lunes, 24 de mayo de 2021

24 de mayo. Muere el padre de César Vallejo


24 DE MAYO
MUERE EL PADRE DE CÉSAR VALLEJO, 1924

LOS
PASOS
LEJANOS

Danilo Sánchez Lihón




César Vallejo en su tierra. Pintura: Luis Armas


1. El hado
o la suerte

 

 Hay en el poema «Los pasos lejanos» de César Vallejo una dicotomía de vida y muerte.

Unidas y enlazadas una estrechamente con la otra: la vida contiene la muerte y esta se nutre de la vida.

Y aquello es parte sustancial e intrínseca de la condición humana, como también el adiós y lo lejos en los seres que más se quieren. Y en los que no se quieren es peor todavía, donde reina y prima: el vacío. 

Graficado todo ello en los pasos, en el poema que comentamos, en aquel ir a pie por los caminos.

Porque, ¿qué son los pasos sino nuestra ligazón con la tierra y con nuestro destino?

Ellos nos animan, nos conducen; van o están signados por la estrella que nos guían, como por el hado o la suerte que nos imprime una ruta cada día.

 


Techumbre de la casa de César Vallejo.
Al fondo el cementerio


2. Poesía

esencial

 

Así, en el poema, estamos con el padre, pero también en oposición a él. Profundamente inherentes a él, pero igualmente como algo inclusive contrario.

Está ahora tan cerca;

si hay algo en él de lejos, seré yo.

Vallejo así no dice dura y secamente «soy yo», sino que diluye y difumina la expresión en aquel «seré yo», como un rictus, un gesto y una posibilidad. Un quizás o un tal vez sutil.

Solo que esta vez esta oposición está captada en los pasos, en esta realidad tan básica y orgánica, en donde no solo está todo el cuerpo sino toda el alma.

Si son lejanos es hondo; si esos pasos se los advierte cerca cuando el padre duerme, peor aún.

Allí se produce la sacudida y conmoción de una poesía esencial. 

 


Francisco de Paula Vallejo,
padre de César Vallejo


3. Lesa

poesía

 

Porque poesía es también blandir bien un cuchillo, como cabe esperarlo en quien la asume para cambiar el mundo, como es el caso de César Vallejo.

Porque aquí se sorprende a un padre dormido, hecho que es grave cuando en él se ausculta lo amargo y lo lejano.

Ver dormir a un padre, contemplarlo inerme en una actitud del hijo como espía, de explorador impúdico del misterio del alma es tanto como cometer un crimen.

Pero si bien es un acto culpable, y Vallejo aquí lo es, porque sorprende a su padre dormido, y elucubra sobre él.

Como en otro poema lo sorprende de perfil, al mismo tiempo debemos reconocerlo que es de un convicto de lesa poesía, cuando dice:

El momento más grave de mi vida es el haber sorprendido de perfil a mi padre.

 


Doña María de los Santos Mendoza,
madre de César Vallejo



4. El hoy

y el ayer

 

Y para descargo: Vallejo blande ese cuchillo, escalpelo o espada, que matan, pero también que sanan.

Porque igual cuchillo blande el médico ante una persona que duerme en una operación, igual escalpelo apunta el vigía que vela en la noche.

Igual espada blande el héroe que defiende el Morro de Arica.

Él ve dormir a su padre y recién allí capta su pureza, su ingenuidad y su ser indefenso y donde nos prueba que la poesía es observar, auscultar, espiar el sentido del mundo para cuidar por él.

Y esta vez observa a su padre para captar que es puro y es tierno, aunque en él se abatan lo cerca y lo lejos, el hoy y el ayer, la vida y la muerte, donde si hay algo en él de amargo y lejano “seré yo”.

 


Exterior de la casa de César Vallejo


5. El restañante

adiós

 

 Y es que cuando César Vallejo nació su padre ya tenía 52 años de edad. Y en el padre él tuvo representado el enigma de lo que es o puede ser la vida y la muerte.

El padre es un anciano cuando el joven César escribe «Los pasos lejanos» en 1918, siendo un mozo que frisa los 26 abriles, mientras su padre sentía ya el agobio de los 75 años a cuestas.

De allí que la figura paterna en su poesía es el destiempo y el misterio absoluto, que es lo que finalmente inspira este poema; o sino: qué nos quiere decir cuando expresa:

Ha de velar papá rezando y quizás pensará se me hizo tarde.

Y en otro momento:

En un sillón antiguo sentado está mi padre como una Dolorosa.

Así como también dirá: Mi padre es una víspera. De allí que toda la sensación que se tiene frente a él es un enlazar con el misterio.

 


Patio y cocina de la casa de César Vallejo


6. Madre

y padre

 

El padre es el punto de unión entre el hogar con bulla, con verde, con niñez, y la soledad donde se reza, de la niñez exultante y el derrumbe y la desaparición del hogar.

El padre es el nexo, el punto de unión y encuentro entre lo inocente y la partida, entre el adiós y lo que se queda, entre lo que se halla y lo que se pierde:

Mi padre se despierta, ausculta

la huida a Egipto, el restañante adiós.

Y dentro de ese orden se ubica el sentimiento al padre, tan intenso en nuestra cultura por los sentimientos a los que se le enlaza; tan básico y fundamental para protegidos con su figura pasar por la infinitud de los tiempos.

Porque felizmente la nuestra es una cultura en donde los personajes padre y madre son centrales. Y el candor de nuestras vidas es lo primero, a tal punto que padres también son los cerros, los ríos, las lagunas y los mares. Y hasta una piedra es madre y padre.

 


Santiago de Chuco


7. De la nada

a lo eterno

 

Concluyendo por todo ello que César Vallejo es poeta de ámbito o dimensión universal, pero hecho o tejido con lo más esencialmente andino, familiar y humilde; tramado con lo más íntimo y entrañable de lo que somos y tenemos.

Es decir, encontró la universalidad no despojándose ni renunciando a nuestra manera de ser, ni a nuestros sentimientos más genuinos, ni a nuestras emociones primigenias, sino cavando aquí, engrandeciendo y asumiendo heroicamente nuestro mundo propio.

Tampoco dejándose seducir por nada que tuviera lujo, resplandor o éxito foráneo, sino dejándose guiar por lo que más conmueve, se ama y compromete, pero aquí; como es el ser humano, tal cual somos, dignificado con su ser lo común, corriente y cotidiano de nuestro acontecer.

Y de ese modo César Vallejo elevó la poña que somos hacia el infinito y lo inacabable. Es el redentor de los pasos que aparentemente van a la nada llevándolos a lo eterno.

 

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