Lo hizo en homenaje a ilustres parientes en España
que llevaban esos apellidos, uno de ellos su hermano mayor radicado en
Montilla, en España, adonde después él fue a vivir.
Él mismo en su diario recuerda algunos pasajes de
su nacimiento y de su infancia:
Sueño a mi madre y
la veo prisionera. Se esconde entre los indios comunes y me mira como rogando.
Me ruega con las manos. En mi sueño ella no sabe que es mi madre.
Nací cuando mi
padre andaba en las guerras del Collasuyo. Mis tías indias asistieron en el
parto. Cuando mi padre volvió de sus guerras, y después del alarde que hiciera
en la plaza mayor, mi madre se acercó a él y le enseñó el niño
mestizo.
2. Estallido
de un relámpago
Y prosigue:
Y él, capitán de
conquistadores, me recogió en sus brazos y me mostró a sus soldados, rebosando
felicidad.
Le señaló a mi
madre el camino a la casa que acababan de asignarle.
Mi padre nunca
sentó a mi madre a la mesa. Ella se acercaba a mi padre solo cuando él la
llamaba.
Era la sombra del
silencio. Bello rostro el de mi madre.
El Inca Garcilaso de la Vega nació del estallido de un relámpago que juntaba dos mundos
opuestos, dos nubes que eran: una fija y la otra errante, una noble y la otra
aviesa, una luz y otra sombra.
No es menos que cualquiera de sus ancestros
españoles en valor, hidalguía y misticismo.
3. Aquí
y ahora
Pero, eso sí, en el dominio de las letras, es
portento, a quien reconocieron con asombro los propios ibéricos como príncipe
de los ingenios.
Es el primer mestizo y el primer migrante desde una
tierra a la cual anheló volver siempre y de la cual nunca en verdad se fue
anímicamente.
Expiró el 23 de abril del año 1616, lleno de
orgullo por su raza, por su tierra y anhelando fervientemente la vigencia plena
de los valores incaicos.
Quien
con su escritura realizó una inmersión plena en el mundo andino, en nuestros
ancestros gloriosos, en nuestro pasado legendario y en la grandiosa estructura
moral de quienes son nuestros insignes antepasados.
Pero,
a la vez, sintiéndose pertenecer a una patria en lontananza y aún sin nombre,
el Perú que somos y encarnamos nosotros, aquí y ahora.
4. Proyecto
histórico
Nos
legó un mundo en el cual creer, confiar y por el cual luchar. Por eso, es el
representante de un vórtice trémulo y ululante en el tiempo. No es el divorcio
sino la juntura del torrente de dos fuentes y canales de sangre.
Personifica
e interpreta un drama desgarrador de la historia humana: la mezcla de culturas
cuando este hecho se dio con avasallamiento y destrucción, con estupro y
violación.
Pero
que él reivindica con la palabra que se sobrepone a la sangre abriendo un
camino nuevo cuyas consecuencias y las interrogantes que abriera aún no cesan
ni tienen solución.
Es
el primer mestizo en quien borbotan dos ríos de sangre que pugnan por izarse
cada una.
Es
el primer ser humano que en España conquista para nosotros el dominio de la
lengua castellana, el de la palabra y el lenguaje a fin de configurar el mundo
que dicha sangre pugne y nos impele a configurar.
5. Todavía
a tientas
Como
también es el primer vocero y representante de la utopía andina por reconstruir
no como un mundo soñado e irreal, ni mucho menos como escapismo o evasión, sino
como un proyecto histórico que fue y se dio.
Y
que es lo mejor con lo cual podemos conectar para construir la patria que nos
merecemos por provenir de dos culturas de fábula como es la indígena y la
hispánica.
Él encarna el nacimiento de un nuevo mundo,
este que no alcanzamos todavía a terminar de definir, pero al cual denominamos
todavía a tientas: ¡Perú!
Y
cuyo signo quizá sea que siempre esté abierto, convulso y atenido al aporte
creador de todos los flujos de sangre. Y, como tal, pendiente de su cabal
realización.
Y,
pese a los años que cargaban sus hombros, aún confuso y perdido, como lo
seguimos estando ahora nosotros, en el meandro o laberinto de lo que es nuestra
identidad, supo recuperar lo básico y adherirse a la utopía andina que es
nuestro norte reivindicar.
6. Broche
de oro
Las
siguientes son palabras del Rey Juan Carlos de España, dichas en el Cusco con
ocasión de entregar la urna conteniendo las cenizas del Inca que él mismo
trajera, conmovido y reverente:
El Inca
Garcilaso de la Vega es la encarnación temprana de ese gran mestizaje y de su
primer reflejo en nuestra literatura. Cronista sublime, con su estilo claro y
sencillo de gran escritor, abre con broche de oro la aportación americana a la
común historia de nuestras letras.
Sus
Comentarios Reales, testimonio vivo e inmediato de las grandezas incaicas,
contribuyeron al primer esfuerzo por difundir en el viejo continente el
conocimiento de una América recién descubierta.
Lo
cierto es que Los Comentarios Reales de los Incas y su autor el Inca Garcilaso
de la Vega siguen turbándonos hasta ahora con la pregunta inagotable y
turbulenta de quiénes somos.
7. Un mundo
de cariño
Busquemos
concretar la utopía andina que Garcilaso rememora.
Utopía
andina no del mundo que vendrá o ha de ser, sino del mundo que ha sido y que
aquí alcanzó a concretarse, límpido, matinal y que tenía por eje el bien
colectivo.
Utopía
andina en que sentados a la mesa desayunemos otra vez juntos todos los hombres
de la tierra, cordiales, confiados y radiantes.
Utopía
que es el aliciente para luchar, el sueño incansable por un mundo mejor, por
relaciones transparentes, generosas y verdaderas.
Utopía
de un mundo de cariño, de belleza y de solidaridad.
Utopía
de hacernos responsables de la vida universal, como fue precepto, vigencia y
práctica cotidiana en el mundo andino ancestral y del cual César Vallejo es
luminoso epígono y portaestandarte.
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