24 DE OCTUBRE
DÍA MUNDIAL DE LA INFORMACIÓN
PARA EL DESARROLLO
EL PROBLEMA
DE CONOCIMIENTO Y
SU PUESTA EN COMÚN
Danilo Sánchez Lihón
El conocimiento y su puesta en común. De izquierda a derecha:
Abelardo Oquendo, Franklin Pease, Danilo Sánchez Lihón,
Antonio Cornejo Polar y Jorge Capella.
La información es
a la sociedad
como la energía es
a la
materia.
Tefko
Sakevic
“Hay tres clases de ignorancias:
–No saber lo que debiera saberse.
–Saber mal lo que se sabe.
–Saber lo que no se debiera saber”.
La Rochefoucauld
1. La información
en el mundo actual
Una de las mayores glorias de
la especie humana es la alcanzada y definida por la capacidad del hombre para
organizar la información dentro de amplias y complejas configuraciones y su
habilidad para ponerlas a disposición de otros seres humanos, así como la aptitud
para acceder a tales emporios informativos y aplicar dichos conocimientos en la
solución de los problemas y en la mejor utilización de los recursos que nos
ofrece la realidad, en donde saber, tener y poder están íntimamente
relacionados entre sí.
Ello exige que todo sistema
social se organice sobre una constante, cuál es la información, atendida en su
diversidad de formas, entre las que identificamos: información de carácter
general, que se ofrece a través de las relaciones interpersonales y de los
medios de comunicación; información administrativa, a cargo de las dependencias
regulares de las diversas instituciones que funcionan en cada campo; e
información científica y técnica, que se procesa y difunde a través de las
bibliotecas, centros de documentación, bases de datos y redes de información especializada
en la nube electrónica.
Es decir, no ha de existir
únicamente aquella información factual, producto de la dinámica propia de todo
organismo vivo; ni tampoco solamente información relativa a aspectos funcionales
de un sistema; si no que debe contarse también con información referentes a los
principios, objetivos, métodos y procesos que sustentan una actividad
determinada, ámbito que es propio de la información científica y técnica, como
aquellas dedicadas al área específica de
cada profesión, disciplina científica como campo de acción humanística.
2. Un mundo
mejor
La ciencia ha llegado a ser un
elemento básico en el ordenamiento de la vida actual, pues interviene
decisivamente en los modos de producción y en los hábitos de consumo de la
sociedad contemporánea, a tal punto que ha condicionado gran parte de la vida
moderna del hombre, quien cada día ha ido incorporando innovaciones fuertemente
concatenadas a los aportes de la investigación científica.
Función social de la ciencia es,
o debe ser, mejorar el nivel y calidad de vida de las personas, ayudando a la
humanidad a ejercer su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza, a desarrollar
la producción de bienes de consumo y la transformación de las relaciones
sociales hacia niveles de vida más justos y promisorios
La información, en este
contexto, resulta ser un recurso esencial y un elemento a disposición del
hombre para impulsar dicho desenvolvimiento. Por tal razón se cifran esperanzas
en los conocimientos científicos para hacer frente a los problemas críticos que
afronta la humanidad, como es la escasez de alimentos, frenar el menoscabo de
los recursos naturales, remediar dolencias causadas por enfermedades y, en
general, en todo proceso de actuación del hombre sobre la realidad para
transformarla y crear un mundo mejor, sin dañar el medio ambiente y, al
contrario, coadyuvando a su recuperación.
3. Eje
los valores
Sin embargo, el conocimiento
científico por ahora en vez de ayudar a superarlos ha ahondado los problemas al
no haberse enfocado debidamente en solucionar los conflictos y desequilibrios
existente, habiendo dado origen a dos mundos escindidos y en conflicto, cuáles
son: uno, el que aprovecha al máximo estos recursos y, el otro, en grave
carencia de dichos bienes.
Nuestros países, por un lado,
producen conocimientos científicos y tecnológicos, pero los usan con
deficiencia; han destinado recursos humanos y materiales para realizar investigación,
la misma que no encuentra una inserción en la acción; existiendo, de otro lado,
el imperativo de actuar urgentemente sobre nuestra realidad para revertir la
crisis que la aqueja y transformarla logrando mayor bienestar.
La ciencia en vez de ser libre
se ha enajenado bajo los muros y cercas de ser ahora propiedad privada,
manifestación cuya índole en su raíz es más bien de carácter generoso y
altruista a la cual, sin embargo, se la ha enclaustrado; donde el conocimiento
en vez de hacerse transparente y de libre circulación permanece bajo siete
barrotes. Aquella que debiera abrirse al mundo de la luz se ha sumido en las
sombras cuando le corresponde, hecha verdad, en hacerse sabiduría.
Tenemos que cambiar esta
situación, tendiendo a aquella utopía de una sociedad concebida como una
asociación de hombres libres, no alienados, vinculados por relaciones
trasparentes que tienen por eje los valores de uso; en una palabra, el fin de
la mercancía y la concreción de la utopía.
4. Del mundo
interior
Toda labor en relación
al conocimiento, y mucho más cuando se trata de difusión a través de los medios
de comunicación social, exige reflexiones previas acerca de su aplicabilidad y
necesariamente, en el caso nuestro, la de nuestra identidad cultural.
