domingo, 24 de enero de 2021

24 de enero. ¡Ya viene el día! ¡Ponte el alma! / El poema Pedro Rojas de Vallejo.


24 DE ENERO 
¡YA VIENE EL DÍA! 
¡PONTE EL ALMA! 

EL POEMA 
PEDRO ROJAS 
DE VALLEJO 

Danilo Sánchez Lihón 





1. La causa 
del hombre

 

La poesía de César Vallejo es poesía ritual, ceremonial y litúrgica, en la cual interactúan varios planos o niveles de significación, siendo uno de ellos el sustrato religioso de enorme entroncamiento con el cristianismo auroral, que en Vallejo es una fuente en su formación y estructura anímica por formar parte de sus raíces y haberlo absorbido de sus ancestros familiares, culturales y hasta telúricos.

Poesía en cuya trama ocurren varias muertes, y como en el evangelio cristiano varias resurrecciones, la más conocida es la que sucede en el poema “Masa”, en donde el motivo central es la resurrección de un hombre por la solidaridad colectiva de la humanidad unánime.

Pero también otra resurrección notable es la que acontece en el poema III de España, aparta de mí este cáliz, más conocido como “Pedro Rojas”, y cuyo primer verso es: Solía escribir con su dedo grande en el aire, teniendo a los padres y hombres, maridos y más hombres, que militan y luchan a favor del bien. Y cuyo personaje, pese a su condición común y corriente, humilde y cotidiana, asume la representación de todo el género humano para luchar por la causa del hombre.

 


2. Muertes

militantes

 

Hay muertes que son militantes, que se dan en el frente de batalla, en un reducto o en un relicto desde el cual se defienden sagrados e irrenunciables intereses humanos, y esa es la condición de la muerte de Pedro Rojas, quien:

Solía escribir con su dedo grande en el aire:

“¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”,

de Miranda de Ebro, padre y hombre,

marido y hombre, ferroviario y hombre,

padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes.

Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!

Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!

¡Abisa a todos los compañeros pronto!

Pedro Rojas es la muerte de un individuo, pero en representación del mundo, que con en este episodio se da un paso a la redención colectiva, que se traza cuando se muere defendiendo la causa de la humanidad entera frente a las hordas de la destrucción y la muerte.

 


3. Pasa

por mí

 

Palo en el que han colgado su madero,

lo han matado;

¡lo han matado al pie de su dedo grande!

¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!

¡Viban los compañeros

a la cabecera de su aire escrito!

¡Viban con esta b del buitre en las entrañas

de Pedro

y de Rojas, del héroe y del mártir!

Lo han matado al pie de lo más personal, propio e ínfimo que él tenía, cuál es su dedo; que es así, pese a ser su dedo grande, que es el más suyo y a la vez el más desconocido e intransferible.

Muertes en las cuales hay un vínculo que nos une indisolublemente a todos los hombres de la tierra. Porque en todas las vidas y en todas las muertes hay aquel lazo de sangre que corre por nuestras venas.

Que es un río que viene desde muy lejos, hace milenios; que pasa por mí, por ti, por él y por todos; que hoy me cubre y cobija, y que yo lego a mis hijos. Es por eso que:

 


4. El árbol

de la sangre

 

Registrándole, muerto, sorprendiéronle

en su cuerpo un gran cuerpo, para

el alma del mundo,

y en la chaqueta una cuchara muerta.

Pedro también solía comer

entre las criaturas de su carne, asear, pintar

la mesa y vivir dulcemente

en representación de todo el mundo.

Puesto que es el árbol de la sangre el que aquí se ausculta, que no me pertenece a mí solo, porque pertenece a todos como especie, como hermanos que somos, como “padres procesales”. Frase que le sale límpida, que borbota y que chispea como en el fogón la leña y en el corazón que ama la pasión por consagrarse a lo noble y trascendente.

Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,

despierto o bien cuando dormía, siempre,

cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.

¡Abisa a todos los compañeros pronto!

 


5. El hombre

que vendrá

 

Plano en el cual todo lo redime ser hombre; donde Vallejo pone la categoría de ser hombre por encima de toda entelequia y de todo paraíso soñado. Más alto que todo Olimpo y de toda tierra prometida. O de toda divinidad a secas:

¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!

Lo han matado, obligándole a morir

a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquél

que nació muy niñín, mirando al cielo,

y que luego creció, se puso rojo

y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.

Que nació, creció y se hizo hombre. Abrazó una fe y murió por ella. Y por ello resucita. Transido y lúcido. Tránsito también a una resurrección colectiva, porque la acción o proeza lo hace no un ser individual sino imbuido de fe en lo colectivo.

Donde el resurrecto es la colectividad que encuentra su poder, en la dialéctica de la solidaridad. De allí que de lo que se trata es de pelear para que el individuo sea un hombre, el caballo sea un hombre y hasta el cielo todo un hombrecito como entendimiento de lo que es un ser humano.

 


6. Lleno

de mundo

 

Es el canto del hombre que vendrá. Es el estruendo de la esperanza y la utopía andina. Claro que es utopía que todos los hombres se amen. Pero es una utopía válida.

Porque la esencia moral de una utopía, cualquiera sea, es irrebatible. Y está lejos y libre de todo juicio administrativo. Porque constituye un ámbito que ya no puede juzgarse con la razón sino con las motivaciones del alma, que son las únicas verdades trascendentes:

Lo han matado suavemente

entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez,

a la hora del fuego, al año del balazo

y cuando andaba cerca ya de todo.

Pedro Rojas, así, después de muerto,

se levantó, besó su catafalco ensangrentado,

lloró por España

y volvió a escribir con el dedo en el aire;

“¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”.

Su cadáver estaba lleno de mundo.

 


7. Se levanta

para adherirse

 

Pedro Rojas murió así recostado sobre el cabello de su mujer, en los sueños de las personas que lo amaban, La primera es su pareja, la Juana Vásquez. ¡Y esa es su grandeza! Porque, ¿dónde finalmente se muere sino es en la quimera de los seres que nos aman, en donde ya no es muerte sino resurrección?

En los sueños de los seres con los cuales compartimos la vida, aquellos con quienes nos frecuentamos y nos cabe el encanto de compartir este mundo, cerca ya de todo, en el frontis y a las puertas de nuestra realización definitiva.

Porque Vallejo como Cristo se ocupó de los humildes, que son a la vez los valientes y heroicos, porque son quienes asumen siempre la causa social. Su héroe es el hombre común y corriente que es el verdadero hombre auténtico y el verdadero Mesías.

Pedro Rojas es la realización máxima de la humanidad consciente; por eso su cadáver, que está lleno de mundo, se levanta para adherirse a su propia muerte. Entonces besa su catafalco ensangrentado y él mismo se brinda aliento. Y vuelve a escribir, no anónimamente sino calando su firma en el aire: “Viban los compañeros! Pedro Rojas”.

 

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