Fueron jornadas de manifiestos y pronunciamientos en donde creíamos que los cambios estaban a la vuelta de la esquina, y en donde la poesía entonces en nuestra imaginación era un arma contundente a fin de cambiar las viejas estructuras sociales anquilosadas, y un corcel de fuego en la batalla para construir la patria irredenta que nunca habíamos tenido; ambiente en el cual el poeta no podía sentirse menos que un profeta, un mesías y un libertador.

Me siento un sobreviviente de aquella época y de la manera cómo la vivimos. Y al volver a pensarlo me resulta sorprendente reconocerme vivo. Aunque a veces crea que, en general, abrazar la poesía con pasión y siendo un adolescente es casi seguro que ella mate; pues implacablemente nos despeña, nos arroja al suelo, y nos sumerge en sus líquenes o en sus aguas fantasmales. Así como reconocemos ya en la edad madura o adulta que la poesía en todo trance difícil nos salva.

 

Saliendo de la Residencia de Estudiantes

3. ¿Quién

no?

 

En aquel contexto que refería, sin embargo, cada quien se consideraba el elegido de los dioses y nadie nos preparó piadosamente para el desengaño. Aunque algunos sí fuimos elegidos al menos por alguna muchacha hechizada por aquellas figuras demacradas, obsesionadas e ingenuamente sobrenaturales, imagen que era pegadiza y perseguía a los poetas de aquel entonces.

Vivíamos intensamente esa época haciendo que la universidad abarcara también los bares y las playas, las plazas sonámbulas de los barrios y los terminales de los ómnibus, los caminos polvorientos y los mercados pueblerinos, porque nuestras aulas eran todos esos lugares en donde pasábamos las horas deambulando y discutiendo sobre lo útil y lo vano de esta vida.

En aquellos días febriles, ¿quién no se sintió atraído por la sensualidad de publicar un libro, siquiera una plaqueta? ¿Quién no se ufanó ante un auditorio lleno de amigos famélicos, blandiendo alguna idea osada y, por supuesto, descabellada sobre el arte y la literatura? Así: ¿Quién no trazó insomne su poética, pese a no estar seguro siquiera de haber escrito un par de poemas completos? De allí que coincida en relación a esta época, y en el mejor de los casos, con aquel aserto que se ha dicho respecto a mi poesía, cuál es que ella supo desentrañar el misterio del amor inocente.

 

Recital en San Marcos: Danilo Sánchez Lihón, Abelardo Sánchez León, María Márquez y Jesús Cabel

4. Cada

quién

 

Con Víctor Bueno, hijo del poeta Leoncio Bueno, Eduardo Urdanivia, Antonio González Montes y Manuel González Pumachayco organizamos, a través del Centro de Estudiantes de Literatura, recitales que concitaron el interés y la asistencia de estudiantes también obsesionados por perfilar la gran obra literaria y que venían procedentes incluso de otras universidades.

Aquel ciclo de recitales se presentaba cada viernes en el Pabellón de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y en él leyeron sus primeras creaciones muchos poetas que recién dieron a conocer su obra en aquellos fastos. Algunos de ellos constituyen ahora voces mayores de la poesía peruana y otros muy jóvenes, sus nombres y sus libros han adquirido dimensiones de leyenda porque murieron.

Es el caso de Juan Ojeda y María Márquez, quienes por primera vez se dieron a conocer en esos eventos no exentos de gloria, y ambos se suicidaron, o sus muertes no fueron totalmente esclarecidas, aunque en ambos casos sus vidas tuvieran trazos estremecedores y rasgos trágicos. Después vinieron años confusos, en donde cada quien fue atrapado por sus propios fantasmas o demonios, o bien ganados o arrojados por el trajín del trabajo social y hasta político.

 

Salón de Grados en la Universidad San Marcos


5. Ciudad

inexorable

 

Ahora bien, los primeros poemas que un hombre escribe, que nunca publica, y guarda para siempre en sus cajones, aunque el olvido los desaparezca, son generalmente poemas de amor. Yo pisé también esas brasas, como seguramente muchos de ustedes, compensando mi timidez, y por el brillo y relumbre que a nuestros ojos tiene la mujer amada.

