sábado, 22 de mayo de 2021

22 de mayo. Nace Antenor Orrego. / Quien ungió a Vallejo con el agua bautismal.


22 DE MAYO
NACE ANTENOR ORREGO

QUIEN UNGIÓ
A VALLEJO CON EL AGUA
BAUTISMAL

Danilo Sánchez Lihón



Antenor Orrego Espinoza


1. Una voz
nueva

 

Ambos jóvenes casi tenían la misma edad, aunque César Vallejo era tres meces mayor que Antenor Orrego, porque aquel era del 16 de marzo y Antenor del 22 de mayo del año 1892. Sin embargo, el trato que se daban, y pese a tener cada uno apenas 23 años, era de suma distinción, respeto y con los protocolos que solo se ven en la diplomacia y en el ámbito oficial.

Fue Víctor Raúl Haya de la Torre quien los había presentado y César Vallejo quedó impactado por la sapiencia y la personalidad de Antenor Orrego, el joven intelectual. Y le pidió una cita formal a fin de entregarle en consulta los poemas que había escrito. La cita fue cordial. Antenor recibió los poemas y le fijó día y hora a una semana después, en que le daría su veredicto.

Antenor Orrego le pide a César Vallejo que rompa todo lo que hasta ese entonces había escrito. Pero a continuación le advierte que eso le decía porque dentro de él había vislumbrado una voz nueva. Y le urge a que deje libre esa voz, y a que asuma una batalla crucial por encontrar dentro de sí mismo aquella expresión de toda una raza y de todo un pueblo. Que sea auténtico, y que deje aflorar aquel ser primigenio que habitaba en él.

 

Antenor Orrego Espinoza


2. Así nació

el poeta genial

 

Y el mismo Antenor Orrego refiere de estos hechos con las siguientes palabras:

“Lo que le dije exactamente, no lo sé, ni puedo saberlo nunca. Pero guardo la impresión global que intentaré traducirla, a una distancia de cuarenta años, en mi lenguaje de hoy:

– César he visto a través de tus versos barrenando, diré, las paredes literarias de tus palabras escritas, la posibilidad de un poeta extraordinario, pero, a condición de que te esfuerces por alcanzar la fuente más auténtica de tu espíritu. Luego, debes expresar lo que allí encuentres con tu propio y más genuino estilo personal que tienes que crearlo, porque traes algo que es absolutamente nuevo… Olvídate de estos versos y ponte a escribir otros durante los meses de vacaciones, concentrándote resueltamente en ti mismo. Debes tener la seguridad de que posees algo que nadie ha traído hasta ahora a la expresión poética de América…

El poeta no me dijo nada. Lo intuí recogido sobre sí mismo y, hondamente conmovido. Me abrazó efusivo y se despidió.”

 

Crupo Norte de Trujillo. Detrás de César Vallejo, Antenor Orrego


3. Así nació

el poeta genial

 

¿No es un pasaje solemne? ¿No es un orto, un vórtice y un rasgarse los cielos? ¡Y con la sencillez y humildad con que lo afrontan, se comportan y actúan apenas dos mozalbetes! ¡Y que lo vemos como si ingresáramos a un recinto sagrado y colmado de esplendidez!

¡Y el trato tan reverente que se dan, pese a ser jóvenes de la misma edad! Sin embargo, ¡qué majestad! ¡Qué hieratismo y qué momentos decisivos para la historia nacional y universal!

Ahora bien, César Vallejo, y tal como lo aconsejó Antenor Orrego, destruyó esos poemas y viajó a Santiago de Chuco. Y, siguiendo las pautas que le había dado, escribió nuevos, distintos y originales poemas, con otra parla esencial, con inflexiones y cadencia, tratando de escuchar su voz profunda.

Así nació el poeta genial de Los heraldos negros. Y poco tiempo después el vórtice del lenguaje que es Trilce, libro del cual es también Antenor Orrego no solo su anunciador sino en cierta medida su propio autor.

 


César Vallejo. Composición de Ana Umbold


4. De lo rústico

a lo genial

 

Y es que Vallejo sabía ser un buen discípulo, un alumno aplicado y un estudiante que sabía escuchar, sin que tuviera ningún prejuicio en ser el aprendiz que fue. Por eso, es hechura también de sus maestros y amigos, y Antenor Orrego fue de él maestro y amigo. Así como lo fue de los obreros, artesanos, trabajadores de las minas, arrieros, cañeros, hombres del campo; de todos quienes directa o indirectamente estuvieron cerca de él y lo formaron.