Así como también
consideraciones en relación al lugar y la población hacia la cual se dirige;
pues no se trata únicamente de la venta de un producto, sino de algo que ahonda
la unilateralidad que da todas las ventajas al productor en desmedro del
consumidor.
Frente a todo eso,
¿qué conocimiento entonces tenemos que promover, impulsar y mantener? Acaso,
¿aquel que pugna por sobresalir y hacerse un lugar en el concierto de las
expresiones y manifestaciones humanas, como es la cultura de los grupos
nativos, de las poblaciones aborígenes, del mundo interior de nuestras
nacionalidades?
O, el otro: dominante,
impositivo, formal, de las empresas de negocios, de las sucursales de las transnacionales
dominadas desde los países desarrollados y que han impuesto reglas de juego
nocivas para nuestra población.
El problema del
conocimiento y de la comunicación que ello comporta es en buena cuenta un
asunto de paradigmas, de modelos y de formas, tal y como ocurre en el plano de
la estética y en el campo de la moral.
5. Raíz
y centro
Y en donde de acuerdo
a las imágenes que se imponen será difícil encontrar la belleza de las mujeres
mimetizadas con la naturaleza, con la tierra, los ríos, los árboles y las
nieves eternas, como es confuso para ellos la hermosura de una montaña o de un
abismo.
Porque es más presta y
más fácil la imagen grata y amable de un paisaje europeo o norteamericano, o el
de una mujer rubia y blanca, como es académicamente también más fácil la
fórmula física de los quanta, que pese a tener valor universal son tan grandes
nuestras diferencias y problemas que la sentimos distante y ajena, detalle en
el cual se camuflan también asuntos más complejos de carácter mágico y del ser
subjetivo y emocional de las personas humanas.
Como latinoamericanos
o andinos, no sólo somos herederos de una cultura greco-latina y de otra de la
Mesopotamia meridional, que nos llegara a través de las sucesivas invasiones emprendidas
desde la península ibérica, sino de las sucesivas migraciones asiáticas y
africanas que han arribado hasta nuestro continente.
Tampoco somos un
vértice, una tierra de nadie, o un punto fronterizo, sendero que se bifurca
entre occidente, medio oriente y el oriente misterioso e intrincado, sino que
somos centro con las culturas primigenias y ancestrales que florecieron aquí,
de las cuales somos raíz y constituyen nuestro centro.
6. Tambos
y caminos
Somos América Latina
que tuvo su manera de sentir, pensar y conocer propia. Somos herederos de una
sabiduría ancestral legada por nuestros antepasados que supieron decantar su
experiencia configurando culturas prístinas en donde ponían por delante el
valor humano por sobre todos los otros factores.
Somos pues culturas
primigenias que tuvieron formas y maneras de construir y edificar. Nuestra
idiosincrasia en relación a los saberes como ante los misterios de la vida que
aquí es propia, especial y única.
Porque fuimos aquí,
antes de la llegada de los europeos, una cultura avanzada y desarrollada en
grado sumo. Los cronistas españoles Pedro de Cieza y Sarmiento de Gamboa se
asombraron de los portentos que encontraban a un paso y en todo orden de cosas.
Para mencionar solo
aquellos aspectos directos, visibles y externos a los que ellos estaban más
condicionados para “ver”, que eran los de carácter físico, material y objetivo,
fue inmensa su admiración, por ejemplo, a las obras de infraestructura, como a
los tambos y caminos del antiguo Tahuantinsuyo.
Esta magnificencia fue
tal que Sarmiento de Gamboa dice que ni siquiera Roma tiene obras más excelsas
que pudieran compararse a los “Caminos del Inca”, y esto sin referirse al Cusco
ante el cual se rinde con reverencia y pleitesía.
7. Por
eso
Hacer esas obras y plasmar
estos portentos, ¿no implicaba dominar diversos y sutiles niveles de
conocimientos, de procesos de transmisión de información, de codificación de
los mensajes, a fin de hacer las maravillas en ingeniería de suelos, de dominio
del curso de las aguas, de conservación de alimentos, de ingeniería genética
que aquí indudablemente se hicieron para lograr el portento de alimentos que
aquí tuvimos y que felizmente se conservan?
Para haber creado
productos como la papa, el maíz, el maní, la quinua, la quihuicha y la cañihua,
que ahora alimentan al mundo entero, constata ello que aquí hubo investigación,
ingeniería y ciencia de las más acrisoladas. ¿Cómo fueron sus categorías, sus
procesos y soportes de conocimiento? Y todo ello, ¡sin contar las excelencias
en el campo organizativo, social y económico en los cuales fueron insuperables!
Por eso, información
que es el contenido de un saber, y comunicación que es su puesta en común, han
de ser procesos que se liberen, trasparenten y dejen de estar en poder de
intereses espurios que los enajenan, deformen y corrompen.
Nuestro desarrollo
exige que los intereses de dichos campos dejen de ser el lucro, el poder y la
competencia; y sean alentados por los sacros valores morales que dignifiquen y
den felicidad a las personas y a los pueblos.
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