Llegando a Santiago de Chuco
Ahora es fiesta de Capulí, Vallejo y su Tierra en
ese promontorio embrujado en donde se erige Santiago de Chuco.
En esa atalaya, que pese a que parece una tasa de
barro con bordes parejos que hacen los cerros lejanos, sentimos cercanas las
estrellas y asequibles los luceros.
Y tanto es cuenco, vasija o taza que algunos piensan
que antes hemos sido mar o laguna por los bordes alineados que tienen las
cadenas de montañas del horizonte
Pero donde estar dentro, o haber nacido en esa cuna
de paja brava es como si hubiéramos nacido en una cumbre
inhiesta.
Vista panorámica de parte del pueblo
2. Porque
es verdad
Donde ahoga a toda hora el olor a menta, a
manzanilla y alcanfor que invada e hincha nuestro pecho.
Y que nos sume en el encantamiento y regocija
nuestro corazón.
Donde la campiña es una euforia de colores, de
aromas, de matices que de tanto brillo nos hacen lagrimear,
O será el esplendor porque todo brilla y tiene el
esplendor, el de los arroyos cristalinos que bajan por las peñas.
Donde han nacido, se crían y viven saliendo con sus
canastas a comprar pan con sus vestidos floreados y altos las niñas más bellas
del universo.
Y esto que digo todo ser humano tiene el derecho legítimo
de decirlo de su pueblo porque es verdad.
3. Su lar
nativo
Es por eso volvemos a ese aprisco, al hato familiar
y a la querencia, con nuestros propios pasos como ovejas perdidas.
Un paisano mío, Galindo Benites, un hombre
querendoso, y ya muerto, y que yo conocí, retornaba cada año a pie, como en
peregrinación, pero lo hacía caminando con sus propias pisadas.
Dejaba que el camión en que iba lo apeara en el
desvío a Otuzco, hasta donde creía que el mundo era todavía costa.
Y desde ahí, en lo que ya comprendía que era su
serranía y su lar nativo, emprendía su caminar por lo que consideraba ya era su
lar y su querencia.
¿Cuántos días, con sus noches, caminaba? ¿Dos o
tres?
Horizontes de Santiago de Chuco
4. Yo creo
que llorando
Pero él entonces sentía que tenía que reverenciar
estos abismos de piedra y cielo.
Y lo hacía absorto, sintiendo el titilar de las
estrellas sobre su frente y el estremecimiento de la tierra bajo sus plantas,
tal como si fuera una mujer bajo nuestro cuerpo.
– ¡Sube hermano! ¡Ven! –Le rogaban compadecidos Le
suplicaban abrumados por su fatiga los demás viajeros.
– ¡En el camión vamos a llegar más pronto,
hermanito! –Lo alientan a subir desde la caseta. ¡Nada!
¡Él ya no oye! Ya está caminando gacho.
Flores en botón
5. Tornar
a la tierra
Y si no voltea no es por no escuchar razones, sino
porque no le vieran el rostro humedecido.
Y hacía esa travesía a pie, transido, con honda
emoción y fervor, como si rezara.
Y yo lo imagino siempre en mi vivencia de los días
y las noches, pasando por estos cerros, cantando, silbando, o ahogándose en
gemidos.
Es la parábola del retorno al origen, es el tránsito
a la semilla que fuimos y a la que todos otra vez volvemos.
Es el tornar a la tierra del anhelo, después de
haber lidiado con lo desconocido, lo incógnito y misterioso de esta vida
intentando visualizar algo nuevo.
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