viernes, 1 de enero de 2021

1 de enero, 2022. El bien de ser. / ¿Quién en verdad es rico?


1 DE ENERO, 2022 
EL BIEN DE SER 

¿QUIÉN 
EN VERDAD 
ES RICO? 

Danilo Sánchez Lihón 





La belleza no hace feliz 
al que la posee sino a quien 
puede amarla y adorarla. 
Herman Hesse 

1. La más fina 
alpaca

 

El amo y potentado de la mansión es un señor muy rico y distinguido quien adquiere todo objeto siempre y cuando tenga prestancia, clase y exquisitez. Y mucho mejor si es de una marca prestigiosa y bien cotizada.

Tiene, al parecer, un gusto elegante y refinado que las personas de su entorno admiran con un dejo de sorpresa y también de sutil y oculta fascinación y hasta de envidia.

Las fuentes y escalinatas de su palacete están construidas con los más refinados mármoles de Carrara. Adornan las paredes cuadros y esculturas de artistas renombrados de la época.

Los muebles de su residencia son especialmente fabricados de madera expresamente encargada que sea traída desde Nicaragua y Senegal.

La vajilla que luce su mesa es china, de la más lujosa calidad, y los cubiertos son labrados de la más fina alpaca peruana; así como los jarrones y ornamentos tienen el sello de ser de la famosa porcelana de Febres. 



2. Entraban

y salían

 

Las plantas más exóticas y los mejores retoños de árboles, son embarcados para ser sembrados en sus jardines desde las selvas tropicales de Borneo, Malasia y Singapur.

Las semillas de las más primorosas flores las encarga cultivar a jardineros japoneses de la tradición zen.

Sus preocupaciones son muchas, sus inquietudes arduas y con frecuencia tensas y hasta amargas.

Su mansión es encantadora, pero sus desvelos son agotadores y las deudas gigantescas. Las antiguas y las nuevas adquisiciones atenazan su corazón.

A su puerta siempre acuden los correntistas, los financistas y los banqueros.

Entran y salen de su morada los hombres de negocios, los comisionados de las compañías de seguros. ¡Y, sobre todo, la hueste siempre inoportuna de los acreedores! 



3. Pero

eso sí

 

Pero tiene un empleado que es camarero y cuida también de los jardines, de carácter completamente contrapuesto y diametralmente distinto al suyo.

Es un hombre tranquilo, sosegado y pulcro, que se ocupa del arreglo de la residencia, del cuidado de los jardines y de la poda de los árboles.

No tiene apego a los negocios, es indiferente para comprar, vender y transar. Evita ocuparse de todo lo que sea acumular objetos, bienes y ornamentos, ni menos ostentar.

Es atento y más bien inclinado a apreciar el valor de cada asunto y manifestación que está a su alcance.

Su vida es sencilla, modesta y su carácter apacible. Es el polo opuesto al de su amo que es arrollador, avasallante y carismático.

El camarero parece hasta un poco tímido de carácter, pero eso sí es prudente y cordial en todo. 



4. De qué

modo

 

Hoy día el señor de la casa se ha excedido de copas. Se lo nota nervioso y agitado como si sobrellevara una gran preocupación.

Da vueltas en torno a la mesa de centro en el recinto del gran salón. Está envuelto en un embrollo financiero.

Impaciente ante la calma y el sosiego de su empleado le interpela

– ¡Tú! –Le dice a su dependiente, mirándolo de arriba abajo y largamente hundido en su sillón–. ¡Hombre infeliz que no miras más allá de tus narices!

– ¿En qué puedo servirle, mi señor?

– En revelarme, ¿en qué piensas? ¡Eres pasivo y hasta indolente!

– ¿De qué modo, señor?

– Te resignas a tu mísera condición de súbdito, de asalariado. Y a tu puesto de empleado y dependiente. A ser casi un siervo. ¡Veo que nada te inquieta! ¿No aspiras a nada? ¿Nada te altera?

 


5. En cambio

yo

 

Sonríe tímidamente el aludido, pero mira con comprensión y hasta con ternura a quien es su patrón.

– ¡Qué me dices! ¡Contesta!

– ¡Yo solo quisiera reiterarle mi aprecio, mi respeto y mi cariño, señor!

– ¡Te expresas bien! Eres amable y cortés, pero ¿qué ambicionas?

Y volvió a increparle:

– ¿Qué pretendes? ¿Qué te impones alcanzar? ¡Nada!

– Yo, cumplir bien mi trabajo. Servirle y serte fiel, patrón. –Se oyó decir tímidamente.

– Eres apocado, pusilánime y hasta escaso de mente. –Y carraspeó el patrón.

– Quizá lo parezca.

– En cambio yo, ¡mira lo que hago! ¡trabajo, gano dinero, me afano, tengo una reputación y negocios y, lógicamente, muchos bienes!

 


6. La razón

de tu vida

 

Sonríe el aludido, sin atreverse a responder algo más a su señor.

– ¡Contesta siquiera! ¡Dime qué piensas! ¿Algo? ¿Nada? –Así le llama la atención el dueño–. Y, ¡no te quedes ahí parado, hecho una piedra!

– Yo-, le dijo el sirviente, –me apeno y conduelo de su incesante trabajo, mi patrón, que no tiene reposo ni tiene consuelo. Permítame en servirle una infusión.

– ¡Quédate aquí y escucha! ¡A mí me agita el deseo de superación! ¡De poseer, de hacer mío todo lo que anhelo, quiero y se me antoja!

– Y yo cuido de manera esmerada lo que usted adquiere, patrón.

– Sí. Y te estoy agradecido. Pero, yo sé lo que quiero. ¡Me mueve el afán de progresar! Pero a ti infeliz y mediocre, ¿qué te anima?

– Yo gozo con los bienes que Ud. adquiere, mi señor.

– ¡Pero explícame cuál es la razón de tu vida!

 


7. Mi dueño

y señor

 

– Yo me extasío con las flores hermosas del jardín que usted tiene, pero ni siquiera mira. Me complazco con los árboles que usted manda a traer desde otras latitudes, que como un milagro aquí crecen y cada uno tiene su propia melodía, distinta cada vez que el viento pulsa en sus ramas y en sus hojas.

Acaricio los mármoles que usted trae pero que lamentablemente no tiene tiempo, ni tranquilidad, ni paz para admirar. Y al final no sabe usted ni siquiera que los posee.

Yo me complazco con las preciosas esculturas y pinturas que adquiere en las subastas, pero que después ni se acuerda de ellas. Y trato de desentrañar cuál es la hondura de su significado, pero que usted ni se fija en ellas. Y que solo toma en consideración de ellas en cuanto al precio que le costaron.

Yo palpo conmovido y deslizo mis dedos por la madera nacarada de los muebles y veo la luz que relumbra en la hermosa vajilla y en los cubiertos que tiene. Yo gozo lo que usted compra y adquiere, mi dueño y señor.

 

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