miércoles, 12 de mayo de 2021

2 de enero de 1553. Entra en funciones la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. / Tiempo vivido y cantado.


2 DE ENERO
ENTRA EN FUNCIONES LA UNIVERSIDAD
NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

TIEMPO
VIVIDO
Y CANTADO

Danilo Sánchez Lihón



Ingreso a La Casona de la UNMSM.


1. En cada
recodo

Definí mi vocación por la poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a finales de la década del 60, al fragor de los sueños y las consecuentes batallas que en aquel tiempo allí erigimos.

Aún puedo reconocerme en el Patio de los Naranjos en la Casona de San Marcos en el Patio Universitario. Yo un muchacho de apenas 16 años, casi un niño, siendo que aún tenía en mis mejillas el bozo a membrillo tierno y el color sonrosado de los aires de mi tierra nativa, como el silencio y el asombro por lo hondo que es mi pueblo Santiago de Chuco donde nací, me crie y donde vivo realmente puesto que de estar bajo sus aleros no me aparto nunca.

Ya que confesaré compungido que yo llevo a cabo y paralelamente dos vidas principales. Una es esta de afuera que me depara maravillas, y la comparto con muchos seres queridos. Y otra es la de adentro de mi alma y mis sueños, en donde estoy más cuando duermo, constituida por el reino de mi infancia y por cada recodo, camino, muro y terrado de mi pueblo de origen.

Y aquí me detengo en hablar de esto que para mí es avasallante, y porque esta vez se trata de referir lo que tenga que decir de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la poesía.

 


Saliendo de la Residencia de Estudiantes


2. Vuelta

de la esquina 

 

Al respecto diré que ingresé a San Marcos en una época de conmociones, de promesas y proclamas incendiarias, época de sueños insoslayables, pero también de escaseces y penurias que se las vivía hasta como si fuera una gloria, de las cuales también podíamos ufanarnos.

La literatura y la poesía, en el aliento de aquella coyuntura tenían por supuesto que consagrar su cuerpo y su alma a la forja de la revolución mundial, a transformar la historia, a incendiar las praderas y encender las grandes hogueras que purifiquen el “hoy” en aras del mañana.

Fueron jornadas de manifiestos y pronunciamientos en donde creíamos que los cambios estaban a la vuelta de la esquina, y en donde la poesía entonces en nuestra imaginación era un arma contundente a fin de cambiar las viejas estructuras sociales anquilosadas, y un corcel de fuego en la batalla para construir la patria irredenta que nunca habíamos tenido; ambiente en el cual el poeta no podía sentirse menos que un profeta, un mesías y un libertador.

 

Parque Universitario y frontis de la universidad


3. La poesía

nos salva

 

Me siento un sobreviviente de aquella época y de la manera cómo la vivimos. Y al volver a pensarlo me resulta sorprendente reconocerme vivo.

Aunque a veces crea que, en general, abrazar la poesía con pasión y siendo un adolescente es casi seguro que ella mate; pues implacablemente nos despeña, nos arroja al suelo, y nos sumerge en sus líquenes o en sus aguas fantasmales.

Así como reconocemos ya en la edad madura o adulta que la poesía en todo trance difícil nos salva.

En aquel contexto que refería, sin embargo, cada quien se consideraba el elegido de los dioses y nadie nos preparó piadosamente para el desengaño.

Aunque algunos sí fuimos elegidos al menos por alguna muchacha hechizada por aquellas figuras demacradas, obsesionadas e ingenuamente sobrenaturales, imagen que era pegadiza y perseguía a los poetas de aquel entonces.

 

Recital en San Marcos: Danilo Sánchez Lihón, 
Abelardo Sánchez León, María Márquez y Jesús Cabel

4. ¿Quién

no?

 

Vivíamos intensamente esa época haciendo que la universidad abarcara también los bares y las playas, las plazas sonámbulas de los barrios y los terminales de los ómnibus, los caminos polvorientos y los mercados pueblerinos, porque nuestras aulas eran todos esos lugares en donde pasábamos las horas deambulando y discutiendo sobre lo útil y lo vano de esta vida.

