sábado, 24 de abril de 2021

24 de abril. El humano latido. / Abril en que nos quisimos.


24 DE ABRIL
EL HUMANO LATIDO

ABRIL
EN QUE NOS
QUISIMOS

Danilo Sánchez Lihón




…toda luz
de ella es venida.
San Juan de la Cruz

1. Mundo
que nace

 

– Era abril, ¿te acuerdas?

Lloraste. Y hasta ahora no sé si fue de estar juntos o de ver el agua brillante que se desliza como lágrimas por las peñas pulidas de enfrente.

Por eso, los días del mes de abril ya nunca nos serán ajenos, sino para siempre nuestros, tuyo y mío.

Aunque los zarzales, las retamas y zarzamoras de los campos, en donde nos sorprendiera la lluvia, fueran libres, aquel instante y esa parte del camino serán eternamente de los dos para toda la vida.

Era abril, cuando los árboles, antes talados, se llenan de brotes nuevos.

Cuando es difícil respirar, porque todo absorbe y exhala su aliento y su fragancia profunda de mundo que nace y que recién se origina, nos rebosa y extasía el alma.

 

 


2. El borde

de tu pollera 

 

– Era abril, ¿te acuerdas?

La tierra de los caminos aún estaba húmeda y en algunos sitios se había empozado el agua parda de extremo a extremo del sendero.

En ella se reflejan las pencas y su maguey inhiesto que, mirado en el agua se pierde entre las nubes. Refleja también, temblorosa, la orilla de tu falda de niña.

Pero no hay manera de pasar, porque no hay portillos para salir fuera del camino.

Entonces amarras tu trenza, te descalzas, remangas tu vestido y con tus pies desnudos entras a ese charco plateado

Con sus aguas quietas que ondean en torno tuyo y que te reflejan desde el fondo. Y va mojando el borde de tu pollera.

 


3. Colmadas

de flores

 

– Era abril, ¿te acuerdas?

– El agua está tibia y no hay piedras al fondo. ¡Entra! –Me dices desde el otro lado. Y mientras sonríes empuñas tu falda y la escurres.

Ya en el pueblo también hay calles por las cuales no se puede transitar todavía, porque bajan aún por ellas desbordados los torrentes que despeñan su agua espumosa y blanca.

Y se desliza el agua colmando y repletando las acequias.

Otras aceras hay donde la yerba ha invadido los cimientos por donde antes íbamos y veníamos y que guarda el registro de nuestros pasos.

Y en ellos, de nuestros latidos.

En otras calzadas crecen juncos, helechos y geranios. Y hasta en los muros y en lo alto de los techos hay plantas que asoman colmadas de flores.

 


4. El ser

y la esencia

 

– Era abril, ¿te acuerdas?

Mes fecundo, porque en él todo se despereza, despierta y estalla en brote, en mieses o en retoños que invaden y cercan hasta las ventanas y las puertas.

Mes en que se ara la tierra y en ella se deposita la semilla que ha de brotar en tallo, en espiga y después en fruto.

Mes dulce porque en él todo es tierno y fresco como pétalos de flor que se despliega, y nos brinda su aroma y su licor profundo.

Mes que junta, que atrae, que consolida. Para que otros bifurquen senderos, mes que deja huellas hondas e indelebles, para que otros separen y olviden.

Es la vida que pugna por abrirse y se erige lozana. Es el ser y la esencia del universo que surge desde adentro o desde el vientre de la tierra. Es la vida que estuvo oculta y hoy aflora.

 


5. Ya

en la campiña

 

– Era abril, ¿te acuerdas?

Cuando salimos de amanecida tú con tu rebozo de niña y yo con mi alforja de fintas rojas y blancas.

Cuando entre piedra y piedra de la vereda crece alguna yema. Y entre todas emiten un vaho hondo y fragante.

Es la naturaleza que se renueva y que para abril germina.

Los techos de las casas florecen, sea de tallos que se elevan, sea de esa flor que se pega a la superficie oblonga de las tejas.

Y que se extienden como un musgo blanco verdoso y que nosotros llamamos con el nombre de Flor de piedra.

Ya en la campiña hay miríadas de esporas en torno a un cactus, a un maguey, a un charco de agua.

 


6. Gratitud

por lo creado

 

– Era abril, ¿te acuerdas?

Mes en que se siembra y la ilusión de los brotes y retoños que han de nacer hace que el rostro de los seres se torne de ensueño.

Mes transido porque en él todo es adorable: el cielo límpido y de un aire diáfano.

Es abril con sus golondrinas que cuelgan sus nidos al borde de los aleros y revolotean con vuelos vertiginosos rozando sus alas con las espigas.

Con el aroma a manzanilla que recoge el viento cuando se da de volantines por las colinas. Cuando se eleva de la tierra y alcanza a irse a las estrellas.

Es mes de fe, de inclinación por lo sagrado, donde se halla consuelo, compasión y gratitud por todo lo creado.

 


7. Fuego

que estalla

 

– Era abril, ¿te acuerdas?

Mes en que nos quisimos. Mes en que todo florece, brota y estalla. Revientan las hortensias en el patio y en las macetas. Y las costuras en tus vestidos, cuando todo te queda ajustado y pequeño, por encima de las rodillas.

Mes íntimo, donde todo mana y asoma en silencio. Mes en que nos quisimos con pura ilusión e inocencia aterida.

Tú, ¿cómo me recordarás? Como quien nada sabía. Pero, ¿te acordarás siquiera de aquellos días?

Mes en que el sol lo descubre todo, como la lluvia lo oculta y olvida. Mes también en que todo se pierde, desaparece y es efímero, como la vida.

Donde el amor se enciende como un fuego fatuo, como una flor que se abre en lo más apartado del huerto. Por eso, eres tú la que apareces cada abril en lo profundo de mis sueños.

 

 

Fotos 1, 2, 3, 5, 6 y 7
Jaime Sánchez Lihón

Foto 4
Nalo Alvarado

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