Mayo es el mes más hermoso de la serranía en el mundo
andino, en que la tierra fecunda, florece y echa fruto.
Mes en que los campos se perlan de verde de todos los
matices, porque las eras han empezado a mostrar los primeros brotes de los sembríos
que el labriego ha cultivado roturando la tierra.
Abriendo surcos en la tierra humedecida por las
lluvias de los meses de enero, febrero y marzo, y ha echado la semilla en el
mes de abril. Y la explosión de verdor núbil y reciente de la tierra es
entonces intensa.
De la tierra madre, de la tierra hermana, de la tierra
niña. La tierra que nos envuelve con su honda fragancia, con su vaho profundo
que todo lo arropa y lo envuelve.
Extendiendo el sol su luz diáfana viniendo de la
campiña a los aleros, las ventanas y los balcones de las casas, donde César
Vallejo escribió como homenaje a esa tierra pródiga el poema “Mayo”
2. Un mundo
armónico
Donde, en el poema “Mayo de César Vallejo, como
complemento al amor, y en un cuadro arquetípico, se canta ¡el himno al trabajo!
Y que se plasma en el símbolo de un joven labrador con
la hoz al hombro camino a Irichugo, que es el lugar en donde la familia Vallejo
tenía una parcela de terreno en las cercanías de Santiago de Chuco:
Hoz al hombro
calmoso,
acre el gesto
brioso,
va un joven labrador a Irichugo.
Canto al trabajo y devoción a esta práctica que
siempre él exaltó y él mismo fue paradigma de ello. Y que ubica en el marco de
un mundo armónico, de afinidad con la naturaleza
Y sumado todo ello a los sentimientos de amor pleno de
bondades, ¡al trabajo! Y que constituye una suerte de profunda aspiración e
ideario vallejiano, al expresar:
3. El sudor
que honra
Y en cada
brazo que parece yugo
se encrespa
el férreo jugo palpitante
que en
creador esfuerzo cuotidiano
chispea, como
trágico diamante,
a través de
los poros de la mano
que no ha bizantinado aún el guante.
He aquí el sudor que honra, que da méritos, que
dignifica al hombre, recogido en poesía. He aquí el homenaje al hombre que se
esfuerza por resolver problemas, desarrollar y transformar el mundo para bien.
He aquí el anuncio ya del poeta de Trilce, de Los
poemas humanos y de España, aparta de mí este cáliz.
He aquí donde se valoran funciones del cuerpo por ser
noblemente humanas, que resultan dignificadas en la poesía que nunca las había
valorizado antes, como puede ser sudar, toser, agobiarse y hasta sorber el
polvo del que estamos hechos.
Materia a la cual él dedica hasta un Padre Nuestro, en España aparta de mí este cáliz, al decir: “Padre polvo que subes del fuego”, porque al igual que sudor el hombre es polvo.
es hijo
Y encontramos aquí, en el poema “Mayo”, otra
reivindicación que abre una puerta a la consideración que desarrolla después
que la revolución social será encabezada y hecha heroísmo por los desarrapados
y mendigos del mundo:
Bajo un arco
que forma verde aliso,
¡oh cruzada fecunda del andrajo!
Para luego retomar su visión idílica:
La zagala que
llora
su yaraví a
la aurora,
recoge ¡oh
Venus pobre!
frescos leños
fragantes
en sus
desnudos brazos arrogantes
esculpidos en cobre.
Visión auroral de un César Vallejo en comunión con su tierra, con su raíz telúrica y su lar nativo. De quien es hijo que no ha roto el cordón umbilical con esa tierra pródiga que nos sustenta ofreciéndonos sus dones.
5. Crepúsculo
de rosa
Y no han de faltar en este cuadro eglógico incluso los
animales, integrados al mundo natural, vegetal y humano:
En tanto que
un becerro,
perseguido
del perro,
por la cuesta
bravía
corre,
ofrendando al floreciente día
un himno de Virgilio en su cencerro!
Donde también clarísimo se advierte el anuncio de la
utopía plasmada después en Telúrica y magnética de los Poemas humanos, que es el
mundo por el cual luchamos y llegamos en el mes de mayo hasta esta bandera
flameante que es Santiago de Chuco, con Capulí, Vallejo y su Tierra, cuando
dice:
Delante de la
choza
el indio
abuelo fuma;
y el serrano
crepúsculo de rosa,
el ara
primitiva se sahúma
en el gas del tabaco.
6. Tal
es mayo
Para luego verlo todo ello representado en un vestigio
de nuestra cultura que convertiremos otra vez en realidad, cualquier día:
Tal surge de
la entraña fabulosa
de epopéyico
huaco,
mítico aroma
de broncíneos lotos,
el hilo azul de los alientos rotos!
¡Tal es mayo, el hilo azul de los alientos rotos, en
Santiago de Chuco y en la poesía de César Vallejo!
Mayo, que es mes del agua niña, de aquella que corre y
se desliza rumorosa en arroyos impetuosos por las acequias. Y hasta por las
peñas, formando blancas cascadas sobre el ocre de las piedras y con el marco y
contorno de los campos verdecidos.
Mayo en que se concibe, en que hay la entrega generosa
devolviendo todo lo que nos ha dado a manos llenas la vida.
7. La utopía
andina
Mayo, mes también de la buena comida puesto que ya hay
frutos verdes, como las habas, los choclos y los chungares límpidos.
Mes del sol espléndido que dora los campos, las casas
y los caminos, mes del canto agradecido y de loa a todo lo creado.
Mes en que se posa en tus trenzas, niña mía del alma,
la estrella matutina, la aurora, y el sol de amanecida. ¡Mes en que tanto te he
querido!, adorando tu blusa, tu falda y los aretes de tu cuello.
En mayo, en que todo exhala su aliento de afirmación de
la vida, de veneración a la tierra, de homenaje a lo existente.
En el cual se realiza el Capulí, que es cuando ingresamos
a ese puquial cristalino, definiendo con nuestros pasos aún más nuestro derrotero
de compromiso, de consagrar la vida a reconstruir la
utopía andina.
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