23 DE OCTUBRE
INMOLACIÓN Y GESTA
DE LUIS FELIPE DE LA PUENTE
EL
BESO
Danilo Sánchez Lihón
Balcón del fondo, casa de Luis Felipe de la Puente
donde ocurren estos sucesos. Pintura: Eladio Ruiz
1. Serio
e impenetrable
Ya solos, reunidos
en los altos de su casa en la calle Bolognesi de Santiago de Chuco, donde
pernocta gran parte del estado mayor del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria, MIR, y antes de dormir, el comandante Luis Felipe de la Puente,
les habla:
– No olviden,
muchachos. Mañana partimos y antes de llegar a Trujillo nos dispersamos. Para
eso, cada uno tiene asignadas las funciones que ha de cumplir. Llegaremos por
distintas rutas y en el tiempo que hemos fijado al valle de La Convención, en
el Cusco, en donde encenderemos la antorcha de la revolución. Ya tienen en
clave los contactos que tenemos en Trujillo, Lima y Cusco. Ahora, ¿alguna
pregunta?
– Están tocando la
puerta, comandante.
– ¿A esta hora? Y,
¿quién puede ser?
– Gonzalo, cubre sin
que te noten desde el balcón, lista tu arma. Walter, tú baja y ve quién es, con
mucha cautela. Todos listos a saltar y huir.
– ¿Qué ocurre?
– Es una chiquilla
que me ha entregado este escapulario del Apóstol Santiago, para el galán de Aldo.
– ¡Pobre hembrita!
Ya se ilusionó con este rompe corazones. –Dice en voz baja Gonzalo.
El rostro de Luis
de la Puente, en la sombra, se demuda y turba, serio e impenetrable.
2. Es
lógico
Y pregunta a los
demás:
– Y, a todos,
¿cómo les fue?
– Yo diría que, a
mí, como a Aldo, me fue excelente, comandante. Ha sido un viaje glorioso.
Conquisté a una damita y la he besado toda la noche, y la mayoría ha visto la
preciosura que es.
– ¡Bravo!
–Festejan sus amigos.
– A mí también me
fue triunfal. He bailado, he tomado solo unas copas, moderadamente como usted
nos recomienda. Y, ¡qué le digo!, no he ahondado mucho en una relación, pero
también diré que besé a la chiquilla con quien más he bailado. Algo tenemos que
a las chicas les fascina, y eso creo que es la preparación militar.
– Yo sí le soy
sincero, he estado triste comandante. Todo lo veía con nostalgia. Hubiera
querido beber, pero al igual que a Ernesto, usted nos recomendó mucho ser
parcos al respecto.
– ¡Ajá!
– Y, además, no
hubiera estado bien. Había una chiquilla con la cual surgió cierta atracción,
pero la cosa no pasó de allí. La melancolía me ha embargado, la verdad, todo el
tiempo, sin que esto signifique dudas respecto a la decisión ya tomada,
comandante.
3. ¡Cómo
le voy a decir eso!
– Es que Alfredo
es poeta. Él escribe versos a escondidas.
– Yo sí lo he
pasado de albricias. La chiquilla se llama Carmen y ha sido una conquista
completa. Ella incluso espera que nos sigamos viendo. La pobrecita no sabe que
mañana, por más que pregunte por mí ya estaré lejos: y seré viento, niebla,
cierzo. Pero ¡no me quejo!
– ¿Verdad? ¡Esa
chica es linda! –Dice un compañero.
– ¡Este pueblo es
de niñas hermosas! ¡Lástima no quedarnos más tiempo aquí!
– ¿No es cierto?
Es preciosa la chiquilla. Y me ha confesado que conmigo ha sido su primer beso.
– ¿Sí?
– Y pobrecita, ¡ha
llorado al despedirnos!
– Lástima que ya
nos vamos.
– Pero, ¿qué le
dijiste para que se ilusione de ese modo?
– Tú sabes,
¡siempre hay que florear un poco!
– ¿Le expresaste
que ya te ibas?
– ¡Cómo le voy a
decir eso! ¿A qué mujer la convences diciéndole que ya te vas? Al contrario,
que me quedo.
4. Es
de noche
Es de madrugada y
Luis Felipe de la Puente Uceda se pasea entre las camas, donde están acostados
y conversando casi en la oscuridad los jóvenes que forman su círculo de
comando.
