Tío
Álvaro: Mi madre, quien es hermana tuya, y quien tiene ya más de 100 años de
vida, me encarga venir hasta tu tumba esta mañana en representación de nuestra
familia, y con este ramo de flores en donde hay pachas rosas, clavelinas, margaritas,
alhelíes y jazmines recogidos del huerto de tu casa. Y a decirte que quienes
aún te sobrevivimos en esta tierra nos sentimos inmensamente orgullosos de ti
por la estela de vida que tu existencia nos deja.
Por
haber sido un hermano, un padre, un compañero de vida; un hombre, en suma, de
muchos afectos; de cariños hondos y vibrantes y totales. Por ser como has sido
en cuanto a saber querer y a saber amar. Por habernos querido, que será aquello
que más nos alumbre e ilumine en esta vida, para ser los hijos que debemos ser,
los sobrinos que debemos ser, los hombres de bien y ciudadanos cabales que
debemos ser.
Sentimos
orgullo de ti, tío, gracias al cuidado que has tenido por todo lo que era la
casa familiar, el mirar fundamentalmente la vida desde dentro y no desde
afuera. De pensar primero en ser buen hijo y después buen padre. En tener tan
arraigado en ti lo que es proteger, cuidar, acunar.
Álvaro Rojas, primera fila, tercero de la izquierda
2. Nuestra
heredad
Estamos
orgullosos de ti, tío, porque eras un ciudadano que velaba por la autenticidad
de nuestras tradiciones. Porque eso nos da una presencia en el mundo, nos hace
grandes y nos enaltece.
Un
ser humano ligado a las tradiciones, a la buena calidad de los productos, a la
honradez cabal de la gente empezando contigo.
El
hecho de haber pedido que te entierren aquí en tu tierra, pese a haber muerto
lejos es todo un símbolo, y tal cual lo dejaste dicho se ha cumplido. Porque no
moriste aquí, pero aquí sí naciste creciste, amaste y procreaste, legándonos tus
enseñanzas.
Resguardando
el patrimonio, ese gran valor que como santiaguinos tenemos que empezar a
relievar mucho más, y a tener mucho más en cuenta lo que es nuestra heredad, porque
en ello reside nuestro valor como pueblo y nuestra identidad.
Vista panorámica de Santiago de Chuco
3. Tanto
lo querías
Un
primo mío, Javier Castillo Rojas, cuando vino junto conmigo a tu entierro, al
cederme la cinta negra del ataúd para que yo la porte desde el Obelisco hasta
esta tu santa sepultura, al yo cogerla, me dijo emocionado, y lo recuerdo muy
bien:
–
Danilo: qué bonitos son los entierros aquí en Santiago de Chuco. Mira, porque
en primer lugar todos te cargan en hombros hasta tu sepultura. Y pasamos bajo
los techos y estos aleros. Las personas al escuchar la música compungida salen
a las puertas de sus casas y balcones. Y miran. Y así te despiden y tú te
despides. En la costa todo es frío y mecánico: suben el ataúd a una carroza, la
gente sube a un ómnibus y se acabó.
Conservemos
entonces nuestras tradiciones, los aleros y tejados de nuestras casas, sus
puertas ojerosas, los balcones de antepecho con sus balaustres torneados; y no
las adulteremos. Tratemos de que Santiago de Chuco sea un pueblo con identidad,
como tú tanto lo querías.
4.
Juventud
llena
de ideales
En
Santiago de Chuco no había ser más apuesto que tú. Y adorado por todas las damas
del pueblo. Las muchachas cuando pasabas se arremolinaban en sus puertas, a
escondidas o abiertamente, y te silbaban. Porque, además de ser guapo eras amiguero,
valiente y peleador.
Vestías
elegantemente. Y es que, eras el único hijo hombre que se había quedado en la
casa, donde vivían tu madre, tu hermana Zarela, tu hermana Betty, Gladys, la
Mechita; vástago de un linaje afincado en esta tierra. Y a esta tierra vuelves.