En aquellos días febriles, ¿quién no se sintió atraído por la sensualidad de publicar un libro, siquiera una plaqueta? ¿Quién no se ufanó ante un auditorio lleno de amigos famélicos, blandiendo alguna idea osada y, por supuesto, descabellada sobre el arte y la literatura?

Así: ¿Quién no trazó insomne su poética, pese a no estar seguro siquiera de haber escrito un par de poemas completos? De allí que coincida en relación a esta época, y en el mejor de los casos, con aquel aserto que se ha dicho respecto a mi poesía, cuál es que ella supo desentrañar el misterio del amor inocente.

 


Patio de Letras de la UNMSM. con la pileta

5. Cada

quién

 

Con Víctor Bueno, hijo del poeta Leoncio Bueno, Eduardo Urdanivia, Antonio González Montes y Manuel González Pumachayco organizamos, a través del Centro de Estudiantes de Literatura, recitales que concitaron el interés y la asistencia de estudiantes también obsesionados por perfilar la gran obra literaria y que venían procedentes incluso de otras universidades.

Aquel ciclo de recitales se presentaba cada viernes en el Pabellón de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y en él leyeron sus primeras creaciones muchos poetas que recién dieron a conocer su obra en aquellos fastos. Algunos de ellos constituyen ahora voces mayores de la poesía peruana y otros muy jóvenes, sus nombres y sus libros han adquirido dimensiones de leyenda porque murieron.

Es el caso de Juan Ojeda y María Márquez, quienes por primera vez se dieron a conocer en esos eventos no exentos de gloria, y ambos se suicidaron, o sus muertes no fueron totalmente esclarecidas, aunque en ambos casos sus vidas tuvieran trazos estremecedores y rasgos trágicos.

 

Foto en San Marcos. Ricardo Ráez


6. Deambulando

todavía

 

Después vinieron años confusos, en donde cada quien fue atrapado por sus propios fantasmas o demonios, o bien ganados o arrojados por el trajín del trabajo social y hasta político.

Apenas yo alcancé a sobrevivir. A duras penas me sujeté a una roca cuando mis dedos sangraban y mis manos se sostenían entumecidas. Las olas golpeaban abajo en el acantilado y otros caían cerca de mí. Fue un azar salvarme como fue un azar para ellos entrar en las aguas arremolinadas y turbias. Y en la espesa noche.

Pero haré dos precisiones más: cual es que mi primer libro de poesía, cuyo título es Las actas, del cual se han publicado una veintena o más de poemas, lo escribí y presenté en San Marcos. Recuerdo en el auditorio y en primera fila a algunos profesores míos como Antonio Cornejo Polar, Tomás Escajadillo y Dora Bazán.

Con él daba curso a la ambición de escribir el gran canto nacional del Perú, como nos propusimos hacerlo con Juan Ojeda, ya desaparecido y yo deambulando todavía como un sobreviviente malherido.

 


Patio de Letras de la UNMSM. con la pileta


7. Noche

mágica

 

Y presenté en la Casona de San Marcos también mi libro Scorpius que había sido finalista en el Premio de Poesía del concurso internacional Casa de las Américas de Cuba.

Editado en el sello editorial Arte Reda dirigido por Víctor Escalante y con dibujos interiores alusivos a los poemas allí incluidos hechos por el pintor amazónico Yando.

El libro Scorpius compuesto de tres secciones, cuales son: Escorzonera, Scorpius y Letanía, fue presentado el 22 de mayo del año 1972 por el poeta Juan Gonzalo Rose.

Y no se presentó en ningún salón de La Casona sino en la pileta, al centro del Patio de Letras o Patio de los Naranjos y ante un público numeroso.

Hubo una gran concurrencia y es que esos eran días en que la poesía era burbujeante en los cafés y trasuntaba hacia las calles. Recuerdo entre el público a varios profesores míos de la universidad. Había luna llena y la noche era mágica.

 

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