jueves, 20 de mayo de 2021

20 de mayo. Hoy mi madre cumple 103 años de vida. / Ya no estés triste.


20 DE MAYO
HOY MI MADRE CUMPLE
103 AÑOS DE VIDA

YA NO
ESTÉS
TRISTE

Danilo Sánchez Lihón



Mi madre


1. Siendo
cierto

 

He sabido, mamá, que a mis hermanos los llamas llorando a preguntarles y a decirles que se preocupen por mí.

Y, ¡que algo me pasa!

Porque al hablar por teléfono sientes que mi voz es mi voz, pero que hay algo en ella que se quiebra. Un rasgo que tú notas.

Pero mamá, yo te digo: que ¡estoy bien!

Mi lógica –te lo estoy demostrando– es firme, y mi corazón es fuerte. Aunque quizá haya un acento que escape a todo control y dominio y un tono que nos traicione. 

Siendo cierto que para una madre no hay hijo que enmudezca, ni pena de un hijo que se le escape.

Ni queja de un hijo suyo que le sea escondida, ni voz que se apague ni que le sea oculta.

 

Mi madre y sus once hijos


2. Tú

bien lo sabes

 

Aunque yo creyera que estando tú lejos hasta ahí no alcanzaría a llegar ni mi llanto ni mi congoja ni mi quebranto.

Aunque yo creyera que nadie me oía, mira pues, eres tú que desde lejos estaba sintonizada conmigo.

Aunque yo creyera ¡que podía llorar a mares sin que me veas ni lo supieras!

Pero, confía en que tu pequeño sabrá salir adelante de cualquier desafío y peligro.

Tú bien lo sabes, que el más asustadizo de tus hijos, y que se ponía a temblar como un junco o una caña en tus desmayos, ha saltado y dejado atrás tinieblas.

Que ha hollado y vencido de niño muros inhiestos, parajes adustos y temibles abismos.

 

Mis padres el día que se casaron


3. ¡A quién

sea!

 

¡Y eso tú lo sabes, mamá!

Que ha corrido veloz por oscuros atajos. ¿Recuerdas? ¡Tú me has abrazado y besado tanto por avanzar raudo como un cervatillo, apareciendo por cerros y luego desapareciendo por quebradas y bajíos!

¿Te acuerdas, mamá?

¡Y para volver a aparecer de nuevo por lo alto de una colina distante y lejana!

Eso cuando íbamos a cosechar maíz en Chacomas y había que avisar de esto y de lo otro al alpartidario. O, ¡a quién sea!

Recuerda que tu pequeño ha golpeado y ha abierto con sus puños temblorosos puertas endurecidas.

Y que, con sus pasos menudos, pero resueltos ha pisado y vencido a baldosas terribles y heladas.

 

Mi madre, recién casada


4. Dormido

o despierto

 

Recuerda que ha superado intrincados obstáculos. Entonces, ¡ya no llores ni estés triste, mamá!

Aún más hoy día que es tu cumpleaños, y que debemos hablarnos, pero sin llorar.

También te consta, porque tú me has tenido en tu vientre, que mi pulso es recio, que mi pálpito es perfecto y que mi ilusión es invencible.

Y, muy al fondo, hasta pareciera que soy feliz. Y hasta que sonrío.

Y ten por seguro que mi alma está directamente conectada, con un lazo indisoluble, a los oídos de tu corazón.

Porque yo siento que igual converso contigo, dormido o despierto. Como si tú estuvieras a mi lado siempre, sin importarme que ahora estés tan lejos.

 

Mi padre


5. Esa sombra

morada

 

Y debes estar contenta, mamá. Tú sabes del tacto, del tino y del acierto de mis manos. Puesto que tú las has cogido y las has sostenido tanto de niño para que yo no cayera.

¡Que tú las has acariciado tanto y besado mucho más todavía! Eso tú misma me lo has dicho.

¡Que las has sujetado tanto, orando, hundidos mis puños apenas nacidos, y doblados mis dedos para tenerlos en las cuencas de tus ojos!

¡Encima de tus párpados que tienen esa sombra morada que de repente es por mí que se ha oscurecido tanto!

Igual a cómo los tiene la Virgen de la Puerta. ¡Huella de tus lágrimas ya jamás se secarán ni en el dorso ni en el cuenco de mis manos, ni en esta ni en otras vidas!

 

Cumpleaños número cien de mi madre


6. Ya

no llores

 

Manos que como siempre, mamá, están puras. Están limpias, como tú las querías, atentas para todo lo bueno. Y que son valerosas.

Y solidarias con todo lo auténtico y legítimo. Como tú lo has querido siempre que así ellas fueran, ¡aunque tengamos que ser siempre pobres!

Diciéndote que tu pequeño sabe enfrentar acechanzas, encrucijadas y amenazas. Y mi ser, pese al cierzo y la borrasca, pese a la horrenda niebla que se cierne, está lleno de esperanza.

Tuyo es mi corazón y estas manos que tanto besaste. Y que las hiciste para defender todo lo noble que tú me enseñaste que tenía que defender en la vida.

Vida que ahora yo, como tú hacías antes y siempre, encomiendo al Apóstol Santiago de nuestro pueblo, y a la bendita Virgen de la Puerta de Otuzco.

Y, te ruego, mamá, ya no llores, ni estés triste por mi culpa.

 

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