Representas toda una época gloriosa en la vida de nuestro pueblo Santiago de
Chuco. Eras el adalid de la juventud de una época en que los jóvenes tenían el
protagonismo en la vida ciudadana de nuestro pueblo.
Personaje
galante y exquisito. Eximio deportista y amigo de todo el mundo. Símbolo de una
juventud llena de ideales, inquieta y aguerrida. Una juventud que amaba a su
pueblo porque regresaba a él para hacer grandes actividades culturales,
sociales y cívicas. Representante de la pasión por el deporte y de enorme
filiación por la educación. Ligado al Colegio Nacional César Vallejo, primero
como Auxiliar, luego como profesor y después como director.
5. A
manos
llenas
Estamos
orgullosos de ti, tío, por tu vallejismo militante; por ser el hombre pensante,
culto y preparado que has sido. Por importarte mucho el ámbito del intelecto,
del conocimiento y del espíritu, como todo ciudadano digno de nuestro pueblo lo
debe ser, cuya categoría es alta y señera a nivel nacional y mundial.
Somos
Capital de la Poesía del Perú. Y debemos ser también Capital de la Conciencia
Social, porque ningún pueblo como el nuestro ha sabido forjar los combatientes
por la justicia social, la libertad y la solidaridad, como lo ha hecho nuestro
pueblo. Y tú eras en ese aspecto un adalid.
Son
muchas las razones, tío, por las cuales estamos orgullosos de ti, en mi caso
diré que por tu militancia como miembro del movimiento cultural Capulí, Vallejo
y su Tierra, que anhelamos que arraigue profundamente en nuestra tierra, y que
podamos devolverle a nuestro pueblo la prestancia que tuvo.
Hay
tanto por hacer y es tierra tan fecunda y trascendente la nuestra que todo lo
que hagamos será poco para ponernos a la altura de lo que ella nos ofrece y nos
prodiga a manos llenas.
Juventud de Santiago de Chuco
6. Hombre
de bien
Tú fuiste uno de los
primeros integrantes de Capulí en Santiago de Chuco. Y tu militancia en él era
proverbial.
Cuando llegaba
Capulí desde la primera hasta la última hora del día escuchabas las
conferencias y desde atrás del auditorio, humilde y silencioso. Y no te perdías
ni coma de cada exposición que luego comentabas mientras comíamos envuelto en
tu poncho en el fogón de la cocina.
Por eso, y en
contraste, no olvidaré nunca y quedará en mis retinas, la imagen del último
Capulí, que guardaré como un símbolo de lo que es este movimiento para un
hombre de bien como lo eras tú.
Y es cuando lo vi
gatear porque subir escaleras ya no podías, por las gradas del municipio a fin
de llegar al segundo piso donde está el Salón Consistorial y escuchar siempre desde
atrás, las conferencias y comunicaciones que sobre César Vallejo se desarrollaban
en ese local.
Álvaro Rojas
7. Tu
memoria
es ejemplo
Estamos orgullosos
de ti, tío, por la estela que nos dejas de cariño a tu pueblo, a lo que él es
como esencia, como cobijo, como lar maternal, paternal y filial.
Porque entre todas
tus elecciones tú elegiste tu pueblo de origen. Y te quedaste a vivir aquí. Y
hasta de muerto has regresado a enterrarte aquí.
Y ese es un ejemplo
para todos nosotros. Quienes debemos extraer de estos hechos ineludibles, antes
que tristeza y desfallecimiento, alegría, coraje y fortaleza.
Habiendo ya su alma
volado al cielo, aunque estando tu cuerpo aún presente entre nosotros, aunque
ya inerte en tus huesos. Quiero decirte que tu muerte nos compromete a volver a
nuestra tierra de origen siempre, vivos o muertos.
Y a ser cada día
mejores hijos y mejores padres. Y mejores ciudadanos. Por todo ello tu memoria
es un ejemplo y tu legado brillará entre arreboles como brilla ahora el sol
poniente, y será como el sol imperecedero.
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