Los animales son portentos y verdaderos prodigios. Son
milagros vivientes y tangibles de la creación.
Si no los percibiéramos con nuestros sentidos jamás
los alcanzaríamos a imaginar, ni alcanzaríamos a concebir que pudieran existir
tales portentos.
Desde el más soberbio en tamaño hasta el más mínimo y
casi invisible a simple vista
En donde cada especie es un asombro y una expresiones
fascinantes de la naturaleza.
Creo que en ningún otro aspecto de la realidad la
maravilla es más ostensible y palpable que en el reino
animal.
Donde casa uno es fantástico y hasta alucinante, para
todos los gustos y temperamentos:
El caballo qué distinto es de la paloma; el toro qué
opuesto al colibrí o a la mariposa.
2. Vínculo
sagrado
Nuestros antepasados supieron reconocer una relación
íntima y profunda entre los animales y el mundo imaginario.
Entre estos seres que representan la infancia del
mundo y la fantasía que horada el tiempo futuro. Entre las aves y los peces y
el mundo eximio y onírico de la creatividad.
Los incas veneraban a los animales, porque eran parte
de la naturaleza y los consideraban sagrados. Así la nuestra resulta ser una
cultura que más que ninguna otra cultivó el respeto a la naturaleza y su
relación con lo trascendente.
Respeto y trascendencia en historias llenas de encanto
y magia, en donde aprendemos a defenderlos en primer lugar de nosotros
mismos y de todo aquello que es equívoco en relación a una moral de frente y de
cara sincera a la vida.
Una cultura que utiliza todos los lenguajes y las
formas de acercarnos a ellos, pero sobre todo el arte como vínculo mágico y la
religión como vínculo sagrado.
3. Recrear
el universo
¿No resulta sintomático que esa sea su denominación?
Es decir, ¿que se llame del modo cómo se llama?
De allí que no por gusto, sino que por una honda
simbiosis entre animales y mundo imaginario nuestro primer zoológico en Lima se
llama Parque de las Leyendas.
Hay, de otro lado, entre nosotros, una relación
directa entre ellos y los cuentos, entre los animales y la literatura, y no
solo en las fábulas, ni solo en los apólogos y sus moralejas, sino en todo.
Contamos con una profusa literatura oral y escrita erigida
y hecha en base a los animales que ese vocablo aquí no es para denigrar sino
para exaltar.
Y en general en nuestro arte el animal ha sido el eje
de nuestra reflexión y manera de sentir, pensar y recrear el universo.
Haciendo honor a nuestra cultura ancestral, a todos
ellos debemos venerarlos.
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