25 DE
SEPTIEMBRE
DEL LIBRO DE LA VIDA
LA DANZA
COMO
ARTE
Danilo
Sánchez Lihón
Nunca des una espada
a un hombre
que no sepa bailar.
Confucio
Solo creería en un dios
que sepa bailar.
F. Nietzsche
El Corazón danzaba;
más, luego sollozó.
César Vallejo
1. Danzan
las estrellas
La danza es arte primigenio que nace con la
aparición del hombre sobre la faz de la tierra, porque se vincula a su
palpitación, al ritmo de la sangre y a la respiración de nuestro cuerpo que
interiormente danza, así como danzan las estrellas y las galaxias del universo.
La danza es el arte más antiguo de la
cultura de los hombres y los pueblos. Y aún antes que el hombre existiera ya
había danza, puesto que lo más ínfimo y lo más vasto de todo en el universo,
danza.
En el arte rupestre de las Cuevas de
Altamira, en la Cantabria de España, así como en las Cuevas de Toquepala, en
Ilabaya, provincia Jorge Basadre, en el departamento de Tacna, en el Perú, los
hombres danzan hasta cuando cazan.
En las primeras manifestaciones humanas la
danza adquiere un carácter ritual; en primer lugar, para exorcizar las fuerzas
de la naturaleza a fin de hacer propicia la caza y la pesca, como las
confrontaciones y las batallas entre tribus rivales.
Así como también se danza para celebrar y
adorar a las entidades divinas y pedir su concurso favorable en los asuntos que
más nos importan e incumben en la vida.
2. Lo más
supremo
La danza es la conjunción del cuerpo con el
espíritu en el centro más esencial y culminante en que estas dos verdades se
juntan el acto ceremonial de la celebración y la fiesta. Y cuyo lenguaje es el
movimiento en su expresión más intensa y sublime, mediante el ritmo y el compás
que trazan unas líneas creadoras imposibles de que antes o después existan,
salvo en el presente en donde la danza nace y se configura, principalmente en
base a impulsos y emociones que se traducen en ritmos, compases y movimientos.
Y como todo aquello inherente a la
conjunción más alta del cuerpo y el espíritu está ligado a la adoración. Así como
todo aquello en relación con la naturaleza está ligado al agua, al aire, al
fuego y a la tierra. Es por eso que la danza por un lado tiene una expresión
personal, de impulso anímico, pero a la vez es una manifestación colectiva, en
donde el individuo participa de una comunión profunda con los seres con quienes
comparte un destino común.
La danza es expresión del ser individual,
pero también del ser colectivo; y en las culturas originarias se danza en
alusión y en vínculo con la divinidad, adorando de ese modo a las montañas, a
las nieves perpetuas, a las cascadas de los ríos o bien a las estrellas y cometas
del firmamento.
3. Danzan las esferas
celestes
Aunque es una expresión depurada del
movimiento corporal es a su vez un rapto sagrado del espíritu por el cual nos
encomendamos a lo más supremo que hay en el
universo.
Sean aquellas presencias naturales que veneramos
como los cerros, los ríos, las lagunas, los picachos nevados; o bien sea que
estén dedicadas a las deidades en las cuales creemos fervorosamente; y que no
tienen una expresión externa, sino que son espíritus que más habitan en el
espacio interior de nosotros los seres humanos.
Por ambas razones, sensoriales como
simbólicas, las danzas han incorporado a la expresión natural del cuerpo una
vestimenta y parafernalia que representa la mímesis de fenómenos naturales,
anímicos y sociales que vale asumir, interpretar y valorar.
Otro aspecto es la coreografía que
desarrolla una estructura compuesta de momentos o estadios en el transcurso de
esta expresión artística, a fin de darle variedad por un lado e intensidad por el
otro. Y expresión simbólica de los contenidos del alma
humana.
4. Las manos
y los pies
Entre
nosotros, la danza es un arte milenario; y todas las culturas del mundo en
general registran expresiones artísticas que se pueden tipificar como danzas.