Pero, ¿cómo es que Antenor pudo leer diáfanamente su genialidad en aquellos versos que ordenó destruir? ¡Porque él fue el primero quien advirtió aquel rasgo que ahora es fácil reconocer!

¡Pero hacerlo cuando recién intentaba escribir a tientas y apostando por él a ciegas! ¿Y cómo es que César Vallejo lo siguiera a pies juntillas, y lo obedeciera sin discutir ni un palmo? Y es que eran jóvenes extraordinarios, no solo en talentos sino en virtudes. Tiempo después Antenor se lamentaba de que aquellos primeros poemas él le hubiera dicho que los destruya y no se hubieran conservado para tener el cotejo de la evolución de un proceso que va de lo rústico a lo genial y portentoso.

 


Antenor Orrego Espinoza


5. En aquel tiempo

 y lugar

 

Lo hermoso de todo esto es tanto o más que la capacidad de Antenor Orrego para ver la luz en lo intrincado, la actitud humilde, expectante y dúctil de César Vallejo; tan es así que le pide luego el prólogo de Trilce reconociéndole que es a él a quien se deben dichos poemas.

La cultura peruana ¿acaso no debe enorgullecerse de un trance así? ¿Qué Trilce sea una creación deslumbrante e inusitada, pero producto de un magisterio sublime al interior de nuestro suelo, mar y cielo?

Experiencia que está constituida no solo por la proeza trascendental del vuelo astral de la poesía, sino que en ella hay una dosis muy estimable de educación, de magisterio y de pedagogía vital.

Registrando que no es una proeza casual ni espontánea ni meramente intuitiva sino fruto del pensamiento, de la visión y del colectivo humano que rodeara a César Vallejo en aquel tiempo y lugar. Y que de alguna manera fuera dicha hazaña y dicho destino, avizorado antes de que aquella obra estuviera plasmada. Y esto por un maestro superlativo como lo fue Antenor Orrego.

 


César Vallejo en su pueblo. Pintura Eladio Ruiz


6. El ser

de todos

 

Los libros iniciales que publicó César Vallejo no solo son producto entonces de la genialidad de su actor, sino de aquel que vio por debajo, por detrás y al fondo de sus líneas escritas previamente el torrente, la catarata o la isla prodigiosa; y comprendió lo que no era visible a simple vista.

De aquel que vio lo que todavía no estaba allí pero que era potencial y posible hacer lo que tiembla y palpita escondido entre piedras y abrojos, y que puede hacerse evidente y tangible; intuyendo todo solo por algunos rasgos que solo él pudo vislumbrar.

Y es que la capacidad de ser absoluto no solo está en la conjunción asombrosa de los factores que lo producen y se concentran en un ser, sino en el colectivo humano dentro del cual surge, y que rodea a una persona y una obra, que finalmente sintetiza el ser de todos.

 


Capulí en la casa de César Vallejo


7. Hasta el confín

de los tiempos

 

En el caso de César Vallejo y Antenor Orrego observamos palmariamente y en vivo aquel magisterio para enseñar y para aprender. Y que se plasma directamente en los dos libros deslumbrantes e iniciales de la obra vallejiana, como también en el conjunto de su obra mayor.

Vemos así cómo se forja un destino por la sabia acción de quien intuye, avista y señala un derrotero, y de quien comprende, acata y crea. He aquí graficado con toda nitidez lo que es saber construir un destino superior y supremo.

Pero hay aquí, además de una relación enaltecedora de lo que es la función magisterial, la expresión de otra dimensión y plano verdaderamente valioso y que poco se lo valora en la vida de los grandes hombres, cuál es el de la amistad.

César Vallejo estimó grandemente toda amistad, la cuidó y la valoró en grado sumo. Y no supo herirla jamás. Al contrario, la convirtió siempre en himno de hermandad, como la que prevalecerá hasta el confín de los tiempos, entre él y aquel hermano del alma que fue Antenor Orrego Espinoza, con quien juntos forjaron lo que ahora nos enaltece tanto a todos los hombres sobre la faz de la tierra.

 

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