– ¿Cuántos años tiene
usted?
– Ahora diecisiete,
profesor.
– Y, bueno, ¿en el amor?
¿Está usted enamorado?
– Sí, profesor. – Sonrisas
y aplausos de los compañeros.
– Y, esa privilegiada dama,
¿vive aquí, en Lima?
– No, profesor. Se han
quedado en mi tierra.
– ¡Ah, caramba! ¡Son
varias! –Risas jubilosas de los compañeros.
– Se trata, profesor, de
que yo estoy enamorado de los ríos.
– ¿De los ríos? ¿Del agua
que corre por unos cauces llenos de piedras?
– Sí, señor. Porque no solo
son bellos sino trabajadores, son legiones de obreros, multitud de brazos
pendientes de nuestras órdenes si es que queremos domeñarlos.
– Así, ¿qué extraña y
novedosa visión? ¡No me había dado cuenta de que los ríos tuvieran brazos ni
que fueran trabajadores!
Risas, algunas
estrepitosas.
Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe
2.
Quiénes
son
– Sí. Tienen esos brazos y
son trabajadores. Hacen funcionar las fábricas; encienden la luz en las
ciudades; iluminan las casas, los comercios, las universidades, los colegios y
sus aulas como esta, si es que su fuerza la convertimos en energía eléctrica.
– ¡Ah, claro! ¡Tampoco me
había dado cuenta de eso!
– Pero, además, son
guerreros del ejército Inca para defender nuestra patria y nuestras fronteras.
Son soldados que cantan himnos de victoria. Son nuestros Incas que han querido
permanecer como ríos para nuevamente forjar la grandeza del Perú milenario.
– Entonces usted cree que
los ríos tienen una época preferida de la historia, y tienen seguramente
ideología.
– Los Incas supieron
quiénes eran los ríos. Ahora nos hemos olvidado de ellos, o no sabemos quiénes
son.
– Y seguramente somos malos
con ellos como seres vivos que ellos son.
– Sí, efectivamente. Se los
contamina y desperdicia. Pero, aun así, son el magnánimo Pachacútec, de un
poder inmenso y noble para transformar y hacer la riqueza y la prosperidad de
nuestra patria. Son oro puro por la energía que cargan.
– Como ha dicho usted,
tienen oro. Y, por lo que sé, ¡esa es su desgracia!
Aija en Ancash, su pueblo natal
3.
Su flora
y
su fauna
– Me refiero a otro oro en
ellos. Tienen el oro de la energía eléctrica, para el país que soñamos. Son oro
puro porque su fuerza vale más que todo el oro que ahora se encuentre en su
cauce o en sus orillas; o el que se llevaron los conquistadores españoles en los
siglos de la colonia.
– ¡Oiga usted! ¡Qué
interesante! o sea que tienen oro eléctrico.
– Sí. Es un ejército de
luz, de coraje, de amor a la gente. Se trata entonces de extraer ese poder, esa
fuerza, esa nobleza. Cada río nuestro es diez mil, veinte mil, cincuenta mil
hombres trabajando. Es una multitud jubilosa de manes llenos de fe, de vitalidad
y de coraje. Son titanes. Y tienen de todo: agua para la agricultura, alimentos
en los peces, moluscos y crustáceos. ¡Y energía!, incluso para tener
calefacción y atemperar el frío de nuestros pueblos de altura en la serranía.
– Y, usted, también escribe
y hace literatura, ¿no?, por la manera cómo habla y se expresa; y sobre todo ¡cómo
delira!
– He escrito poemas y he
recogido y puesto en escritura algunos mitos y leyendas de mi tierra. Y
escribiré sobre nuestras culturas ancestrales que respetaban a la madre tierra.
Y supieron de la bondad de nuestros ríos y lagunas; de los nevados y la lluvia;
e hicieron canales y andenes y no los envenenaron como hacemos ahora, que ni
respetamos su caudal de agua, ni mucho menos su flora y su fauna.
4.
