EI recuerdo más antiguo que
tengo del maestro Danilo Sánchez Gamboa, tu papá, es una certidumbre y una
sensación muy nítida y segura.
¿Cuál es? La de llegar a la
escuela, a la hora de ingreso a clases, si es temprano mejor todavía, y tener
la completa convicción de encontrarlo a él, de saber que él está allí, presente
en la puerta de ingreso.
Porque eso ocurría, de allí
que lo identifico a don Danilo con lo que es la escuela total y plenamente; con
su patio, sus corredores y sus salones.
Lo identifico a tu papá
como algo inherente a las aulas mismas. No puedo desligarlos a ambos, a don
Danilo y al Centro Viejo 271. Hay maestros así, consustanciados con su misión.
Y mira, ¿ah?, la imagen es
de encontrarlo ahí leyendo y a la vez vigilante de los alumnos que iban
llegando.
Y siempre él con una
sonrisa, tratando a sus alumnos de una manera cariñosa, pero al mismo tiempo
firme, porque así era él.
Maestros: Carlos Castillo Murga y Danilo Sánchez Gamboa
2.
Muy
a
pecho
Decía:
– A ver, ese alumno que
está hablando allá.
Se bajaba y ¡uy! ¡uy! ¡uy!
A los profesores en ese entonces les teníamos
miedo. Porque cada vez que nuestras mamitas los encontraban a su paso por la
calle, les decían:
– ¿Y cómo se está portando
mi hijito, profesor?
– Bien, señora. Bien.
– Pero si se porta mal,
dele duro, por favor. ¡Castíguemelo! Y, ¡enderécelo a tiempo!
Y, peor todavía, había
mamitas que les decían de frente:
– Péguele a este cholo que
no me obedece. Y encima me contesta. Se está portando mal. ¡Está muy malcriado
en la casa! Me ha hecho esto. ¡Fíjese! –Y le contaban y le daban las quejas,
como si fueran nuestros papás– ¡Hágame el favor de corregirlo a palos!
Les pedían que nos pegaran.
Y eso los profesores lo tomaban muy a pecho, porque si no les hacían caso, para
su concepto, era, indolentes, faltos de carácter y entonces un mal profesor.
Danilo Sánchez Gamboa cuando ingresa al magisterio
3.
Tan lleno
de
alegría
De ahí que decíamos, cuando
ya se acercaba:
– Ahora le pega un reglazo.
–Porque se venía a donde estaba el alumno, le ordenaba ponerse de pie, en
actitud de ¡firmes! Le llamaba la atención de manera clara, porque eso sí, explicaba
cuál era la falta, porque era bien recto y derecho tu papá, ¿ah?, y a la hora
de pegar el reglazo, levantaba su zapato y con la regla se daba en la suela,
por debajo de la planta del pie, hecho que hacía un golpe seco que sonaba igual
que si nos castigara y doliera.
Siempre era así, ¿mira,
ah?... Y en los recreos uno lo encontraba a él siempre vigilante, atento al
comportamiento de los niños. Ante cualquier problema ponía su cara de serio
como para que uno se componga, pero por dentro estaba que se reía, porque le
encantaban los niños.
Uno así se daba cuenta que
estaba muy contento estando en la escuela. Y sólo en dos sitios lo podías
encontrar: en su casa o en la escuela, en ningún otro lugar.
¡Tan sereno como era!, tan
lleno de alegría, ¡tan sincero! Porque después lo conocí muy de cerca, tanto
que puedo decir que fue mi amigo. Y siempre era puntual en el inicio de cada
actividad.
De excursión en los restos arqueológicos de Huasochugo
4.
Con los ojos
cerrados
Y era, pues, además de
maestro, un artista. No cualquiera tiene las dotes y cualidades que él tenía.
Así como era un gran
maestro de tiza y pizarra, de repente se le veía y escuchaba tocando esas
canciones de la época... ¡los fox incaicos, y la música andina más genuina!
Tanto que organizó y
dirigía una orquesta de instrumentos de cuerda que en toda actuación estaba
presente, e incluso animaba en las fiestas sociales.
Cuando uno pasaba cerca de
tu casa se escuchaba una música bella, sublime, que al principio tratábamos de
ubicar de dónde venía, al parecer del cielo y sus estrellas. Pero, después ya
sabíamos que procedía de la sala de tu casa, con la puerta a medio abrir, ahí estaba
él que se dormía, sólito tocando el violín con una música que encandilaba.
Con los ojos cerrados movía
el arco, ya transportado diríamos a otros mundos, extendido el pañuelo blanco
entre su cuello y la base del violín. Y se dormía tocando, o parecía dormido
con los ojos cerrados.
¡Y qué música, Dios mío!,
una música muy sentida y muy profunda, con reminiscencias incaicas, ¡porque eso
le gustaba a él sobremanera...! ¡Ah! Tu padre fue mi maestro y a él debo todo
lo que siento, pienso y soy.
(1) Entrevista
realizada al profesor Jacinto Diestra el 15 de septiembre del año 2001, en
reunión llevada a cabo con ocasión de cumplir 68 años de vida, el 11 de
septiembre. Estuvieron presentes Manuel Vejarano, Carlos Diestra, Juvenal
Sánchez, Margarita Diestra, René de Somocurcio, entre otras personas.
Jacinto
Diestra nació en Santiago de Chuco el año 1933. Estudió en el Seminario de San
Carlos y San Marcelo en Trujillo. Fue profesor de Filosofía en el Colegio
Claretiano de San Miguel, en Lima, y de Educación Cívica y Ética en el Centro
Educativo José Olaya, en el distrito de La Perla, en el Callao. Murió el 13 de
octubre del año 2001).
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede
solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí:
capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
Ediciones Infolectura: infolecturaeditorial@gmail.com
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
393-5196 / 99773-9575
le rogamos, por favor,
hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario