César Vallejo comienza a escribir los poemas de España,
aparta de mí este cáliz, a principios de septiembre del año 1937 a poco de haber
asistido al Congreso de Escritores por la Defensa de la Cultura realizado en
Barcelona, Valencia y Madrid.
Los poemas fueron escritos en septiembre, octubre y
noviembre de ese año, cuatro meses antes de la muerte del poeta, ocurrida en el
mes de abril del año 1938.
Como tal, constituyen su militancia, su voluntariado de
huesos fidedignos, que asisten a matar al mal, a la muerte, al odio, como lo
dice: con su agonía mundial. Son sus huesos, su esencia espiritual y física, en
alerta roja. Son sus principios morales los que combaten, resisten, luchan.
Son sus entrañas y no tanto su razón. No es solo su mente la
que está en el combate, sino su integridad de hombre. Porque esta no es una
guerra para él ideología sino vital, orgánica, somática, de la vida frente a la
muerte, que es como él la concibe.
2. Matar
con el dolor
Hay en el Himno a los voluntarios en España, aparta de mí
este cáliz, una metáfora que a todos nos golpea, pero frente a la cual no nos
hemos detenido a comentar qué significa, cuál es: a
matar con su agonía mundial, que lo consigna cuando dice:
Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al bien, que venga
y quiero desgraciarme
Es esta, a matar con su agonía mundial, además de una
metáfora aquí hay una posición moral. Matar con el dolor y con el propio
sufrimiento. Y eso es matar moralmente.
3. Matar
con mi llanto
Porque, ¿qué más inmolación suprema que matar con la agonía?
Matar con el remedio. Matar con la salvación.
Matar con mi sufrimiento. Matar con mi sinceridad. Matar con
mi forma de querer. Eso dice en aquella frase. Matar con lo más débil que me
queda, matar con mi llanto y mi quejido.
Lo otro, eso sí es matar de modo irredento. Es matar y no
volver. Es matar y matar.
Porque ¿quién mata al mal con su agonía? Cristo en la cruz.
¿Quién mata con su pena, con su dolor y su propia inmolación?
¿Y qué es aquello que se mata precisamente con la agonía
mortal por lo que está mal? Se mata lo vil, lo abyecto, la iniquidad.
Y creo que no hay mejor manera moral de matar, sino con el
sacrificio propio, como él lo hizo.
4. La
medida
es el hombre
Cuando hacemos una huelga es matar con la agonía. ¿Y, qué
más contundencia y efectividad que hacerlo así? Es matar dejándome morir.
¿Quién es el enemigo descubierto allí? La muerte.
Es matar en directo, no apuntando hacia un flanco. Es no
matar a mansalva, sino mirándole de frente al mal como enemigo. Y en mí que es
lo contundente.
Es matarte a ti, muerte, en mí. No es a ti a quien renuncio
sino a mí en lo que tú eres; la muerte, y el oprobio, pero en mí.
Por eso España, aparta de mí este cáliz es épica moral, al
interior del ser humano, en el campo de batalla que es el alma que me erige y
me quiebra.
Y es que en Vallejo no hay nada externo. No hay un solo
militar en este himno y poema épico, sino que todos son hombres comunes y
corrientes.
Porque de todo lo honrado y honesto la medida es el hombre común.
La medida de todo es el lado humano verdadero. Y la calidad de todo es el
hombre de a pie.
5. Me
voy
a España
Pero miren esa otra integridad moral para luchar por España
estando a mil millas de los campos de batalla. Para eso no hay problema.
Vallejo no puede estar en el frente, porque al presentarse
en Madrid a los puestos de reclutamiento no lo admitieron por su saluda
quebrantada.
Pero está allí. Y está al punto de que muere erigido en toda
trinchera y regado en todo campo de batalla.
Como ocurre con el amor. No importa que él esté lejos o
aquí, presente o ausente, muerto o vivo, aquí o acullá. Él presente y ella allá.
Ambos están juntos, porque lo importante es la moral y la actitud.
César Vallejo lucha desde lejos. Pero eso no significa
escapismo. El hecho es que muere por España. Agoniza y sucumbe. Tanto que sus
palabras en la fiebre y el delirio en su agonía fueron:
– Me voy a España.
– Quiero estar en España.
6. Volver
a la vida
Por lo que hay que concluir definitivamente en lo siguiente:
España, aparta de mí este cáliz no se podría haber escrito jamás si es
que no se hubiera estado en el mismo campo de batalla.
No se pudiera haber pergeñado una sola línea si es que no se
hubiera estado en cada trinchera, bajo el aluvión de bala y metralla. Y en la
explosión misma. Y allí estuvo Vallejo moralmente.
Tiene el fuego incandescente del disparo que explosiona. Y
luego la recepción de esa misma bala, de la muerte y el dolor. Es un poema
íntegro, que no deja a nadie afuera de la redención, ni al enemigo siquiera.
Por eso convence, empezando por la misma muerte que se
levanta y resucita. Y camina y se abraza incluso con nosotros. Y convencerá más
allá del Juicio Final.
Porque se instala en el vértice, en la división de la vida y
la muerte. Pero afirmando la vida en mayúscula, es decir la vida a ras del
suelo que es la verdadera. Vida total y sagrada. Y muerte inmensa y arrepentida
hasta el punto de volver a la vida.
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