6 DE OCTUBRE
SEMANA MUNDIAL DEL ESPACIO
4.10. 1957: SE LANZA EL
SPUTNIK I
NOCHE
DE ESTRELLAS
Y LUCEROS
Ilustración. Libro La piedra bruja, de Danilo Sánchez Lihón
Danilo Sánchez Lihón
1. Una
hilacha
plateada
– ¡Mira, todo el cielo está
cubierto de estrellas!
– Parece que fuera de día,
y no medianoche.
Sobre el rastrojo de las
gavillas ya pisadas y separadas del grano de trigo por el viento, a un costado
de la parva, el Pablo ha armado nuestra choza.
Para eso ha unido las
horquetas, las ha hincado de puntas entre las pajas y las ha atado en lo alto.
Y de modo parejo ha
cubierto todos los flancos con hatos de paja. Y, para que podamos dormir
nosotros dos, ha tendido las mantas y frazadas que hemos traído al campo.
Es noche clara, luminosa y
despejada. La brisa tenue y fresca apenas roza nuestras mejillas.
Es nítido el perfil de los cerros inhiestos
que se alzan alrededor y que descienden hasta la hondonada donde el río es una hilacha plateada; y su rumor es apenas un murmullo
lejano.
2. ¿Qué
es?
– ¡Mira!, estas estrellas
son Las Cabrillas.
– ¡Y aquellas otras, El
Arado y las Yuntas!
– ¡Ah! Estas se llaman
"Las Tres Marías". Están aquí. Mira. Algunas son azules y otras casi
llegan a ser rosáceas, violetas y moradas.
– ¡Esta estrella es mía!
– ¿Cuál? Esa no es estrella.
– Entonces, ¿qué es?
– Es lucero.
– Y, ¿por qué es lucero y
no es estrella?
– Porque, fíjate bien, no
titila y, además, es de color anaranjado.
– Y las estrellas, ¿qué
color son?
– Azuladas, como ésta que está aquí.
– ¿Dónde?
– Aquí, por donde estoy
apuntando con mi mano.
La noche ha llegado. Santiago de Chuco. Foto: Jaime Sánchez Lihón
3. Verdes
y violetas
– ¿Y aquellas que son
blancas?
– ¡Ah!, pueden ser planetas
o satélites.
– Pero, ¿alumbran?
– Sí. Como reflejo de otras
estrellas. No es necesario que tengan luz propia, como la luna, que refleja la
luz del sol.
– Ahora encontremos
estrellas de colores raros. A ver, ¡quién gana!
– ¡Mira ésta es granate! Y
esta otra de aquí es verde esmeralda. ¡Y qué inmensa es! ¿No?
– ¡Dónde!
– Mira éstas que están
exactamente encima de nosotros.
– ¿Y por qué son tantas las
estrellas? ¿Ah?
– Porque el universo es
infinito.
– Pero también hay
estrellas verdes y violetas. Mira.
4.
Detrás
de
los cerros
– Oye, ¿has visto a la hijita
de Pablo? ¡Qué linda es!, ¿no?
– Sí. Se parece a su mamá.
¡Es preciosa!
– Sus ojos transparentes
parecen manantiales.
– Pero es muda. No puede
hablar.
– Y eso qué importa. Es
como las estrellas, que no hablan, pero son bellas, y eso es más que hablar.
– ¡Gana el que ve
deslizarse y caer una de esas luces que se deslizan como antorchas!
– ¡Ah! Esos que se
desprenden se llaman aerolitos.
– ¡Mira, ahí se descuelga
una!
– ¡Oye! ¿Vistes? Qué
precioso, ¿no?
– ¿Qué?
– ¡Cómo se ha zambullido
esa estrella! ¿Has visto? ¡Desde el centro del cielo ha llegado hasta el borde,
y se ha hundido detrás de los cerros!
5.
Hay otras
más
lejanas
– Sí, lo vi.
– ¿Y porque al caer las
estrellas no chocan?
– Porque están muy lejos
unas de otras en el firmamento.
– Ahora, ¡observa esta!
– También desapareció
detrás del horizonte.
– Ahora, gana el que
encuentra un espacio sin estrellas.
– ¡Aquí, mira! ¡Gané!
– ¿Dónde?
– Por aquí, ¡mira! ¡Por
donde estoy señalando!
– ¡Si hay! ¡Concéntrate
bien y al fondo de ese espacio hay otras más lejanas!
6. ¡Ya
la vi!
– Ahora, ¿quién encuentra
las más grandes?
– Yo. ¡Mira ésta!
– No; la de allá la gana. Y
es más intensa.
– Y ¿qué dices de esta
otra? Parece un pallar.
– Digo que, así como es en
el mundo de arriba, es en el mundo de adentro de nosotros mismos.
Hay allí tantas y más
hermosas y resplandecientes estrellas.
– Escojamos una. ¡Ésta!
– ¡Ya la vi!
Cuando me vaya a Trujillo
mírala, y ahí se encontrarán nuestros ojos.
7.
¡Está bien!,
pero,
¡no llores!
– Yo no voy a dejar que te
vayas nunca.
– Me iré. Aquí no hay
colegio donde pueda estudiar la Educación Secundaria.
– ¡Entonces esconderé tus
cuadernos para que te pongan malas notas y te aplacen de año!
– ¡Zonza! ¡Eres zonza!
– No importa, pero no quiero
que te vayas.
– Yo no te voy a dejar
nunca, ¿oyes?
– Jamás se dice ¡nunca!
– ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca!
Hasta el infinito, ¡nunca!, como esas estrellas.
– ¡Ya está bien! Pero, ¡no
llores!
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