Se puede
allí
– Pero los ríos que yo sepa
más bien son destructivos. Y lo estamos viendo ahora por las noticias que se
publican a diario, ¿no?
– Los ríos no son destructivos,
ni torpes ni perversos; es la organización y el tipo de vida que hemos adoptado
lo que produce las desgracias.
– Entonces estudiará
historia.
– Aunque me gustan mucho
las ciencias humanas, estudiaré ciencias aplicadas y seré ingeniero eléctrico.
Haré hidroeléctricas para mi país. Los ríos, profesor, hasta en el lugar más
feroz y peligroso nos están ofreciendo bondades y prodigalidad a manos llenas.
– Pónganos un ejemplo de lo
que ha dicho a toda la clase, que le está escuchando.
– El Cañón del Pato,
considerado el lugar más temible, espantoso y hasta infernal. O como un
obstáculo desde que fue un muro infranqueable para hacer avanzar por allí el
ferrocarril que uniera la costa con la sierra y llegara hasta Huaraz. Que forma
un cajón profundo e infranqueable, que se piensa que solo el diablo puede
haberlo inspirado, y que consecuentemente de acuerdo a ese pensamiento es una
maldición. Es, señor, el lugar más propicio para construir allí una
hidroeléctrica poderosa.
5.
A fin
de
volver
– ¿En esas peñas? ¿Entre
esas moles de granito que hacen una estrechísima garganta? ¿Cómo, ah?
– ¡Horadando la roca! Para
eso ya existe tecnología disponible.
– ¿Y en qué se utilizaría
tanta energía? Las poblaciones de ese ámbito y región son pobres y hasta
míseras. ¿Van a consumir energía eléctrica? ¿Van a poder pagarla?
– Precisamente para que dejen de ser
indigentes. Se podrían construir en sus cercanías fábricas de fertilizantes
para producir abonos utilizando las calizas del lugar, productos que son
necesarios para nuestra agricultura, convirtiendo esa región en el lugar más
fecundo y florido del Perú.
– Y, ¿dónde piensa estudiar
esos conocimientos tan avanzados? ¿Aquí?
– Estudiaré ciencias como
base en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Y estudiaré ingeniería
eléctrica, que es la aplicación de dichos conocimientos, en algún país de
Europa que tenga ríos parecidos a los nuestros de la serranía. Y que haya
alcanzado a desarrollar en la construcción e instalación de hidroeléctricas, a fin de volver y convertir los ríos del Perú en
alegría y bienestar para la población más necesitada de mi país.
6. Disimular
sus lágrimas
– Entonces, ¿tiene medios
económicos para hacerlo?
– La promesa de mi padre,
de ayudarme. Y mi padre, si bien no tiene muchos recursos, lo que promete lo
cumple porque es un hombre esforzado en el trabajo.
– ¿Quiere a su tierra? ¿Ama
al Perú?
– Mi sueño es estudiar
también astronomía para descubrir cuerpos celestes.
– Y eso, ¿qué tiene que ver
con su amor al Perú?
– Porque a un grupo de
ellos, ojalá que sean estrellas aún no localizadas, pienso darles el nombre del
Perú y de Aija, que es mi pueblo de origen.
– Muchas gracias alumno,
Santiago Antúnez de Mayolo. Tome asiento. Y gracias por su sinceridad.
El profesor Chacaltana ha dejado
de abanicarse con el sombrero. Es cáustico y severo, trejo y rijoso. Sin
embargo, esta vez, al terminar la clase y al salir del salón, busca un lugar
apartado. Extrae su pañuelo y se lo pasa varias veces por el rostro y por los
ojos para disimular sus lágrimas.
Profesor
7. Mi vida
está salvada
– ¿Y cómo le fue amigo
Chacaltana? –Le preguntan sus colegas viéndolo entrar al Salón de Profesores en
el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe. ¿Examinó al nuevo alumno provinciano?
– Bien, hermanos. ¡La vida
nos da a veces gratas y tremendas sorpresas! Y aunque nosotros no lo hayamos
formado, no sé por qué, pero siento que mi vida recién ahora está justificada.