Todo ello lo sustituía con la escritura de largos y sentidos poemas que ahora se amarillan entre otros recuerdos entrañables y que algún día desempolvaré y releeré cuando esté ya muy viejo.

Leer, escribir y comentar poesía era lo que hacíamos en las madrugadas neblinosas por las calles de Lima, o por las playas de Chilca, adonde nos arrojaban los ómnibus interprovinciales, o en los bares y cafeterías de mala muerte de las barriadas de esta ciudad inexorable.

Pero nos obsesionaba también la situación del país, la historia de América, el destino del pueblo, el cambio y la transformación total de las estructuras sociales.

 

Foto en San Marcos. Ricardo Ráez


6. Necesario

recuento

 

He publicado muchos libros en diversos géneros literarios. Uno de ellos vinculado a la poesía es un arte poética titulado “Otro mundo es posible”. El último, correspondiente a octubre del año 2020 titulado “Flor sin nombre”, tiene para mí el carácter de una cábala, de un amuleto y de un exorcismo. He aquí la nómina completa:

1. Las actas, Ed. Piélago, 1969.

2. Scorpius, Ed. Arte Reda, 1971.

3. Canto de acllas, Ed. Gárgola, 1972.

4. Cantiga de dos ciervos del bosque, Ed. INLEC. 1976

5. Crío una mosca, Ed. Gárgola, 1981.

6. Ciudad irreal, Ed. Universidad Nacional Agraria La Molina, 1992.

7. De tripas corazón, Ed. INLEC, 1998.

8. Acción de gracias, Ed. Biblioteca Nacional del Perú, 2000.

9. Para vivir en otra eternidad, Ed. INLEC, 2007.

10. Cantar Chuco. Ed. Capulí, 2009

11. El brillo de tu ausencia. Ed. Capulí, 2011.

12. El hombre y su ángel. Ed. Capulí, 2012.

13. Alhelí. Ed. Capulí, 2013.

14. Otro mundo es posible. Arte poética. Ed. Capulí, 2014.

15. Ceniza enamorada. Ed. Capulí, 2013.

16. Flor sin nombre. Ed. INLEC, 2020.

Vinculado a San Marcos fundé y dirigí, además, en la década del 70, la Colección Gárgola de Poesía; como edité una antología de poetas de mi tierra, titulada Santiago, tierra de poetas.

 

Con mis alumnos de la Universidad de San Marcos


7. Vista

para el ciego

 

¿Qué es la poesía? ¿Y qué significa para mí escribir poesía? Escribo poesía cuando la emoción ha rebalsado sus límites y se desborda el vaso de agua. Cuando estoy expuesto a emociones y contenidos esenciales.

Con la poesía siento que el ser humano deja su condición mortal y se hace eterno en las palabras, que nuestra condición efímera y los padecimientos que afligen a la condición humana se salvan con la significación de un verso o de un poema.

Siento que la poesía es salvadora, alivia, cura, repara, consuela. No es flagelo sino bálsamo, y que con ella nos curamos los seres. Sustituye al ser que nos hace falta, y que ahora no está. Es un grito de auxilio, es buscar ser protegidos cuando estamos cayendo al abismo.

Es ella la que abre puertas, derriba muros, penetra hasta la intimidad más honda y secreta de los seres humanos.

¿Y qué es lo que yo anhelaría más de mi poesía? Íntimamente, ¡y ojalá! quisiera que ella fuera pies para el cojo, oídos para el sordo y vista para el ciego. Y que solucione los males colectivos haciendo posible que el bien la verdad y la belleza se impongan sobre la faz de la tierra.

 

Parque Universitario. Frontis de la universidad



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1 comentario:

  1. Estuve en San Marcos entre el 60 y 66,viví intensamente esos,años formando grupos políticos y terminé Antropología.Conocí a poetas y escritores como tú.Leí Piélago.Hoy vivo en Trujillo.

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