miércoles, 2 de octubre de 2019

2 de octubre. Día de la No Violencia. Domingo a las diez de la mañana.


2 DE OCTUBRE
DÍA DE LA NO VIOLENCIA

DOMINGO,
A LAS DIEZ
DE LA MAÑANA


Danilo Sánchez Lihón



 Plaza de Armas de Santiago de Chuco. Foto: Jaime Sánchez Lihón

1. Mayor
respeto

– De su boca ha salido, y nosotras lo hemos oído.
– Pero repítanme bien lo que ha dicho
– Yo lo he oído clarito que ha dicho: “La vaca Tránsito”.
– ¿Eso ha dicho de mí?
– Eso mismo. ¡Yo también igualito lo he oído!
– ¡Juren, por Dios y la Virgen que eso ha dicho de mí el subprefecto!
– ¡Lo juramos!
– Y yo juro, por Dios, por la Virgen, por mi madre, por mis hijos y por Santiago de Chuco, que mataré al subprefecto.
– ¡Por favor, tampoco es para tanto, mujer!
– ¡Juro que lo mataré!
– ¡Por Dios, serénate! ¡Cálmate! ¿Qué es eso, Tránsito?
Al contrario, la señora Tránsito Bracamonte, vecina de Santiago de Chuco, rolliza y temperamental, no soportó la burla perpetrada por el subprefecto.

2. Los cabellos
hirsutos

Es doña Tránsito, una mujer de un metro ochenta de estatura, testaruda, pero buena gente, madre de sus hijos y leal amiga de sus amigas.
Aunque terrible e incendiaria de carácter. “De armas tomar”, como dice la gente que la conoce. Y a quien le ha parecido una ofensa intolerable, para todo el pueblo, el hecho de que un subprefecto afuerino se exprese de ese modo.
Que un forastero venga aquí a burlarse de la gente del propio lugar y encima a poner apodos ofensivos, ¡no señor! ¿Por qué? ¡Tiene que haber mayor respeto!
Por eso, ha considerado desde todo punto de vista ofensiva dicha alusión.
Y ha salido hasta media calle, bajo el sol espléndido y luminoso, con los cabellos hirsutos por la cólera, y ha proferido estas palabras imborrables:
– Juro que mataré al subprefecto el día domingo a las diez de la mañana.
Y ha cerrado su puerta con un golpe que ha repercutido hasta la plaza.

Antigua pileta. Plaza de Armas de Santiago de Chuco. Foto: Jaime Sánchez Lihón

3. Con sus ojos
enrojecidos

Las señoras que han ido con el chisme están arrepentidas, asustadas y atónitas. Y se santiguan a cada rato. Saben que lo que dice ella lo cumple.
– ¡Y ahora qué hacemos! –Cuchichean.
Es más, quedándose allí paradas y mirándose entre ellas mismas, no saben a quién acusar por la ligereza de haber venido con el improperio dicho por el Subprefecto, respecto a esta mujer de cólera tozuda y descomunal.
Allí ven estupefactas cómo se abre de un solo golpe el balcón y sale otra vez doña Tránsito con una carabina y grita, dirigiéndose a los muchos vecinos que han salido a sus puertas:
– ¡Juro por Dios, por mi familia y por Santiago de Chuco que con esta carabina mataré al subprefecto el día domingo a las 10 de la mañana!
Y mira con sus ojos enrojecidos por la obcecación, cierra su balcón y deja a su anonadado auditorio más sumido en el desconcierto y la confusión que nunca.

4. No hay
nada qué hacer

La noticia ha corrido como un reguero de pólvora y ha llegado inmediatamente a oídos del subprefecto que no hace mucho se ha hecho cargo de su función jurisdiccional, viniendo desde Trujillo.
Es un hombre alto, colorado y gordo. Quien se ríe a carcajada batiente, celebrando que el apodo la haya afectado y herido tanto a la mujer que ya ve como un obstáculo en su gestión gubernamental, y que ya es tiempo de neutralizar. Y esta es una fórmula adecuada, según él, en sus medidas de política pueblerina.
–Así que la ha disgustado que yo diga “La Vaca Tránsito" Pero ¡qué le vamos a hacer pues! “Dios nos dio de más y nos quitó de menos”. –Sentencia de ese modo, riendo otra vez a mandíbula batiente, sin que la concurrencia sepa qué ha querido decir con la turbidez de las frases que ha dicho.
Los dos días siguientes al lunes, en que ocurriera el malhadado suceso, toda la gente comenta entre risas lo bien que está puesto el apodo de “Vaca Tránsito” a doña Tránsito Bracamonte. Se ríen de la precisa ocurrencia del subprefecto que no hay duda es un criollazo de buena sepa, que tiene fuste, y es hombre de mundo, campechano y de gracejo a flor de labio. No hay nada qué hacer, ¡la gente se pinta por sí sola!