– Pero, ¡qué ocurre
Chacaltana!
– Ocurre que ya puedo
retirarme del magisterio. Y gozar de mi jubilación. Hoy día por fin me retiro,
colegas, hermanos, camaradas. ¡Por fin veo la luz al final del túnel! Voy a
redactar mi carta de cesantía.
– ¡Dinos, por favor! ¡Qué
ha pasado para tremenda decisión! ¡Cuál es la ofensa, el dicterio o la afrenta
recibida para una decisión tan abrupta!
– ¡Ninguna! Al contrario, hermanos.
Hoy siento que mi vida está salvada. Ese chico nos
ha dado a todos una clase de algo que no sé cómo calificar ni describir ahora.
– Pero, ¿el muchacho es
autor del trabajo presentado que tanto te interesaba esclarecer si era original
o era copiada?
8.
Así
sea
– ¡Eso y mucho más,
hermanos! El trabajo no solo es original, sino que el muchacho es una promesa
asombrosa.
– ¿Tanto?
– Tiene las ideas más
claras del mundo. Y me emociona saber que viene de una provincia, en dónde
creemos erróneamente que todo está negado, Y que no hay nada, que de ahí no va
a salir nada, porque son montañas y páramos desolados.
– ¿Así?
– Viene de un lugar que
creemos eriazo, desde el punto de vista de la ciencia, ¡en donde falta todo!
– ¡Y es así! ¡Eso es cierto!
¡En provincias no hay nada!
– Pero, ¿cómo irrumpe y aparece un portento como es este joven? Les confieso que he llorado, de sentir que de allí vendrá entonces, ¡como ahora!, la mayor de las soluciones para nuestro sufrido país. Y me emociona de alegría de que así sea.
9. Piedras
preciosas
– Chacaltana, nos tienes en
suspenso, explícanos.
– Que el alumno recién
matriculado en el colegio es el visionario que tanto tiempo hemos estado
esperando que se manifieste y surja de entre las carpetas y los libros abiertos
del salón de clases.
– ¿Tanto así? Pero, cálmate.
¡No llores Chacaltana!
– ¡Cómo que no! ¡Lloro!
¡Porque de ese modo se me está corroborando que tenemos esperanzas de sobra!
Porque si allí nacen los árboles genuinos y gigantescos que nos están viniendo,
¡estas piedras preciosas!, entonces quiere decir que
¡nos hemos salvado todos, hermanos!
– Esto significa que ¿te
has convencido de que él es el autor auténtico del trabajo que tanto te ha
asombrado?
– ¡Eso es lo mínimo! ¡Eso ya
no importa! ¡Muchísimo más que eso, hermanos es este chico! Por eso ¡estoy
llorando!
10. raíz
poderosa
– Porque miren esto: aquí
estudian los hijos de los señores más poderosos del Perú, la clase A. Pero
viene gente humilde, que allá no tiene nada y rayan. Nos dejan con la boca
abierta. ¡Y no es vergüenza, les juro, la que siento, sino orgullo!
– ¡Y siendo los alumnos que
aquí tenemos muy buenos!
– ¡Claro! Así es. Pero ahí
están, en el mismo salón, ¡ah!, ese chico que viene de Ica, Abraham Valdelomar.
El otro que viene de Puno, Federico More. ¿Quiénes son frente a los Prado, los
Miro Quezada, los Lavalle, los Ugarteche, que aquí estudian y ahora son sus
compañeros de carpeta? Y ahora viene este joven de Ancash, Santiago Antúnez de
Mayolo y sencillamente asombra. ¡Son genios! ¿Qué nos dice todo eso, hermanos?
– Ciertamente, sorprende.
– ¡Nos dice que nuestra
raíz es poderosa e infinita!
– Pero, tranquilo,
Chacaltana.
– ¡Déjenme llorar! ¡Mucho
más si es por el júbilo que ahora colma mi mente, mi corazón y mi alma!
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