En China medioeval -época en que dicha cultura alcanzó un desarrollo espléndido- se exigía a quienes pretendían ocupar altos cargos públicos y ser funcionarios, que supieran escribir versos y tener conocimientos de poesía, porque se llegó al consenso en ese momento, que aquello era un indicador importante de una personalidad amplia y profunda, hasta el punto de que algunos estudiosos afirman que en ese factor podría hallarse la razón para que en aquel período China alcanzara un impulso extraordinario.
Y, ¿qué hizo grande a la cultura
helénica? La poesía. ¿Qué fue aquello le
dio consistencia, valor, vuelo eterno? La poesía. Ellos adoptaron una visión del mundo, una
actitud, una conciencia y una moral inspirada en la poesía que es la esencia
del alma humana. Porque, ¿cómo fueron educados los gobernantes griegos, incluso
los guerreros?
¿Con qué planes estratégicos
avanzó Alejandro Magno conquistando Egipto y transponiendo más allá del Indo?
Con poemas. Con el imaginario de los
mitos que rezuman poesía y bajo el retumbar no de los tambores y clarines sino
de los hexámetros de los cantos homéricos que leía extasiado al amanecer de cada
combate.
2.
Ya en nuestra
América, José Martí, el prócer y padre de la independencia de Cuba y figura
epónima de nuestro continente, predicaba que la poesía "es más necesaria a
los pueblos que la industria misma -y lo decía en circunstancias en que él
guerreaba a fuerzas omnímodas como era el imperialismo de fines del siglo XIX,
situación en la cual la tentación mayor es el pragmatismo a ultranza.
“Pues ésta, decía
por la industria, proporciona el medio de subsistir, mientras aquella, la
poesía, nos da el deseo y la fuerza de vida”, con lo que nos está diciendo que
más importante que una máquina, una fábrica o un complejo industrial es un
poema, y quien lo decía era un hombre que además de ser visionario era
organizador de ejércitos y de pueblos.
Entre nosotros la poesía nos
invade, es nuestra sustancia y esencia, corre por nuestras venas, debiendo
educar más con ella, con la belleza, con el sentido profundo de los seres y las
cosas. Y con el heroísmo que César Vallejo avizora. Pero no reduzcamos poesía a escritura, ni a
texto, ni a páginas; tampoco a libro. Mucho menos a cenáculos ni academias.
3.
César Vallejo la sitúa en el
campo de batalla. La poesía es acto, no texto. Poesía es pálpito, corazonada y
decisiones para la trascendencia y el infinito que somos. Poesía es verdad.
Es una manera de vivir, una
actitud frente al mundo, una manera de situarnos en la realidad y de actuar con
grandeza, con intensidad, pasión y heroísmo. Poesía es grabar nuestros pasos en
la tierra, sellar nuestras huellas en el mundo.
Y es entendible y
razonable lo expuesto, ya que, sin poesía, sin ilusión y sin idealismo también
se puede vivir, pero es distinto hacerlo, por lo grandioso y enaltecedor que
resulta, alumbrando el existir con el hálito de estos contenidos.
Asimismo, sin fe,
sin esperanza y sin fervor también se puede pasar la vida y hasta amar, pero
hay mucha diferencia entre querer de cualquier modo y hacerlo proyectando
nuestro ser al infinito, al punto de rozar en dicho trance con lo sagrado.
Como igualmente hay diferencia entre el amor elemental con aquel otro
que es compenetración espiritual y trascendente con el ser amado. La poesía es un elemento esencial de la cultura andina. Y aflora de manera
natural en nuestras vidas.
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