– ¡Nancy! –Le dijo mi
hermano Guillermo a mi hermana Nancy, el día que mi madre cumplió 90 años–. El
día en que mi mamá cumpla 100 años, ¡ese día yo te corono!
Y eso lo expresó él así porque últimamente es mi
hermana Nancy quien atiende y cuida de mi madre Elvira Lihón Paredes en su casa
de Filadelfia, en los Estados Unidos.
Lamentablemente mi hermano Guillermo, quien era el más
joven de los cuatro hermanos varones, murió.
Ese hecho que enlutó a nuestra familia ocurrió el 29
de julio del año 2017, cuando mi hermano tenía 63 años de edad, sin alcanzar a cumplir
su promesa de coronar a mi hermana Nancy como lo había prometido.
Sin embargo, el día 20 de mayo del año 2019 nuestra madre cumplió
100 años de vida plena, radiante y jubilosa.
Una vida llena de fortaleza, de bien y de proyección con obras y cariño hacia los demás.
Nancy, primera de la izquierda, con diadema
2.
Ese día sus cuatro hijos mayores, quienes somos
Juvenal, Rosa, Jaime y yo, nos encontrábamos aun participando del 20 Capulí,
Vallejo y su Tierra.
Y que en el año 2019 el itinerario que recorrimos
abarcó diversos pueblos de Ancash y de La Libertad, incluyendo Santiago de
Chuco, cuna del vate universal César Vallejo.
Por eso, recién la fiesta de celebración por los 100
años de vida de nuestra madre se realizó el día sábado 25 de mayo de aquel año.
Llevada a cabo a partir de las 6:30 de la tarde en el
Centro Español del Perú, situado en la Av. Salaverry 1910, en Jesús María, en
pleno corazón de Lima.
A ella asistieron más de 150 invitados venidos del
interior de nuestro país, y de distintas partes del mundo.
Ha sido una fiesta de gala donde se presentó un
espectáculo folclórico de danzas originarias del Perú.
3.
El edificio lucía adornado de luces que se proyectaban
haciendo arcos y cúpulas. Y tanto la rotonda central como los toldos que se
habían erigido adelante y a los costados del gran salón principal, daban al
lugar la imagen plena de ser un palacio.
Pero no solo eso, sino que los trajes de los 150
invitados ayudaban a darle a la cita la apariencia de una fiesta señorial.
Por eso el vestido color perla hasta el suelo, con
bordado de brillantes y la diadema que lucía mi hermana Nancy en la cabeza pasaron
desapercibidos entre tantos vestidos de gala allí reinantes.
Allí estuvimos los 10 hijos de nuestra madre que
llevamos el apellido de Sánchez Lihón, siendo el único que faltaba Guillermo.
Por eso, mientras yo hablaba y me refería a mi hermano
ausente volteé a mirar a mi hermana Nancy y la diadema sobre su frente.
4.
Es una joya que, al ya no estar nuestro hermano Guillermo
presente entre nosotros, mi hermana misma se la compró.
Y lo hizo sin escatimar esfuerzos en cuanto a costo, y
adquiriéndola en una de las tiendas más finas de los Estados Unidos, la joyería
Swarovski.
Y lo ha hecho como homenaje a nuestro hermano muerto,
a mi madre y a ella misma, quien la cuida.
A nadie ha dicho ella la razón de lucir esa corona en
la frente, como tampoco ninguno de los invitados lo ha sabido, ni antes ni
después, hasta ahora que escribo esta nota.
Y que solo la he sabido yo; y que hoy día he querido revelar,
también en homenaje a mi madre que en mayo de este año 2021 cumplirá ciento dos
años.
Rindiendo el mayor tributo a mi hermana Nancy, quien
la cuida. Y también como homenaje a la vida que, así como nos arrebata a seres
queridos, también suele ser pródiga y dadivosa, como al tener a todos nuestros seres
amados unidos y juntos, y compartir con los demás todo el bien que tenemos.
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Bella historia. Narración de lujo. Un abrazo. Ana Arrunátegui
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