Vista panorámica de Santiago de Chuco. Foto: Jaime Sánchez Lihón

5. Temible
amenaza

Pero nadie se atreve todavía a dejar pasar al fuero de su conciencia el juramento solemne y que ha hecho, por Dios, sus hijos, sus ancestros y por Santiago de Chuco, que consiste nada menos que en matar al subprefecto que la ha ofendido.
Pero, a partir del día jueves ha cobrado peso más bien la amenaza y el pueblo ha empezado a ponerse tenso y nervioso. El subprefecto también ha ido perdiendo el buen humor, Ahora se le ve más bien silencioso y han empezado a presentarse los achaques que padece por su corpulencia: siente punzadas aquí, ahogos allá, opresiones en el pecho, dificultades para respirar, todo motivado por la tensión y también por la abultada gordura que lo aqueja.
El día viernes pide consejo a sus amigos y colaboradores inmediatos, quienes nerviosos se deshacen en análisis de la situación, puntos de vista, debates y advertencias, tomando ya en serio la terrible amenaza de la señora Tránsito, cuidándose muy bien de no decir “Vaca Tránsito”, seguida de la sonrisita pícara con que han acompañado a la alusión en los días anteriores.
En lo que a doña Tránsito se refiere, ha clausurado sus puertas, no habla con nadie, mantiene hermetismo absoluto, se la ve ceñuda. Cuando atraviesa por los corredores del segundo piso de su casa, que a retazos se divisa desde la calle, se le nota adusta e indescifrable, lo cual hace más nítido y temible su ultimátum.

6. Nadie
la cambia

Las conversaciones, e incluso hasta los juegos entre los niños es: “Lo mata, o no lo mata”. “Lo mata, y ella escapa”. Hay quienes hasta deshojan pétalo a pétalo las margaritas de los jardines y hasta de las acequias para saber cuál es el pronóstico que tiene mayor incidencia respecto a este cada día más espinoso y explosivo suceso.
– ¡Irá a la cárcel! –Dice uno.
– Pero a ella no le importa con tal de lavar su honor y su orgullo que han sido mancillados.
– ¡Oye! ¿Pero qué tanto es “Vaca Tránsito”? ¡Si hay peores apodos!
– Sí, pero ella ya dio su sentencia. Y eso, a estas alturas, nadie lo cambia.
– Y aquí nadie deja de cumplir su palabra. Así nos han enseñado en nuestro pueblo. Como también a no coger ni una aguja ajena, a no robar ni un pan. Eso aquí es sagrado, y ley.
– Pero ¡vamos con las chismosas que inmediatamente fueron con el cuento! Y, ¡miren el conflicto que se ha armado! –Ya se queja la gente.


Obelisco en homenaje al Batallón "Libres de Santiago de Chuco". Foto: Jaime Sánchez Lihón

7. De allí
que

– ¡Toda maledicencia es nefasta! Y ya ven en lo que estamos metidos.
– Pero de esto podemos aprender que, así como es malo el chisme, igual son de malos los apodos.
– Porque estas son minucias, ¿cuándo vamos a desarrollar verdaderamente?
– ¿Cuándo vamos a encarar los verdaderos problemas que nos aquejan?
– ¡Eso!
– ¡Como es la falta de luz eléctrica, como es que no hay agua potable, tuberías de desagüe, vías de comunicación, servicios de salud!
De allí que hoy, en sesión solemne, el Concejo Municipal ha llegado al acuerdo de sugerir al subprefecto, Sr. Augusto Gildemeister que, para guardar la tranquilidad del pueblo, se ausente del lugar abandonando la ciudad por unos cuantos días.
La recomendación del Concejo se ha discutido entre los allegados del amenazado y se ha concluido que la huida del subprefecto deterioraría completamente su imagen haciéndola objeto de burlas ante la población, al punto que haría ingobernable la provincia.

8. Rodean
los contornos

– ¡Mejor que renuncie! –Sugiere otro.
– ¿Pero renunciar sólo por poner un apodo?
– Es que: ¿cómo es posible que una autoridad venga aquí a poner apodos?
– Sí pues, eso también es cierto; ¡en eso tienen toda la razón!
– Ha sido una ligereza.
– ¡Qué ligereza! ¡Nada en la autoridad es ligereza! ¡Es una irresponsabilidad!
– ¡Y miren el conflicto en que nos ha sumido!
Pero se ha optado más bien, por pedir telegráficamente a Trujillo refuerzos policiales y la dotación de una guardia especial que custodie y brinde protección al subprefecto, día y noche.
El día sábado por la tarde la máxima autoridad política, para mayor seguridad, ha dejado su casa y se le ha instalado su cama y demás implementos en su oficina situada en la Plaza de Armas.
La Guardia Civil, más un cuerpo especial de la subprefectura, rodean los contornos.

