28 DE OCTUBRE
EL SOL BRILLA EN EL PATIO
RODEADO DE GERANIOS
YO
TE CANTO
PRIMAVERA
Danilo Sánchez Lihón
“Quien
canta
reza
dos veces”
San Agustín
1. A ti volver
anhelo
En mi escuela, en su patio rodeado de
geranios, rosas y claveles, festoneado por el borde de los tejados que recortan
el azul del cielo, donde bogan las nubes blancas, entonando canciones, cada uno
de nosotros trazamos nuestro destino, llenos de coraje, de arrojo y de valor.
Durante todo el año no pasó un solo día en
que dejáramos de cantar, a la primera hora de formación en las mañanas con el
sol radiante iluminando el mundo de afuera y todos os mundos del interior del
alma humana.
Y más que cualquiera otra enseñanza yo
siento que ha quedado en mi alma el abrigo y la inspiración de las canciones
que entonamos juntos, con mis compañeros, en el patio de mi escuela, donde nos
desgañitamos cantando:
Hogar de mis recuerdos
a ti volver anhelo
no hay sitio bajo el cielo
más dulce que el hogar.
De donde me ha quedado la noción de que
primavera es cantar. Que el ser humano canta cuando están naciendo flores en el
fondo de su ser. Y que el cantar mismo es llenar la vida de botones de rosas,
de azucenas y claveles.
2. Esencial
amar
Y no solo eso, sino que es allí, al cantar,
que el ser humano encuentra la hebra y el ovillo de su propio destino
Porque es allí, en esa circunstancia de
entonar una canción que el niño grita con profunda convicción su anhelo de
luchar con entereza por lo cierto y por lo bueno.
Es allí que promete, sin que él mismo lo
sepa, trazar su propio camino con grandeza, y forjar un destino mejor para sí
mismo y para todos sus semejantes sobre la faz de la tierra.
Porque es allí que entresaca de lo más
intrincado y herido el heroísmo para adherirse a la causa del bien común con
total sacrificio.
Es con las canciones que hemos de tener
verdaderas primaveras, y es con ellas que hemos de conformar personalidades enterizas,
firmes y generosas.
Señalamos pues algo simple como sumamente
valioso en la educación, muy al alcance de los maestros: las canciones
escolares vinculadas al mundo de la niñez y de la escuela.
3. En sus ramas
las abejas
De la escuela, de la cual casi siempre nos
olvidamos frente a tanto espectáculo que nos endilga el mundo contemporáneo.
La escuela doméstica y casera, que no
pareciera ser decisiva de los grandes asuntos de las naciones, pero en donde se
criba el verdadero presente y el más contundente futuro.
La escuela pequeñita, mansa y hasta
destartalada, pero que exorcizaron para siempre las canciones elevándola por el
aire.
En donde desde entonces se criba todo,
incluso en donde se decide lo trascendente de nuestras vidas, que ocurre cuando
allí se canta.
De eso estoy seguro. Y en esto de algún modo
está la clave para que los niños de hoy sean grandes mañana. Como dice la
canción:
A su sombra las ovejas
se congregan en tropel
en sus ramas las abejas
cuelgan panales de miel.
4. Educación
en valores
Porque a través de las canciones no solo se
enseñan valores cotidianos, sino que se inculcan en los niños emociones de
vigencia perdurable como el heroísmo.
Hecho que puede parecer incluso riesgoso alentarlo,
mirado desde la perspectiva de la educación contemporánea tan proteccionista y
defensora de facilismos y comodidades.
Pero en la educación es esencial infundir el
amor en todos los órdenes y hasta el sacrificio, consagrando la vida a cumplir
con lo que son los deberes, ideales y hasta utopías.
Siendo con las canciones que el idealismo se
queda para siempre vivo y contenido en el fondo del alma.
Ellas nos impulsan a ser héroes, a la
vergüenza de morir por el servicio a los demás, lo cual es la herencia más
valiosa que un hombre puede pretender albergar como realización de vida en este
breve espacio de luz que se nos ha concedido con la maravilla de saborear en
este brevísimo fragmento, ¡la vida!
5. Marchando
a la lid
¿Tenían conciencia de lo que hacían nuestros
maestros y padres?, porque a ellos corresponde la grandeza de habérnoslo
inculcado.
Herencia que nos viene del prodigioso mundo
andino que su manera de orar y agradecer era cantando y bailando ante los
amaneceres, las cascadas, el brotar de las siembras, la aparición del arco iris
y el espejear de las nieves eternas.
En las canciones está viva la posibilidad de
que volvamos a hacer la educación en valores, en este tiempo en que la sociedad
pareciera un barco que naufraga en la deriva. Lo sé porque enfilados en el
patio somos otros cuando empezamos a cantar:
Abrid ancho paso
las palmas batir,
que va el Centro Viejo
marchando a la lid.
Educación en valores, que mucho necesita la
sociedad actual, a cuyo respecto una solución simple de cómo incentivarlos es
haciendo cantar a nuestra población, mucho mejor con letras que los inculquen,
incentiven y orienten por la senda del bien común, del altruismo y el servicio
a los demás.
6. La dicha
que es vivir
Al recordar las canciones de mi infancia y
ver cómo aludían a la primavera, al sol brillando en las espigas, a las flores,
a los arroyos cristalinos he pensado si no estará allí la clave para fortalecer
un alma luminosa y solar en los niños que fueron y hoy luchan a brazo partido
sin doblegarse y sosteniendo los más altos valores humanos.
Porque son esas canciones que nos ligan a la
naturaleza, resaltando de ella su hermosura y esplendor, animando al trabajo
jubiloso, con alegría y desprendimiento, las que nos dan paso a la solidaridad
y al amor a todo lo creado.
Porque aparentemente con el ropaje de lo sencillo
e ingenuo se trasmite en el fondo una honda, recia y refulgente sabiduría de la
vida. Así balanceábamos nuestros cuerpos para que graficaran la ternura de una
canción como esta:
Dos amantes palomitas
penan, suspiran y lloran
y en viejos árboles moran
a solas con su dolor.
Hay en ellas una elección de belleza, de los
dones prodigiosos de la vida, de la dicha que es vivir entre hermanos, padres y
seres queridos que al final es la verdad más verdad que todas las verdades,
como lo saben los animales y las plantas, y cómo lo predica con su ejemplo la
naturaleza en general.
7. Cara
al sol
En las canciones es que podemos encontrar
explicación a qué es aquello que sustenta el espíritu andino y que lo hace
fuerte ante las adversidades, tierno incluso en los momentos abruptos y en los
trances amargos.
Y sería bueno reavivar las canciones de los
fogones de las casas nativas, aparentemente apagados pero que encierran una
chispa viva en el fondo de nuestros espíritus.
Porque, es en la canción de la infancia en
donde está la base de todo el sustento emocional y espiritual posterior de las
personas.
Ellas son el cimiento de nuestra identidad,
mucho más si las hemos cantado cara al sol, con el pecho rebosante y henchido de
entusiasmo, entrecerrada la mirada como lo tienen quienes van a dar el salto
que los remonte a grandes alturas y distancias; y hacia la eternidad. Así:
¡Oh sol! ¡Oh sol!
Oh nuestro padre el sol
tu luz, tu luz
tu luz nos cubre ya.
Foto 1
Jaime Sánchez Lihón
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