sábado, 5 de octubre de 2019

5 de octubre. Nace el poeta Mario Florián. Hondura del amor andino.


5 DE OCTUBRE
NACE MARIO FLORIÁN

HONDURA
DEL AMOR
ANDINO


Danilo Sánchez Lihón



Mario Florián

1. Lágrima
de quena

Un elemento nítido y en estado puro que transparenta la obra de Mario Florián poeta nacido en Nanshá, un paraje pobre de la provincia de Contumazá en Cajamarca, es el amor andino, transido, sublime y níveo; que alcanza a elevarse y coronar las montañas. Y se hace nieve eterna que corona los picachos más empinados, por su pureza y excelsitud:
PASTORALA
Pastorala.
Más hermosa que la luz de la nieve,
más que la luz del agua enamorada,
más que la luz danzando en los arco iris...
Pastorala.
Pastorala.
¿Qué labio de kukuli es más dulce,
qué lágrima de quena más mielada
que tu canto que cae como lluvia
pequeña, pequeñita, sobre flores?
Pastorala.
Pastorala.
¿Qué acento de trilla-taki tan sentido,
qué gozo de wifala tan directo
que muden en cenizas las entrañas,
como quema a mi pecho tu recuerdo?
Pastorala.
Pastorala. 

Pastora. Cajabamba. Foto: Jaime Sánchez Lihón

2. El hilo
de tu ovillo

Donde la niña que se evoca es nieve, es agua, luz, arco iris y paloma. Es kukuli de miel. Es el amor a todo lo inocente y a lo que nos ofrece la naturaleza de idílico, de madrigal invencible, y de belleza sublime. Y continúa el poema Pastorala:
Al gavilán le dije que te quiera,
y a zorro y a puma que amen tus ovejas.
Y puma y gavilán y zorro, desde
entonces, son palomas que te cercan.
Pastorala.
Pastorala.
Por mirar los jardines de tu manta,
por sostener el hilo de tu ovillo,
por oler las manzanas de tu cara,
por derretir tu olvido: ¡mis suspiros!
Pastorala.
Pastorala.
Por amansar tus ojos, tu sonrisa,
perdido entre la luz de tu manada,
está mi corazón en forma de alqo,
cuidándote, lamiéndote, llorándote...
Pastorala.
Pastorala.

3. Cárdena
herida

Pero, ¿cómo es que el ande abrupto y marmóreo, ciclópeo y abismal produce una presencia tan dulce, tenue y frágil como es la mujer andina?
¿Cómo es que exista una nota tan sutil y tierna entre tanta aspereza, fragosidad y desolación?
Y de voz dulce y cristalina, "mielada" dice él, comparable al rocío o al pétalo de una flor, nacida en un océano de rocas y peñascos sobre los precipicios. Mujer que es fiel entre las fieles.
Donde es prodigioso también cómo el ande ha podido urdir y cincelar un animal de figura tan grácil y etérea que crece entre pedruscos como es la vicuña.
Hada animal, de una estampa tan distinguida, desenvuelta e incorpórea en los abruptos roquedales y grácil en los vientos frígidos  de las punas.
He allí el misterio y el amor sublime que se da en nuestras serranías, amor tierno que entrega toda el alma, sin mezquindades ni menoscabos, sin cálculos menudos ni ordinarios. Amor que es panal de miel, flor de alelí y torcaza ensimismada:
¿Tienes costumbres de ave, mi pastora...?
Con la luz de tu edad estremecida,
con tus ojos de luz horadadora,
–delante de una grey balando flores–,
has abierto un nidal, cárdena herida,
en el maguey en flor de mis amores.

