martes, 27 de abril de 2021

27 de abril, 1888. Nace Abraham Valdelomar. / Valdelomar en nuestra literatura.


27 DE ABRIL, 1888
NACE ABRAHAM VALDELOMAR

VALDELOMAR
EN NUESTRA
LITERATURA

Danilo Sánchez Lihón



Abraham Valdelomar


1. Refiero
vivencias

 

Saludos afectuosos a todos ustedes. Y quiero agradecer, en primer lugar, por la oportunidad para dialogar con quienes conforman el Club de Lectores de la Biblioteca Municipal de San Borja, acerca de la vida y obra, y la personalidad de Abraham Valdelomar, quien es una presencia fundamental en el proceso de la literatura peruana en general.

Empezaré refiriendo acerca de los encuentros que yo he tenido con la presencia de Abraham Valdelomar en la literatura para luego dar pase a las preguntas y al diálogo como es la naturaleza de estas jornadas que celebro que se realicen con la constancia y la asiduidad con que se vienen cumpliendo.

Y todo esto pese a la situación de pandemia que sufrimos, pero para ello utilizando la plataforma virtual del zoom. Espacio en el cual quiero principalmente referir vivencias porque de ellas podemos desprender algunos significados especiales del aporte de Valdelomar a nuestras letras y al panorama de la literatura en general.

 


Antiguo local del Colegio César Vallejo donde yo estudié


2. De él

se cuenta

 

Al respecto, la primera vez que yo escuché el nombre, y supe de algunos hechos, acerca de la figura literaria de Abraham Valdelomar, fue siendo estudiante de primer año de Educación Secundaria en el Colegio Nacional César Vallejo de mi provincia nativa que es Santiago de Chuco. Allí nuestro profesor del curso de Castellano y literatura nos habló de él como si fuera un personaje de fábula, quien se hacía llamar El Conde de Lemos. Y quien, nos decía, era soberbio, orgulloso y arrogante.

Quien no tendía la mano, nos describía, para que uno la apretase en señal de saludo, sino que la alargaba hacia uno con el dorso vuelto hacia arriba y los dedos tendidos hacia abajo para que uno bese el anillo que él ostentaba en la mano izquierda, donde llevaba engarzado un diamante, suposiciones que yo no he vuelto a escuchar.

Bueno, considero que esta es, pese a su aparatosidad, una imagen válida, porque Abraham Valdelomar era un provinciano que irrumpía en un ámbito como es la literatura, que antes era coto cerrado para quien no proviniera de la rancia oligarquía, y que para hacer frente a ello había que valerse de estrategias como era al menos simbólicamente esta que de él se cuenta.

 


Con mis alumnos de la Universidad de San Marcos


3. Un ser

fascinante

 

Quien empezó a reinar en una especie de palacio, que era un bar café que él hizo famoso desde donde repetía una frase que al principio me parecía incomprensible pero que después he ido entendiendo cada vez mejor, y cuál es: “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert, y el Palais Concert soy yo”.

Y a este reduccionismo vinculo, por oposición, los tres grandes aportes que creo que son las claves más importantes del significado de Valdelomar en nuestra literatura, y cuales son: su rebeldía, su sentido de libertad y el tema de la identidad, como un espacio y ámbito abierto.

Y conquistado por Valdelomar gracias a su inteligencia y su sensibilidad, temas que pueden ser puntos centrales del debate que seguramente vamos a tener luego de estas ideas introductorias.

Frase aquella que al principio me dejaba desconcertado hasta que vine a Lima a conocer el Palais Concert entre el Jirón de la Unión y la ahora Avenida Emancipación. Imagen ésta muy fuerte y eficaz, que nos quedaba imborrable e indeleble para siempre de un personaje de fábula, de un divo desconcertante, de un ser fascinante de la literatura peruana.

 

El Palais Concert


4. Arraigo

y preferencia

 

Años después, ya como profesor universitario, me tocó desarrollar el curso de literatura peruana en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Para ello implementé una metodología que consistía en lo siguiente. Al inicio del ciclo daba una nómina de autores para que cada quién escoja uno de ellos y lo estudie, investigue sobre él y lo represente en primera persona. Yo proveía gran parte de la bibliografía y daba el asesoramiento por el curso y camino que él quería seguir.