Con ellos ha
venido a despedirse de su tierra natal, Santiago de Chuco, para iniciar la
guerra de guerrillas, e intentar la transformación social del país.
La guerra popular
se hará abriendo cuatro frentes: en Junín, Ayabaca, Pataz y el Valle de la
convención, en el Cuzco, que él mismo se encargará de dirigir.
Cuando todos han
expresado lo que querían contar en torno a sus experiencias de hoy día, se oyen
sus pasos resonar interminables yendo y viniendo por la habitación. Y luego se
le escucha decir.
– Así que ustedes
por lo que trasuntan en su conversación se ufanan de haber conquistado a una y
otra jovencita del pueblo, ¿no? Pero acaso, ¿Van a quedarse aquí? ¿Van a
continuar con ese cariño? ¿Van a constituir aquí un hogar y una familia?
Todos guardan
profundo silencio, y él mismo se responde:
– ¡No! Entonces,
¿Por qué lo hacen? ¿Solo por divertirse? ¿Por el jolgorio del momento? ¿Por
tener una aventura?
5. Nosotros
mismos
– Si hubieran
podido de repente pasaban a dejarlas embarazadas y con un hijo a cuestas, ¿no?
¿Eso es responsable? ¿Para eso hemos iniciado esta gesta y estamos arriesgando
la vida? ¡Qué pasa! ¿Se sienten solos, abandonados, vacíos? ¿O les domina el miedo,
o el ego? ¿Qué les ocurre? Lo que han hecho es reaccionario, que es aquello
contra lo cual luchamos. O, ¿contra qué combatimos? ¿No es contra la falsedad,
lo corrupto e impuro! La práctica y la actitud que ahora ostentan es del orden
viejo y dañado que queremos cambiar y desterrar de nuestras vidas. ¡Porque, lo
que han hecho es mentir y ser cobardes! ¿Me escuchan?
– Sí, comandante.
– ¡Estamos
luchando por amor a la justicia y a la verdad! ¡Nuestra pugna es moral, o no es
nada! Vamos a instaurar el amor legítimo entre los seres humanos. Y ese amor es
para no tener equívocos, farsas o devaneos. ¿Se puede entonces engañar? ¿Y se
puede prometer sabiendo que no se va a cumplir? ¡No! ¡Los cambios hay que
hacerlos y lograrlos primero en nosotros mismos, en el fondo de nuestras conciencias!
¿Me escuchan?
– ¡Sí!
6. En el
principio
del mundo
Luis Felipe de la
Puente Uceda ahora nuevamente se pasea por entre las camas. Sus pasos son
firmes, parejos y contundentes. El piso de madera del amplio dormitorio cruje
bajo sus pisadas.
Es de noche y la
oscuridad es intrincada, pero todos están con los ojos abiertos. Nadie los
cierra. Todos escuchan conteniendo el aliento.
– Porque les digo,
¿qué es el beso? Ahora que cuentan que han besado a las muchachas de este
lugar. El beso es comunión, es aliento confundido; es respiración unida de dos
que se hacen uno solo. Es juramento. ¡Y se jura cuando hay que sobrellevar
sacrificios tremendos! Es hacer una sola saliva y una sola sangre; de allí
fermenta un solo destino. De allí que todo beso es germinal. ¿Escuchan?
– ¡Sí!
¡Escuchamos!
– El beso es unir
destinos que vienen desde lugares y tiempos distantes, separados y remotos. ¡El
beso es un largo camino! Es un encuentro en el principio del universo. Es
remontarse juntos al comienzo de la vida, como al porvenir y al final de todo,
si es que lo hay; porque lo seguro es el inicio. Todo final es incierto.
7. ¿Por qué
luchamos?
Suenan doce
campanadas en la vieja torre de la iglesia. Él continúa:
– El beso es más
que la unión sexual, en cuanto a identificación. Y, en cuanto a entrega, tiene
un significado mayor. Porque se da en la parte central del rostro y de la
cabeza. Nada desnuda y demanda Y nanto como el beso, porque está muy cerca de
la memoria, de la visión y de la utopía. ¿Me entienden?
– Entendido,
comandante.
– Y, el beso, sin
dejar de ser pasión, está alumbrado por la razón del cerebro y del corazón. Es
habla callada. Es cuando las palabras entran en silencio. Es llegar al gran
manantial. Es por el beso que seremos juzgados y salvados. ¿Recuerdan el beso
de Judas?
