19 DE
OCTUBRE
DÍA DE LUCHA CONTRA EL
CÁNCER
TÚ,
QUE ESTÁS
AHÍ
Danilo Sánchez Lihón
Crepúsculo 1. Foto: Jaime Sánchez Lihón
el corazón, en su cajón,
dolor
César Vallejo
1.
Tú que
estás al fondo de cada
hecho, y
signando cada asunto;
atento
en el detalle y esencia:
de cada hoja
que cae y junco que se
mueve.
Tú que pulsas en cada
cuerpo,
sea que se vea lozano
o marchito,
sea flor o bien sea ya
ceniza.
No es que estés detrás,
tampoco
al frente, ni más allá, ni
más acá;
sino que estás preciso,
y justo. Ni
adentro ni afuera, sino
exacto;
en el lugar cabal, fiel y
certero.
2.
Por eso,
es a ti ante quien abro
y muestro
mis heridas. Ante quien
llego
angustiado y desvalido.
Todo
tuyo es este universo
que tú
lo has creado. Yo soy
apenas
una brizna de paja que
bate
el viento, arroja a veces
afuera
del camino. En mi opera,
en mí separa,
junta, remienda y sana.
A ti
vengo y a ti me abrazo
inocente,
perplejo y compungido.
Crepúsculo 2. Foto: Jaime Sánchez Lihón
3.
Ante
ti que estás en el vaso
de agua
y en el vaso sanguíneo.
En la hebra
que salva y en la mano
que alivia.
¡Arregla cuanto de malo
y errado
haya en nuestras vidas!
A ti
entrego mi descanso y
mi fatiga,
mi sueño entrecortado,
y posa
tu mano compasiva en
nuestro
corazón lábil y lacerado.
Y dale
sosiego. Que no tiemble
ni
se espante de ver ni de
mirar
hacia el fondo la cruel
correntada.
4.
Y
haz que yo ponga mis
manos
también donde alguien
cae, o
pueda caer. O resbale
malherido.
Repara fuerte aquellos
filamentos
ocluidos para que todo
fluya,
en armonía y sosiego.
Haz,
tu voluntad, que estará
siempre
a favor de donde sople
lo que es
bueno. Cura lo que no
podemos
ver, ni palpar siquiera.
Amanecer 1. Foto: Jaime Sánchez Lihón
5.
Sopla
tu aliento en donde hay
llaga
viva. Y deshaz lo malo,
desenreda
los hilos torcidos, para
lo cual basta
tu sola y honda mirada.
Abre
los cauces donde hay
avalanchas
y derrumbes. Que todo
fluya. Y vuelva
a girar el huso y rueca
de nuestro
destino. ¡Y ven!, como
en la noche
se golpea una puerta.
Porque
tú tienes los remedios
para cada
desgarro, y el antídoto
para cada
magulladura que nos
quita la vida.
6.
Y siendo
tú capaz de sostener
muy
suavemente a quienes
iban
a caer por un abismo,
alivia
misericordioso y vivaz
estas penas.
Y guía nuestros pasos
seguros
por el sendero llano. Y
orienta
mi mano que a tientas
se posa
en el timón de la nave
que tú
has confiado que debo
conducir.
Amanecer 2. Foto: Jaime Sánchez Lihón
7.
Y
te agradezco por la vida
tan pródiga,
tan clara y estremecida.
Por todo
lo bueno incluso aquello
que solo
apenas pudimos soñar:
¡la mano que
no se posó en mi mano!
Y danos
valor sabiendo que todo
ha de
alcanzarse; convencidos
que tú
estás allí al final del
túnel,
detrás
de esa puerta o bien aquí,
a oscuras
pero siempre al lado mío
aquí
al fondo de este corazón
estremecido.
Y de aquí a la eternidad.
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