Hacíamos un sorteo para tener un rol de exposiciones y se determinaba el día y la hora en que el alumno tenía que exponer sobre el autor escogido, pero encarnándolo como si el propio autor nos hablara de su vida y de sus obras.

Debo decir que el personaje más escogido fue Abraham Valdelomar. Y quiero revelar que nunca he visto mejores representaciones y relatos exhaustivos de su vida y de su obra. Y esto lo hago constar para que veamos el atractivo que sigue causando entre los jóvenes. De lo que se desprende el tercer rasgo y factor que quería puntualizar, cuál es su arraigo y preferencia entre la juventud.

 


José Carlos Mariátegui


5. Es

increíble

 

Y otra referencia que quiero hacer es que en mis cursos de periodismo y literatura que me tocó desarrollar en la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza, Valdelomar siempre fue el personaje más frecuentemente citado y tenido en cuenta por mis estudiantes.

De donde extraigo la cuarta conclusión y cuál es el aporte de Abraham Valdelomar a la literatura peruana y al periodismo nacional habiendo unido dichos campos y obteniendo así un extraordinario y mutuo enriquecimiento.

El otro autor que hizo algo parecido es José Carlos Mariátegui, quien vinculó la literatura también al periodismo, pero más a la doctrina política y al acontecer social.

Ambos fueron amigos entrañables e incluso escribieron juntos un libro, como es “La Mariscala”, el mismo que se publicó el año 1912.

Ahora bien, es increíble que ese personaje que llega con esos brillos y relumbres hasta nuestros días, empezando en este recuento con mi entrañable provincia, solo haya vivido 31 años.

 

Abraham Valdelomar


6. Trasfondo

interior

 

Esto es, el mismo a quien lo recordamos ahora, a más de 100 años después de la publicación de sus obras, que ocurrieron en la segunda década del siglo pasado.

Período el de su creación literaria que solo abarcó un lapso de tiempo brevísimo para lo que es plasmar una obra literaria consolidada, tramo que va de 1911 en que publica su primer libro titulado “La ciudad muerta”, hasta el año 919, fecha en que él muere.

Y quien, en 1913, a los 25 años de edad escribió en la ciudad de Roma su cuento titulado El Caballero Carmelo, obra cumbre de la literatura peruana de todos los tiempos, que se publica en Lima, en el diario La Nación.

Este personaje que se impuso por sus anécdotas sensacionalistas y por sus actos externos, es quien tenía a su vez un trasfondo interior muy profundo, el mismo que se transparenta en sus cuentos, poemas, dramas y crónicas.

Pues en todos esos géneros escribió imponiendo su personalidad y su estilo, y desde donde se desprenden en gran medida las tendencias de la literatura posterior a él.

 


A. Valdelomar, con saco oscuro.
C. Vallejo, con papel en la mano


7. El rico

caudal

 

¿Qué es lo que nos muestra en sus obras? Que era un alma herida, como también un hombre de imágenes, un periodista nato y un creador natural.

Quien poseía una profusa imaginación y gran tacto creativo. Quien sabía impactar, quién conocía cuál era la sensibilidad de su época y supo interpretar dicho sentir y pensar, y de alguna manera enrumbarlo.

Hay poetas que se han consagrado antes de los treinta años, como Arthur Rimbaud en el mundo, y entre nosotros Mariano Melgar, Javier Heraud, Juan Ojeda. Pero, narradores ¿quién? ¡Abraham Valdelomar!

Pero siempre con sus opuestos aún sin resolver, con sus antítesis abiertas no solo en su obra literaria sino en su vida y en su ser, con el agravante de que se dejaba absorber por muchos hechizos y señuelos, hasta finalmente anclar en la política.

Abraham Valdelomar pervive gracias a sus obras que inauguran nuevos rumbos y enfoques, como es la literatura de hogar, y nuevas maneras de actuar. Y sobre todo actitudes libres en que ahora se sume el rico caudal de la literatura del Perú, y que antes de él era una riada virginal en nuestro ser profundo. 

 

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