domingo, 31 de enero de 2021

31 de enero. Día del Mago. / Un niño raro y curioso.


31 DE ENERO
DÍA DEL MAGO

UN NIÑO
RARO
Y CURIOSO

Danilo Sánchez Lihón




El que no cree en la magia
nunca la encontrará.
Roald Dahl


1. Ribetes
dorados

 

Este era un mago que al principio era un niño muy raro y curioso. En primer lugar, no quería ser abogado ni médico ni profesor.

Tampoco deseaba ser soldado, ingeniero o contador que se pasara la vida detrás de un mostrador.

Le gustaba, en realidad, todos los oficios extraños sin fama ni reputación. Lo primero que quiso ser fue mago, pero esta espina no sabemos si se le pasó o se le quedó incrustada para siempre. Porque en seguida quiso ser un buen vendedor de helados.

Y nadie sabe cómo se las arregló para hacerse de un cornetín, pero lo cierto es que una tarde apareció tocándolo de modo largo y lastimero como hacen los heladeros de mi lugar.

Para eso también se había conseguido un gorro azul con ribetes dorados como los que tienen aquellos que se dedican aquí a esta labor.

Salió a la calle y casi de inmediato consiguió empleo montado en la parte de atrás de una carretilla de heladero verdadera de un hombre vendedor de helados de muy buen humor a quien le pareció graciosa la imitación que de él hacía el chiquillo.

 


2. ¡No

te vayas!

 

Lo empleó en su triciclo solo por jugar, pero lo extraordinario fue que desde ese instante las ventas de helados subieron a una cifra descomunal que ya no se podía contar.

Y el dinero en las cajas se derramaba, por el éxito exagerado que tenían en esas pocas horas.

– ¡Somos ricos! ¡Somos ricos! –Gritaba en su alegría el buen hombre ya mayor.

Pero el niño a la mañana siguiente vio a un personaje que camina en una cuerda tendida desde la cúpula de la iglesia y que se prolonga hasta la azotea del edificio más alto hacia el lado opuesto de la plaza.

Su deseo fue inmediato: ir también caminando por los aires, como lo hacía el equilibrista desaforado.

 

 


– ¡No te vayas! ¡No me dejes!

Le rogaba el heladero–. Si quieres tú maneja la carreta y yo voy a pie.

Si quieres tengamos el negocio a medias, mitad y mitad. Será tuyo todo lo que tengo. Te casarás con mi hija que es bella como una flor.

– ¡Piensa siquiera un momento!

Implora en su desesperación antes de que él lo deje. Pero nada convenció a este niño que nació para ser raro y curioso

 


3. Día

tras día

 

Pero es en vano. Nada puede conmover ni detener al chicuelo. Y al rato, ¡no se sabe cómo!, apareció tambaleándose de un extremo a otro de la cuerda.

Cuando el equilibrista verdadero terminaba de dar, al otro lado del abismo, su último paso y llegar y cogerse del borde de la azotea, empezaba tambaleándose el niño raro y curioso que nació para ser mago.

Un grito de espanto se escuchó en el público que observaba desde abajo. Eso lo detuvo y lo hizo perder el paso al chico unos breves segundos.

Pero, luego se repuso. Y avanzó resuelto, con un balanceo perfecto que arrancaba lágrimas y aplausos de la concurrencia; mientras las viejitas se desmayaban al verlo pasar muy alto encima de sus cabezas.

Día tras día, la gente se aglomeraba para verlo actuar y grandes negocios se hacían allá abajo vendiendo pastelillos, empanadas, refrescos y mil cachivaches y baratijas más.

 


4. Dejó

todo

 

El viejo heladero lo contemplaba hacia arriba conmovido y hechizado enjugándose los ojos con un pañuelo

– ¡Empanadas calientitas, mientras mira al artista de la aldea!

– ¡Refrescos! ¡Vendo refrescos!

– Papas rellenas con limón, cebolla y ají.

– ¡Pastelillos, pastelillos de equilibrista!



Así se repetía este bullicio de uno a otro confín. Eran los pregones de la gente sencilla. Y ya se armaron abajo los negocios a escala mayor.

Pero, pronto descubrió el chico, desde lo alto de la cuerda, a un organillero que movía la manivela de una caja de música y a un mono vestido de muñeca que sacaba las suertes en unos papelitos.

Dejó todo. Pero esto con el desconsuelo y luego la protesta de decenas de ambulantes que vivían de su espectáculo allá arriba y ellos felices allá abajo.

De nada sirvieron gemidos, llantos ni ahogos. Tampoco amenazas de matarlo.

 


5. Como

jamás

 

Y se fue detrás del organillero que, al rato, lo empleaba en cargar el atril y a ratos jalar el cajón donde el mono cogía los horóscopos en retazos multicolores de papel.

En ellos se adivina el destino de la gente que paga sus últimos centavos por conocer miserias y también sueños irrealizables y delirios de grandeza y de prosperidad.

El hombre del organillo comprobó que desde que el niño lo acompañaba las ganancias eran estupendas, y es más resultaron fabulosas.

Tanto que tuvo que pararse delante de la puerta donde le imprimían más papelitos porque el negocio era redondo.

Y los billetes de cien soles no le cabían en los bolsillos, como jamás lo había tenido antes.

 


6. Bosques

tropicales

 

Sólo que este niño que nació para ser alguien muy raro y curioso, nunca permanecía por mucho tiempo en un oficio, por más extraordinario que fuera el dinero que se ganara y él recibiera.

Y así fue creciendo de empleo en empleo. Y cada vez también cambiaba de lugar de permanencia.

Ya cuando fue mayorcito viajó también de país en país.

Por eso, hoy día es marinero en Trinidad y Tobago y mañana es aviador en Estambul.



Hoy es cambista en Madagascar y mañana sembrador de perlas en Japón.

Hoy es tocador de gaita en Irlanda y mañana recolector de frambuesas en Jacksonville.

Hoy es navegante expedicionario hacía el Polo Norte y mañana como explorador de finas maderas en los bosques tropicales de la Amazonía del Perú.

 


7. Historia

extraordinaria

 

En todos estos menesteres el dinero les llegaba a torrentes. Por eso, hizo un precioso palacio de perlas y diamantes que regaló de incógnito a su madre, como si ella lo ganara en un papelito que le diera el organillero, quien de buena gana colaboró en hacer creer esto a la buena mamá.

Una pileta con incrustaciones y una larga calle empedrada de oro y azulejos mandó construir calladamente para el pequeño pueblo que lo viera nacer.

Para lo cual hizo aparecer como que el dador lo regalaba a un antiguo compañero de escuela que de inmediato fue elegido alcalde de la ciudad.



Una banda completa de instrumentos de música apareció cierta mañana en la puerta de la escuela donde había estudiado la educación primaria. En fin, no acabaríamos nunca si tratáramos de enumerar todo aquello que obsequiaba a su paso.

Hasta un día en que pasó una muchacha por la calle con un vestido flotante por el viento. Y su corazón dio vuelcos desbocados y conoció lo que es el verdadero amor.

 



Dibujos de
Nobuko Tadokoro


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