Paisaje andino. Foto: Jaime Sánchez Lihón

4. Ternura
de la poesía andina

Poesía devota, de adoración y sacrificio infinitos; de veneración consumada al ser amado.
Y no hay imágenes más apropiadas para describirla que todo aquello que entraña pureza y excelsitud: la nieve y la flor para la amada, el lucero y el sol para el amado.
En toda su obra está viva esa transparencia y fulge aquel resplandor de piedra preciosa.
Se vivencia aquel amor completamente inocente y que se rinde sin condiciones al otro ser.
Amor de renuncia plena e indefensa, porque todo se entrega en la hoguera del amor. Dependiente y sumiso porque todo lo ofrece y consagra.
O se convierte en viento en el ala de la cuculí en el paisaje sideral.
Amor de la renuncia enmudecida, que se confunde con el destino ineluctable. Amor que se evoca en los plenilunios y en las noches estrelladas.
Este es el amor de toda una cultura, de todo un universo como es el mundo andino.
De allí que no podemos decir la ternura en la poesía de Mario Florián sino la ternura de la poesía andina, de la poesía quechua y del mundo andino.

5. Escancia
su dulzor

Ternura que tiene como logro una poesía rítmica, musical, acompasada; de baile suave y reverente, de cadencia maternal en las estrofas; de silencios estallantes en las palabras y de gritos de clamor en los silencios:
LUNA DE POESÍA ENAMORADA
Suspendido dulzor. Elixir rubio.
¡Oh, panal verdadero en la enramada!
Me sentaré a mirarte hasta que llegue
la niña de las fuentes y el efluvio
de los campos en flor, y tu miel pruebe.
(Una flauta tiernísima yo tengo
para alabar su gracia montañesa:
melodía que trae el abolengo
de un jarawiq antiguo de tristeza).
Amándote con ella, como en nido
de candela –panal– y de fragancia,
llégate por el aire, sin ruido,
con suavidad de pluma, y derretido,
escancia tu dulzor en mi ansia y en tu ansia.

Pastora. Cajabamba. Foto: Jaime Sánchez Lihón

6. El delirio
que te tengo

Y es que el amor andino es tal amor que junta también su arco de pasión con el nidal del adiós y de la muerte.
Es amor que se hunde y sumerge en la pena y en la despedida. Es amor que por ser tanto es casi un imposible sentirlo y vivirlo y no morir n su fuego o en su saeta.
Amor que es una herida mortal para la cual no hay alivio, bálsamo ni cura, y en donde cuando el amor se niega todo es lobreguez, noche cerrada y ya no hay olvido.
¡Pero no lo dudes, te llevaré por todos los caminos! ¡Ese es el delirio que te tengo, y ese será mi consuelo! ¡Mientras tú te quedas con todo mío y bajo esa sombra estarás eternamente conmigo! ¡Y no sabrás cuánto has perdido!
ES UNA PENA LA MÍA:
Pastor andando, pastor
que modula, en su andarilla,
no sé qué acento de amor.
Y desciende la montaña,
y sube, pronto, el alcor:
bufanda al cuello, y, al fondo
del corazón, un amor...
¡Qué te importa la majada,
si eres la pena, pastor,
que anda buscando sólo una
muerta andarilla de amor...!

El autor del artículo con Mario Florián

7. En la sangre
de sus venas

Deben estar presentes aquí, al fondo de este sentimiento, muchos dolores y desgarramientos históricos que hacen que el corazón vibre así y de ese modo.
Desde los mitimaes incaicos que tenían que abandonar familia y no establecer raíces, hasta el despojo de nuestra raza por el conquistador foráneo que Mario Florián ha fustigado tanto a través de su poesía.
Amor que la cultura criolla no comprende y, al contrario, maltrata y zahiere, haciendo de ello membretes y clichés.
Amor del mundo humilde, pobre, amenazado por el puma codicioso y devorador.
Amor donde hay una dicotomía en la cual lo favorable es representado por la oveja, la majada, el rebaño y la pazña; que es la mujer andina.
Y hay, del otro lado, el mundo amenazante del zorro, el puma, el atoq, del político, la autoridad oficial y el diablo.
Eso sí, no hay poesía erótica andina; no hay allí el amor sensual, devorador, lascivo y material; aquel que hace del otro una presa, un botín o una prebenda y un objeto. Aprendamos esta sabiduría del amor del sentimiento andino y de la poesía de Mario Florián que lo ha expresado con honda y plena autenticidad.


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