Asocia
o se vincula a otras manifestaciones de la cultura de los pueblos, y a expresiones
artísticas como la música y la canción, el teatro y la plástica, el cine y el
arte gráfico, armonizándolas en una unidad que nos da la ilusión de
espontaneidad, síntesis y libertad.
Sin
dejar de ser la danza lenguaje del cuerpo, que, en su base fundamental, encierra
compases y ritmos que suscitan la plena expresividad del alma, alcanza una
plena integración con todo lo mental, resultando ser absolutamente mágica.
Pero
también en lo meramente corporal vale como integridad absoluta y cabal del lenguaje
de los ojos, de la expresión facial o gestual, así como de la comunicación y
expresividad de las manos y los pies.
Es
la danza un arte de celebración donde se integran principalmente dos ejes
básicos de la creación viviente: el género masculino y el femenino.
Bailan los niños en el Capulí. Foto: Jaime Sánchez Lihón
5. Llama
votiva
Pero
es también de homenaje a la naturaleza y, como tal, es un arte ritual vinculado
a la religiosidad y al carácter sagrado de la creación.
Se
vincula a la energía telúrica, sintonizando con los elementos que la naturaleza
nos proporciona y prodiga, principalmente apuntando a contenidos raigales como
la fecundidad y el cambio, como elementos dialécticos de la realidad.
Como
expresión cultural de los pueblos representa más legítimamente la identidad de
las culturas, sus costumbres y sus creencias.
Por
eso, la danza principalmente es expresión colectiva e histórica, en donde se
plasman las vicisitudes y la idiosincrasia de los grupos humanos.
En
ella es permanente y está encendida la llama votiva de la fe, hecho que le da
una honda raigambre e índole ceremonial.
Se
recurre a ella invocando su carácter curativo y sanatorio, porque mediante ella
se exorcizan males del alma y del cuerpo; así como, en base a su práctica, se
previenen muchas dolencias y enfermedades.
6. Filiación
e identidad
En
el ámbito de la educación, la danza debe ser una práctica constante para hacer
que niños y jóvenes alcancen plena expresividad y en donde se puedan unir
diversos lenguajes en una manifestación que ha de darles soltura y armonía.
Y,
sobre todo, ella es un ámbito ideal para integrar personas, compañeros de aula,
así como para superar tensiones que podrían afectar las relaciones entre uno y
otro componente de la institución escolar.
Cultivada como factor pedagógico ha de ser
recreada para imprimirle aquellas significaciones y valores que quisiéramos afianzar
y relievar en nuestra comunidad.
En la escuela hemos de incentivar la danza
para integrar a los niños tanto entre quienes conforman un aula como también
para vincularlas al conjunto social, por los altos valores de arraigo,
pertenencia, filiación e identidad que la danza trasunta.
7. Es
fluir
En nuestra cultura la danza es una
expresión acrisolada unida a la labor comunal. Donde se danza sea para la
siembra, como para la cosecha. Se danza en el trasquile de ganado y en la
conducción del agua por los canales y las acequias. Se danza al abrirse los
caminos con el pico y con la pala; como al tejerse las sogas con que se
sostienen los puentes sobre las hondonadas y los abismos.
Se danza sobre el suelo en donde se
construirá una casa, en el alzarse los muros de piedra o adobe sobre los cuales
se edificará una iglesia o una escuela, como cuando se asienta el tejado de los
techos de una y otra vivienda. Porque mientras se danza todo es unidad y es
plenitud; es acuerdo, entendimiento y júbilo. No hay lugar en ella para odiar.
mentir o abrigar una mala intención. La danza es fluir y dejarse llevar por la
corriente poderosa de la creación del universo.
La danza es la música puesta en lenguaje
plástico y en movimiento. Es una revelación y es un milagro. Es el lenguaje más
directo y sin errores del libro del alma, tanto de los seres humanos como de
las plantas y animales. E incluso hasta de seres aparentemente inanimados e
inertes en las esferas celestes.
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