– ¡Sí, comandante!
– Jesús fue
traicionado con un beso. Por eso Jesús es desolación absoluta y total. ¡A
Jesús, que es el pueblo, hay que reivindicarlo también con un beso adorable
hacia los pobres del mundo! Ya que vale preguntarse: ¿por qué luchamos? ¿Por
qué dejamos todo y subimos a las montañas? ¿Por el afán de disparar un fusil?
– ¡No!
8. Es cuando
los vigías duermen
– Luchamos por todo
lo noble de este mundo, por el honor, por la dignidad y la justicia. Luchamos
porque el beso no sea ni frivolidad, ni mucho menos una mentira y jamás una
traición. Por eso hacemos la revolución para que todo sea auténtico y legítimo.
Para que los hombres confiemos los unos en los otros.
– Comprendido,
comandante.
– Están luchando
porque lo que importa es el ser, y a que se haga ley humana la fraternidad. La
vida no es broma, ni burla, señores. Y no es para gastarla ni dejarla escurrir
entre los dedos. Es para llenarla de verdad. ¡No es lo efímero, la vida es
trascendente! Es devoción para orientarnos hacia los ideales. Y es adoración
para no desfallecer. El beso es deponer todas las armas. Es bajar todas las
guardias. Es cuando los vigías duermen. Es haber llegado al final de todo y
empezar de nuevo. ¿Me escuchan?
– ¡Escuchamos,
comandante!
– Y, finalmente,
¿qué es el amor? ¿Acaso el amor hay que concebirlo como conquista, como
arrebato o cómo botín?
– ¡No!
9. Fuera de eso
no hay nada
– El amor es
encuentro, creación compartida, comunión sacrosanta. ¡Es consagración! ¡No es
aventura ni deliquio pasajero! No es un frenesí momentáneo, ni tampoco una
quimera. ¡Menos es jugar, aprovecharse de la ocasión o divertirse con ello a
costa de la ilusión de las otras personas! La vida tiene que ser verdad
siempre. Fuera de eso no hay nada. ¿Entendido?
– ¡Sí!
– Por eso estamos
renunciando a todo, para acortar la distancia entre lo eterno y lo terreno,
entre lo sublime y cotidiano. Hemos venido a decir adiós a algo sagrado. Vamos
a atravesar una prueba suprema, enfrentar a uno de los ejércitos más poderosos
de América Latina. Podemos caer y hasta morir, pero lo que no debemos
permitirnos jamás es traicionarnos a nosotros mismos. Esta es una despedida. Y que
en una despedida no se vuelva a mentir. ¿Está claro?
– ¡Está bien
claro, mi comandante!
– Y recuerden esta
consigna: Un hombre puede dormir al lado de una mujer desnuda, y la tiene que
respetar. ¡Ese es ser un hombre, y no a la inversa! Y yo en todo pongo mi vida
como ejemplo.
10. Un destello
de luz
Y continuó
paseándose ya en silencio hasta el amanecer. Mientras, poco a poco, sus hombres
de confianza se fueron quedando dormidos.
Ya el sol de la
alborada dora las espigas. Y los guerrilleros dan la vuelta a la curva de la
Piedra bruja, y después ya están en Huayatán, cuando el sol se pinta en las
cumbres de Conra.
Y he aquí que
vuelven a detenerse en “La curva del camino donde lloró César Vallejo” al
regresar de Lima, mirar el cementerio en donde yacía su madre de quien se
despidió estando viva. Y allí se detienen a contemplar desde la altura el
pueblo de Santiago de Chuco en lontananza.
Ya es el retorno.
Contemplan largo
rato aquel conjunto de casas como un rebaño de ovejas tiernas y bermejas.
Al centro de los
promontorios que lo rodean es un diamante entre un collar de perlas, incrustado
entre las rocas y las hondonadas de tres ríos.
¿Qué hay en ese
conjunto de casas enclavadas en una cadena de cerros ariscos? ¿Qué hay de
pegado a estas piedras?
Es un destello de
luz en las pupilas. En varios rostros temblorosos hay lágrimas indómitas que
surcan sus mejillas. Y todos se juran regresar hasta aquí algún día, sea en
cuerpo o convertidos ya en espíritu.
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