El libro se incorpora a nuestra historia
nacional cuando ya había logrado una forma definitiva en Europa en cuanto a
modelos, materiales, formatos y principales técnicas de su fabricación. Llega
hasta nosotros ya en la etapa de "libro impreso" desde que Johannes
Gutenberg en 1456 imprimiera La Biblia utilizando caracteres móviles.
Y es el libro, al igual que el caballo y
la espada una de las armas o instrumentos manejados con mayor destreza,
eficacia y agresividad por el conquistador para imponer su predominio, su
política y su plena hegemonía en las tierras recién descubiertas en donde antes
habitaron y se desarrollaron grandes culturas con otros paradigmas como ejes de
su desarrollo.
Dos actitudes contrapuestas se suceden
en nuestra historia con respecto al libro: Primero, que fuera una herramienta
que utilizaron los conquistadores para avasallar a la población indígena
imponiendo leyes, cánones, costumbres y creencias. En este rol ayudó a la
consolidación de la conquista española cumpliendo una actuación perniciosa: fue
una presencia oscura, autoritaria y amenazadora; repositorio de leyes, dogmas y
estipulaciones que privaron a los indígenas de sus tierras y de los más
elementales derechos humanos.
2. Por
esta razón
Los evangelizadores encargados de introducir
la doctrina cristiana inculcaron temor en relación a la palabra impresa. Y en
el contenido de las páginas de los libros sagrados y en la severidad de sus
preceptos encontrábamos nuestra condenación y expulsión de todo paraíso por ser
idólatras y salvajes. A los ojos de la población nativa consiguientemente fue
configurándose la idea de que ellos eran depositarios de hechicería, magia y
supersticiones. La Biblia era "sagrada" y en ella se contenía
amenazadora la "palabra de Dios".
Posteriormente, ya en la época pre
independentista, leer o simplemente poseer un libro, salvo que se fuera un
funcionario del Estado Español, resultaba subversivo y peligroso salvo que se
fuera adicto a la forma oficialista de pensar. Y todo lector independiente
tenía un cartel invisible, pero amenazante en su frente, de ser un intrigante,
un perturbador del orden instituido y un desquiciador del sistema imperante.
Por esta razón pronto el libro se
convierte en objeto de mordaza y persecución, que se desata por ser admirable
portador de un mensaje de renovación y forjador de un sentimiento de liberación
de nuestros pueblos incluso antes de los albores de nuestra independencia.
3. He
aquí
De allí que, entre otras causales, el
libro no tenga raíces profundas en el hábito y en la vida de nuestros
pobladores.
Y esto desde las ediciones de las obras
del Inca Garcilaso de la Vega, prohibidas de circular después del levantamiento
de Túpac Amaru, que datan desde principios de la época colonial, puesto que sus
principales libros se editaron en 1609 y 1617.
Pasando luego por la feroz requisitoria
de que eran objeto los criollos ante la sospecha de que poseyeran ejemplares de
los enciclopedistas franceses.
Y después hasta en épocas más recientes,
la posesión de libros ha sido prueba de estar involucrados en acciones
terroristas.
Es muy reciente la época y está
plenamente vigente la sospecha y hasta la certeza de que la posesión de libros
es delatora de estar implicados en actos reñidos con la ley.
Hasta en nuestros días los libros han
sido motivo para desterrar y encarcelar a sus autores, así como para apresar,
torturar y desaparecer a sus sufribles lectores.
He aquí un poema de Leoncio Bueno que
ilustra y refleja cabalmente esta situación y panorama:
4. Investigación
concluida
Justo a la hora del cambio de guardia,
diez kilos de pitanza del más templado
acero
entre las muelas de la polea madre
y el terremoto se produjo;
las chumaceras volaron, los ejes se
salieron de su centro,
los molinos se encabritaron como machos
trotones
y el motor paró en seco, saliéndose de
sus cimientos.
A la mañana siguiente vinieron las
investigaciones.
Esta es la obra de un loco. Sabotaje
anarquista.
Expertos Sherlock Holmes de ofídica
mirada
interrogaron día y noche: “¿Tú, qué
haces después
de trabajar?”; “¿y tú y tú...”?
– “Yo, voy a cuidar a mis chanchitos”
– “Yo, me entrego a mi huertita”
– “Yo, corto leña para negociar...'”
“Y tú, ¿zambito?”
– ¿Yo?, nada, a veces leo un poco.
INVESTIGACIÓN CONCLUIDA,
HEMOS DADO CON EL MALHECHOR
5. Acometer
el desafío
Con toda propiedad puede afirmarse que
la historia del libro en el Perú es también la historia de nuestra dominación.
Pero para tener pronto el signo de la
conspiración y conjura. Para luego adquirir el distintivo de la sublevación.
Para pasar ahora a ser un símbolo que encarna nuestras opciones y luchas
populares más sentidas y auténticas.
Es de necesidad hacer conciencia de
estos hechos, analizar objetivamente qué causas motivan tal recelo, ya sea la
desafección o la indiferencia respeto al libro.
Estas ideas soterradas en el fondo de
nosotros mismos, y que aparecen siempre a través de manifestaciones solapadas o
sutiles, deben ser develadas y analizadas críticamente.
Es necesario examinar abiertamente esos
aspectos, ventilar públicamente tales distanciamientos, y expurgar
acuciosamente nuestros dolores, a fin de que podamos superar traumas y temores
a fin de encarar resueltos y confiados nuestros problemas y acometer el desafío
de forjar aquí pueblos felices, dignos y pletóricos.
6. Es
un arma
Tenemos que adoptar una actitud en la
que se consideren los problemas del libro como realmente lo son: esenciales a
nuestra alma y asunto clave para nuestro desarrollo.
Valorarlos como temas raigales,
cuestiones decisivas y eminentes, manifestaciones de nuestro acontecer y
aspiraciones de nuestra voluntad más auténtica, valedera y trascendente.
Porque el libro afecta lo más hondo de
nuestro ser personal, grupal y social, como también del poder mirar en
perspectiva nuestro devenir histórico.
Forma parte de la construcción de
nuestra identidad, y de la manera cómo vamos a dar respuesta permanente a los
desafíos que nos plantea la realidad.
Y por ser así es actual y vigente
siempre. Por ser así es imprescindible que tengamos un plan a fin de
producirlos y promoverlos.
Porque es a partir de los libros que se
determina nuestro poder de iniciativa en el desarrollo técnico, científico,
cultural y social.
Ellos condicionan en gran medida la
supervivencia de nuestra cultura y de nuestra posibilidad de ser sociedades
efectivamente libres.
7. Semillas
de bien
Tenemos que revertir la historia y como
parte de nuestra independencia, que cumple de aquí a 5 años dos siglos de vida
como república, abrazar la causa del libro como factor fundamental para lograr
los cambios definitivos.
Estableciendo con él una relación llana,
empática y afectiva, porque el libro es siempre semilla de bien.
A partir del cual crecen destinos
gigantescos, campiñas con infinidad de plantas, flores y árboles.
Los libros son semillas que puestas en
el alma fecunda del niño van a dar profusión de frutos. Por eso, sembrémoslos.
Aviva la inteligencia e inspira siempre
a vivir en comprensión. Ellos crean la verdadera riqueza de un país y la
fortuna más preciada que siempre será la sabiduría.
Los libros son portadores de identidad,
de inventiva y civilización. Como dice bien la cita de Bertold Brecht en su
poema “Loa al estudio”:
“Empuña el libro, hambriento:
es un arma.
Estás llamado a ser un dirigente”.
Los textos anteriores pueden ser
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