Un país se hace grande en la medida que tiene grandes
hombres y estos echan sobre sus hombros todo aquello que es fundamental sostener
para asegurar su destino promisorio.
Y, a la inversa, nada lo pierde, afecta y empobrece
tanto como los malos personajes que se aprovechan de él, y más cuando adquieren
poder y son determinantes en la toma de decisiones.
Es aquí, en estos aspectos que se triunfa o se pierde.
Pero, ahora bien, ¿quiénes son esos personajes? ¿Acaso son otros? ¿Están lejos?
¿Están cerca? ¿Están por venir? ¿Quizá están al frente de ti?
No. Somos nosotros mismos. Eres tú. Y soy yo. Y en la
medida que nos hagamos mejores y más eficaces cada día, es cómo engrandeceremos
más y mejor a nuestra sociedad y a nuestro país.
Esos personajes no son otros. No es alguien ajeno a ti.
Eres tú mismo haciéndote más verdadero y más auténtico.
2. Desde
dentro
En este aspecto es importante también tomar en
consideración que es a través de las instituciones y de las organizaciones
sociales cómo plasmamos nuestra contribución a la sociedad.
Es actuando organizadamente cómo nos hacemos
valederos. A través de entidades que no debemos mirar como algo ajeno o extrañas
a nosotros mismos.
Sino más bien como los espacios en donde concretemos
nuestros ideales y por medio de las cuales mejoramos nuestro contexto y afinamos
nuestro modelo social.
Instituciones que son también las que deben mejorar. En
primer lugar, quienes están dentro de ellas y pertenecen a sus filas y al
contingente de sus miembros.
Quienes las representan, las conforman e integran; desde el trabajador más humilde hasta el funcionario más alto y encumbrado, pero también quienes están fuera y se sirven de ella.
3. Es
a pulso
Para ello dejar los intereses mezquinos y ocasionales,
las bajas pasiones, y guiarse por lo que es de valor amplio, abierto y
comunitario.
Y para triunfar una clave es que todo lo hagamos con
el corazón en la mano, incluso si nos equivocamos en todo, en parte o en nada.
Pero siempre íntegros, totales y expuestos;
arriesgando todo, en vilo y a pulso, sin máscaras ni ropajes.
Puntuales en toda cita de honor, que significa
presentarnos sinceros, sin dobleces, ni malas intenciones, o con intenciones
torcidas.
Sin reticencias ni medias tintas, sin peros ni
disculpas. De pie, incólumes, enterizos, francos y confiados ante los asuntos
supremos, y de vida y muerte.
Corazón en la mano es a pulso, firmes, con la mirada al
frente. Enterizos, convencidos, candorosos.
4. Mil
victorias
Como cuando en el patio de la escuela y mirando las
malvas florecidas en el muro y los gorriones revoloteando en el alero entre el
azul del cielo y los tejados, entonamos las notas del Himno Nacional.
Observando de reojo a nuestro compañero venido del
campo caminando desde la madrugada, y que igual, con su rostro candoroso y su
talante límpido se desgañita cantando.
Apostando en todo. Aferrados al triunfo, con toda fe,
absolutamente seguros de que se vamos a escalar montañas y van a abrirse los
mares, sin titubeos ni reticencias.
Dando todo por el hermano y si es posible hasta
muriendo por él, hecho que siempre será una victoria.
Como cuando César Vallejo afirma de Pedro Rojas que después de muerto se levantó, besó su
catafalco ensangrentado, lloró por España. Y cuando revisaron su cuerpo su
cadáver estaba lleno de mundo como símbolo de no haber vivido en vano.
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