domingo, 6 de octubre de 2019

7 de octubre. Octubre, Mes de la Canción Escolar. El cantar ilumina.


7 DE OCTUBRE
MES DE LA CANCIÓN ESCOLAR

EL
CANTAR
ILUMINA


Danilo Sánchez Lihón



Escuela de César Vallejo en Santiago de Chuco.
Foto: Jaime Sánchez Lihón


La música da alma
al universo
alas a la mente, vuelos a
la imaginación.
Da consuelo a la tristeza
y ¡vida!
Y otorga alegría a todas
las cosas.
Platón

1. El que canta
abraza

Evoco, en relación a las canciones escolares, el patio de malvas de mi escuela.
Y la greca de los tejados que los aleros proyectaban recortando el tul añil del cielo por donde lentos bogaban los vellones de nubes albas.
Y en donde cantábamos a pulmón henchido, siguiendo con la mirada el revolotear de las alondras y el vuelo antojadizo de las mariposas entre las flores.
Evoco el sol en las puertas y las paredes blancas, el brillo y frescor de las gradas de piedra y los corredores, teniendo al lado a nuestros maestros, abrigando altas esperanzas y sueños.
Evoco el suelo de tierra y arenisca del patio en donde entonábamos a gritos canciones que se nos han quedado grabadas en el alma.
He allí la importancia de cultivar el arte del canto en las escuelas. Porque el que canta adora, reza, agradece mil veces. Y tiene fe en el alma.

2. Cantar
engrandece

El que canta abraza, acaricia al hermano, a la flor, a la casa y al pueblo donde ha nacido. Así:
Ya asoma la primavera
mil de flores se ven ya
una rosa perfumada
con un joven tulipán.
El que canta vuelve donde se crio y también regresa desde lejos al tiempo presente y al pueblo donde ahora vive.
El que canta besa lo mejor de la creación.
Y en lo que canta le está diciendo al mundo que es grato estar aquí, que es dichoso todo.
Y que, así sea que cunda la adversidad, nos sobreponemos a la pena y celebramos con dicha la vida.
Por el hecho de cantar la penuria misma deja de ser totalmente sombra para ser algo que de algún modo nos engrandece.

Escuela de César Vallejo en Santiago de Chuco.
Aprendiendo canciones. Foto: Jaime Sánchez Lihón



3. Es
convicción

El que canta es fiel con la vida y la creación del universo.
Ensalcemos la memoria
de los héroes de la historia
de los héroes que a la patria
dieron gloria y libertad.
¡Con las canciones hasta la muerte nos parece que ha de rendirse y ser un tránsito lleno de valor, y hasta de vida! Porque creo que cuando ello ocurra inevitablemente y mientras la sombra se acerque, del fondo de nuestro ser algo surgirá el canto.
Surgirán del fondo de nuestro corazón las notas de una o varias de aquellas canciones que entonamos en nuestra infancia en las mañanas diáfanas en nuestro centro escolar.
Y qué bueno sería que nos encontráramos en ese momento supremo modulando una canción de nuestro lar nativo, para lo cual más valiera que la tuviéramos presente.
Porque las canciones no son simple forma, melodía, ritmo o tonada. Como tampoco se limitan a ocupar o quedarse en un momento y espacio confinados, sino que estallan y se expanden.

4. Cantar
es luchar

Las canciones fecundan y trascienden para engrandecer nuestras almas, tanto individuales como colectivas. Ellas son ritos, imágenes, modelos y, sobre todo, naves, cometas, arco iris que se elevan hacia lo alto.
Son globos iluminados que hacen las noches más frías e intrincadas, como noches propicias en que nacen ensueños y esperanzas. Son eso y mucho más: muy especialmente cuando se bulle y comparte con un grupo humano en la edad de la ilusión.
Que es cuando se vive y actúa con el rostro y el alma abiertos a la inmensidad. Porque la canción es afirmación de vida, es convicción y brega, o confesión de no rendirnos y canto de victoria.
Es luchar contra el duro peñasco de lo amargo y adverso; pero, sobre todo: es esperanza de que venceremos. ¡Por eso se canta! Así, cantamos de niños a voz en grito
Ya resuenan los clarines
los tambores y el cañón
yo defiendo mi bandera
combatiendo en los campos de honor.


Escuela de César Vallejo en Santiago de Chuco.
Cantando ya en el patio. Foto: Jaime Sánchez Lihón



5. Un
bálsamo

En el canto se desafía a ver quién es más fuerte, si la roca cruel y arisca, el tiempo indiferente, el vendaval que destruye, o la desgracia desalmada.
O si es más fuerte y contundente la verdad que alberga en nuestros corazones, o la resistencia a toda claudicación y derrota.
Y que surge cuando se canta, la voz afinada y tensa que vibra y defiende entonando temblorosa cantos de amor y esperanza.
Porque aquella visión auroral, diáfana y encantada del mundo que el niño contempla y vive a través de las canciones, acaso:
¿No piensas que será necesaria para fortalecer su espíritu en la vida?
Allí es donde se aprende a comulgar, a conmoverse frente a la naturaleza, y conmueve ante el capullo de una flor.

6. La mirada
ilusionada

A extasiarse o condolerse ante un arrebol o ante una mariposa, hechos que el mundo moderno ha descartado para quedarse únicamente con cosas o mercancías; o lo cognitivo e impersonal.
Porque el modelo de sociedad que prevalece y también de educación recelan del sentimiento y desestiman la ternura, la inocencia y el candor.
Volver siquiera a recordar las canciones ya es un bálsamo, un grato aroma, una fiesta de belleza, color y del don de vivir.
¡Mucho más indudablemente es entonarlas! Como cuando con la mirada ilusionada cantamos:
Al lado de mi cabaña
tengo una huerta y un madroñal.
Con mi cabaña y la huerta leré
y los madroños leré, te quiero más.

7. Cantan
las estrellas

Y, además, porque todo canta en el universo. Canta el grillo, la rana y canta la alondra.
Canta el viento de la mañana meciendo las espigas en los sembríos o en las parvas.
Canciones bellas para las aves
para las aves y el fontanal
y que son puras como sus aguas
como sus aguas de azul cristal.
Canta el pez con sus movimientos en el agua. Canta la luna, el sol y cantan las estrellas en el firmamento. Canta la noche en las fuentes y en el cielo estrellado.
Y no se canta porque se sea feliz, sino que se es feliz porque se canta y se hace feliz a los demás. Es por eso que decimos que construye el pueblo que canta.


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