sábado, 6 de febrero de 2021

6 de febrero. Literatura infantil. / En todo la mano de Dios.


6 DE FEBRERO, 2021
LITERATURA INFANTIL

EN TODO
LA MANO
DE DIOS

Danilo Sánchez Lihón



Como el niño
que amanece
dentro del pecho
del hombre.
Thiago de Mello


1. Casa
nativa

 

La literatura infantil es portento, maravilla y sustento. Pero, ¿y, cuál es? Muy simple.

Es aquella que los niños hacen suya. Que la adoptan, asumen y transforman libremente.

Que la incorporan a su mundo de manera entrañable y afectiva.

Que vivencian, incorporan a sus juegos, la integran a sus sueños y a su vida real, ideal y cotidiana.

Que la recrean y cambian a su antojo. Que la vuelven a vivir de diverso modo, trasponiendo de la escritura a la oralidad, traspasando el libro y haciéndola casa.

Casa familiar, nativa, y trascendental. Pero casa. Esta es la clave, el concepto, la raíz o la esencia casa. Casa a la vez fantástica y casa objetiva.

 


2. Valores

acrisolados

 

Y siendo así, y por si acaso, literatura infantil no es aquella a la cual se le pone la etiqueta de ser tal, y que intencionalmente se destina a los niños para enseñarles o venderles algo.

No es aquella que intenta convencerles o persuadirles de esto y lo otro con buenas y malas artes, colmándola de ñoñerías e ilustraciones.

E implementándolas de una estrategia de ventas con un amplio despliegue publicitario, que entroniza dicha obra en el mercado con técnicas de marketing editorial.

Obras que no tienen méritos para ser considerada ni siquiera literatura, ni mucho menos literatura infantil.

La misma que exige cualidades y valores más acrisolados, más sutiles y elaborados que el resto de literatura. Y que son más raros de encontrar en cualquier contexto cultural.

 


3. Afinidades

e intereses

 

Pero retomando lo que decíamos al inicio, ¿qué es lo que hace que cierta literatura sea adoptada, escogida, querida y hecha suya por los niños?

Estos la eligen principalmente cuando asume sus inquietudes, refleja sus problemas, y cubre sus expectativas.

Cuando atiende sus preferencias, responde a sus ilusiones y esperanzas, o da pábulo a sus grandes preguntas, recrea sus vivencias y da pábulo a sus anhelos más sentidos.

Los niños incorporan la literatura infantil a su mundo si es que a través de ella pueden ver representados sus sentimientos, emociones y experiencias. Y por donde deambula su mente y su espíritu.

Igual a lo que ocurre con los adultos: cuando seleccionan o eligen una literatura, que lo hacen en función de sus afinidades e intereses más sentidos.

 


4. El padre

del hombre

 

Eso sí, de manera ineludible, en todos los casos y siempre, la literatura infantil debe ser una obra de arte literario, probada, cabal y soberana. Porque hay de todo en esta Villa del Señor.

Y para ser tal ha de tener una obra escrita para niños que se ofrece como literatura, en primer lugar, todos los atributos estéticos, como cualquier otra obra de arte en general.

Y en estética, vinculada a la niñez lo fundamental es la belleza como deslumbramiento, la verdad como revelación y el bien como esencia.

Y así como se reconoce en la vida: que el hombre es derivación y consecuencia del niño, el niño es en realidad el padre del hombre.

Así también en el vínculo entre literatura infantil y el resto de literatura, aquella es la básica y general; como es lógico y natural suponer, pensar y aceptar.

 


5. Crear

y creer

 

Del mismo modo, y así también, debemos reconoce por fin y actuar bajo dicha óptica y orientación; en el sentido de que el centro de todo en el ámbito de la literatura infantil es el niño y no las obras literarias.

Que el protagonismo de la acción en el hogar como en la escuela y en la educación corresponde tenerla al niño. Hecho que también debe ocurrir en el campo que venimos dilucidando.

Que leemos a partir del niño que somos, ya que no hay mayor afinidad posible que la existente entre literatura y niñez, o entre infancia y literatura.

Porque solo podemos leer una obra literaria a partir de nuestros intereses, emociones y desvelos. Y en la incursión libre y dichosa por el mundo de la ficción, que es una cualidad raigalmente infantil.

Que cabe sustentar entonces idéntica relación, y defender en el campo del arte y más consecuentemente en el terreno de la literatura esta preeminencia del don de crear y de creer.

 


6. Las cosas

y los hechos

 

Y entrar a una relación más fresca y lozana con el espíritu de infancia.

Y que es el mismo que tiene la vida y el mundo, y que está prístino y radiante en la literatura infantil.

Por eso, al escribir una obra dirigida a los niños hay que hacerla instalados en realidades trascendentes que muchas veces no son palmarias, precisas ni evidentes.

Donde mientras más incertidumbre y riesgo haya en la obra, da como resultado que su trama y su entraña se torna mucho más intensa y valiosa.

Y esto frente a otras que intentan desde la superficie servir e implementar determinadas temáticas, expectativas o necesidades muy terrenales en los niños.

En ellos que en muchos aspectos son etéreos y volátiles y que ingresan mucho más fácilmente a lo secreto e inexplicable de las cosas y los hechos.

 


7. Creación

del universo

 

Escribir entonces más tocados por el misterio. Sin explicación alguna de por qué se lo hace. Ni de cuál es el sentido de la obra.

Imbuidos meramente de encanto, de magia y sortilegio. Lúdicamente, tocados por lo libre, lo profano y al mismo tiempo por lo sagrado.

Y orientarnos más por el misterio al cual se enfrenta un escritor de libros para niños.

Y que debe ser tan grande y vasto que él mismo debe quedar sorprendido y ser el lector extasiado de sus propias imágenes y configuraciones.

Y de su propia obra más por la intensidad y magnificencia del arcano que se descorre y desenvuelve que por lo que él logre entender, o por lo que quiere exponer o por lo que intenta dilucidar.

Donde más bien aparezca, o se vea, o se presienta o apenas se sienta la mano de Dios en la creación infinita del universo.

 

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