jueves, 20 de mayo de 2021

20 de mayo. Nace Ernesto Ráez. / Flecha arrojada al amanecer.


20 DE MAYO
NACE ERNESTO RÁEZ

FLECHA
ARROJADA
AL AMANECER

Danilo Sánchez Lihón



Ernesto Ráez Mendiola


Ernesto Ráez Mendiola,
actor y director de teatro, escritor y educador
nato, nació un día como hoy 20 de mayo del año
1936 en el Rímac, en Lima, y murió hace poco, el 11
de marzo del año en curso, 2021. El presente artículo,
como otros que he escrito acerca de su vida y obra
lo escribí estando él vivo, y así quiero que quede
al volver a rendirle mi sentido homenaje.

1. El libro
interior

 

Ernesto Ráez Mendiola quien cumple años el 20 de mayo y quien toda su vida ha sido maestro está en contra de que el maestro es para recordar, sino que más bien es alguien para olvidar. Aunque él los recuerde a todos sus profesores y año por año.

Porque cuando nos olvidamos de nuestros maestros, dice, aparece nuestro maestro interior, aflora el maestro que somos, es cuando liberamos nuestro propio camino y destino superior.

Claro que ser amigo de Ernesto es saber también que se deleita y complace en cultivar herejías; las siembra, las aporca y las hace florecer. Y ¡dar frutos por doquier!, que son otras tantas peras de su ser maestro: ¡Y del olmo que es su ser artista!

Y sabemos que no hay rato en que este hereje impenitente, no esté cortando cabezas, deshaciendo entuertos, cuestionando y polemizando con frecuencia consigo mismo.

 

Ernesto Ráez Mendiola, de niño


2. Venera

y cree

 

Sostiene por ejemplo que el libro no importa mucho y que no es imprescindible para la cultura. En esto yo reacciono airado. Postula que no pasa nada si no se practica y realiza la lectura. Yo me levanto de mi asiento. Que ella puede ser incluso perjudicial y adversa.

Que, más bien, debemos sacar el libro interior que tenemos guardado dentro. ¡Claro! Que debemos escuchar la voz íntima que somos, hacia el fondo de nosotros mismos.

Y aguzar el oído para escucharnos palpitar, y hasta para contemplarnos sentir y pensar. ¡Por supuesto! Apruebo todo esto y asiento sin ambages ni reparos.

Ernesto, así como alguien venera su pueblo, su selección de fútbol, un género de música, venera y cree, se ampara y se protege, dice él, en la grandeza de los hombres de pensamiento del Perú presente.

 

Con Ernesto Ráez Mendiola


3. Mirar

con asombro

 

Se apoya en los hombres de pensamiento, en los artistas, intelectuales y escritores peruanos y en los estudiosos de nuestra realidad que son, dice él, sus amigos. Y que con sus aportes están dando un paso gigantesco en la construcción de nuestro destino común, como pueblo y como nación.

Pero cree que los grandes no son solo los de antes sino los actuales, es decir ustedes que están aquí en esta red de contactos electrónicos.

Esto que dice yo lo he comprobado que lo sostiene en sus conferencias magistrales. Y, sobre todo, en sus cursos, donde oímos cómo cita al amigo tal y al otro cuál.

¡Y cómo vuelve a mencionarlo para esta y la otra argumentación!, citándolos, analizándolos, exaltándolos.

Funda su pensamiento en el colega de al lado y en el de todos los días, en el hombre de carne y hueso que él abraza y admira. Que no espera que muera o esté lejos para reconocerle un gran valor y mirarlo con asombro.

 

Ernesto Ráez Mendiola


4. Una mano

en la cual confiar

 

Y este hecho me parece no solo singular, sino de una significación moral extraordinaria.

Tanto es así que él se considera y se reclama ser hechura de sus amigos. Está convencido que la sinceridad con que hablan, que la indignación con que a veces estallan, y la ternura que los embarga, es magistral.

Por eso, entonces, saca del bolsillo de su saco unas hojitas y anota palabras tras palabras, que luego cuando expone cita y hasta proyecta en una pantalla gigante.

Cree Ernesto profundamente que en el Perú es posible crecer, empinarse y alcanzar las estrellas. Y ser grandes al punto de realizar nuestro destino trascendente, pleno y crucial.

Y todo ello basados y a partir de nuestros propios talentos; del humus y de la brasa, de la hoguera y del estallido que aquí se ha acumulado. Y de lo que somos auténticamente.

 

Con Ernesto Ráez Mendiola


5. Ni el amor

ni la muerte

 

Y éste es un mensaje de una calidad y de una fortaleza excepcional, en un contexto en el cual se duda y se flaquea tanto, cuando nos sentimos solos e impotentes sin la ayuda de una mano en la cual confiar, ¡qué importante entonces es su actitud y su gesto!

Para él basta con lo que somos y tenemos. Por eso, escribe:

"Desde cierto punto de vista soy hechura de mis amigos que siempre han creído en mí. Y espero no haberlos nunca defraudado.

Como también no espero haber defraudado a mis hijos: Seis hermosos y brillantes jóvenes cuya realidad gozo y de la cual me enorgullezco:

Ernesto Francisco, Mario Alberto, Rafael Adolfo, Rebeca Adriana, Ricardo Alfredo y Rodrigo Alonso.

A criterio de Ernesto, el hecho más esencial en el Hombre no es ni el amor ni la muerte. Ni el vibrar impactado por el soplo de lo mágico y maravilloso.

 

Ernesto Ráez Mendiola


6. Intenso

y absoluto

 

Eso no lo hechiza tanto, como tampoco el que caiga estremecido por el abrazo terrible del ángel.

Para él, el momento más supremo de la existencia de un Hombre es cuando éste es lenguaje, cuando este decide dejar una huella de su paso por la tierra en lenguaje; cuando anhela perennizar su ser, su sentir y su actuar buscando una manera de testificar un mensaje. Y hasta de perpetuar un hálito o de dar permanencia a un gesto.

Es decir, se consigue trascendencia cuando el Hombre se hace expresión, cuando se convierte en lenguaje y eso alcanza a ser libertad.

Y me parece bien que él escoja ese aspecto como el más representativo del ser humano, corno el más intenso y absoluto.

"He escrito libros teóricos –me dice en su carta– y tengo parcialmente publicados poesía, cuento y teatro para niños, jóvenes y adultos. Pero no me siento escritor. Hablar es un ejercicio que me es cómodo. Hablo espontáneamente, sin cálculos.

 

Escuela Superior de Arte Dramático, donde trabajó Ernesto. 

7. Tensión

de la flecha

 

Y continúa:

Sucede entonces, con lo que hablo, lo mismo que Bachelard decía:

Mi palabra piensa mientras la voy diciendo. Es así que, como buen hablador, he "escrito" muchas veces en la mente de los que me escuchan, como otra forma más de ser profesor".

El reconoce que el principal canal de sabiduría y de arte, de presencia y de ser en el mundo es el habla, la palabra o el lenguaje hecho presencia sonora que alientan nuestras bocas y traspasan nuestros oídos.

Si tuviéramos que cerrar hasta lo mínimo el lente para sintetizar lo que es un Hombre para él, diríamos que es lenguaje, que elige ser expresión enlazada de manera natural y cotidiana con otros seres vivos mediante la palabra oral.

Ahí él cuelga su lanza y su lira. Es ese el punto de tensión de la flecha arrojada a un objetivo ideal en el horizonte y hacia el amanecer.

 

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