Campiña de Santiago de Chuco. Foto: Jaime Sánchez Lihón

9. Ocuparnos
de obras

– Doña Tránsito ya arregló sus cosas para ir a la cárcel. Porque está decidida en matar al subprefecto.
– ¡Y todo esto solo por los chismes, señores!
– Eso es lo que atrasa a nuestro pueblo, ¡la chismosería! ¡Los disparates y el vilipendio!
– ¡Y los apodos, oiga usted! Porque este en realidad no fue un chisme. Lo que dijo el Subprefecto fue una infamación.
– Chisme es cuando inventan cosas o las aumentan. Y cuando tergiversan los hechos.
– ¡Entonces el chisme es peor incluso!
– ¡En eso estamos mal acostumbrados, oiga usted!
– Claro, ¡es peor!
– ¡Pero éste también no deja de ser chisme, el correr e ir a contar cualquier cosa!
– Pero es sencillo arreglar todo esto: ella sale con su carabina, los guardias la atrapan, va un día al calabozo y pasa toda esta alharaca que está haciendo tanto daño al pueblo.
– Pero, ¡eso no es cumplir su palabra!
– Eso sería hacer una pantomima o payasada.

 Pobladores de Santiago de Chuco. Foto: Jaime Sánchez Lihón

10. Apenas
falta un día

Así es el comentario de adultos y viejos, de niños y muchachos en las esquinas.
– Preferible que hacer eso es que el subprefecto se vaya. ¡Tendrá que irse!
– No hay duda, ya es un problema difícil ¡Y con el genio que ella tiene!
– ¡Dicen que ya encargó todo a su familia y a sus conocidos!
– Pero otra vez caemos en el “dicen”. “Dicen”, ¡que es chisme! ¿Cuándo nos acostumbraremos a ocuparnos más de hechos y de obras?
– Bueno, apenas falta un día y mañana sabremos el desenlace de esta historia.
Así, unos cavilan y otros pierden la cordura en el asunto que se ha planteado:
Lo cierto es que, a partir de las cinco de la tarde del día sábado nadie puede pasar por el centro del pueblo. El día domingo se han suspendido las misas y han enmudecido todas las campanas.
Minuto a minuto se cuenta el tiempo con el nerviosismo de ver a qué hora sale la señora Tránsito Bracamonte o “Vaca Tránsito”, como se atreven a llamarla todavía con el aliento en sordina, los muy audaces, aquellos que no le temen a nada ni a nadie, aunque de todos modos solo lo dicen susurrando entre dientes y con la voz apagada.

11. A las 10
en punto

Cinco minutos antes de las diez de la mañana del día domingo los policías han rastrillado sus armas y el Subprefecto Gildemeister, más inquieto que nunca comienza a toser tanto que se escucha sus tosidos desde la plaza.
Y ha empezado a ahogarse y agita sus manazas dentro del saco con su vientre abultado.
A las diez en punto se escuchan dos disparos trepidantes y mortales que han estremecido a grandes y chicos, retumbado en todo el pueblo y los contornos, levantando a la gente de sus asientos.
Y, sobre todo, hiriendo nuestras almas. Y haciendo temblar nuestros cuerpos expectantes, simples pero que han sacado de quicio el cimiento de nuestras casas de este nuestro pueblo antes apacible.
Y se abre de un golpe y de par en par la puerta de la casa de la señora Tránsito Bracamonte. Y aparece ella con la carabina echando humo entre sus manos y diciendo con voz solemne:
– ¡Pasen a ver! ¡He matado al Subprefecto a las 10 en punto de la mañana!
En el centro de su patio un inmenso chancho sangra de dos certeros balazos que ella misma acaba de asestarle en la cabeza.

 Antigua Municipalidad de Santiago de Chuco. Pintura: Juvenal Sánchez Lihón

12. Disparos
y sangre

– Ése es el Subprefecto que tenemos. “El Chancho Gildemeister”, que ya está muerto para bien de nuestro pueblo. –Dice premonitoriamente.
Y nosotros pasamos reverentes a observar la escena luctuosa.
Y para siempre quedó perpetrado otro apodo, con la misma fuerza de los disparos y de la sangre que se derramara esa mañana aciaga, y que sellaba ese apelativo que hasta el día de hoy se recuerda en mi pueblo, y cuál es: “El Chancho Gildemeister”.
Doña Tránsito dejó que todo el que quisiera pasara y contemplara reverente, solemnes y extasiados, la parodia del chancho victimado. Y así desfilamos silenciosos y conturbados ante este atentado o desvarío, o como quiera llamárselo, como si desfiláramos ante un ritual.
Eso sí, a partir de entonces, es inevitable referirse a los apodos de “Chancho Gildemeister” para nombrar al subprefecto, como también escondiendo la boca, “Vaca Tránsito” para designar –entre dientes, pero con disimulada sonrisa– a doña Tránsito Bracamonte de Rodríguez.
Sellaron así, con dimes y diretes, chismes, cóleras y lágrimas ocultas y manifiestas; y con dos disparos certeros, su paso por la historia, rumbo a la banal, veleidosa y atrabiliaria posteridad de que somos también víctimas propiciatorias los pobres seres humanos


Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente

dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com

Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es

  *****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:


*****

Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575

Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.


No hay comentarios:

Publicar un comentario