martes, 8 de octubre de 2019

8 de octubre. Día de la Educación Física y el Deporte. Vivos castillos de luz.


8 DE OCTUBRE
DÍA DE LA EDUCACIÓN FÍSICA
Y EL DEPORTE

VIVOS
CASTILLOS
DE LUZ


Danilo Sánchez Lihón



Leña para los fogones y castillos

Las chispas al flotar lindas, graciosas,
son trigos de oro audaz que el chacarero
siembra en los cielos y en las nebulosas.
César Vallejo


1. Cuáles eran
los desafíos

Las cuatro escuelas principales de Educación Primaria de Santiago de Chuco, en la concentración magisterial del mes de marzo acordaron hacer un plan de conmemoración de las efemérides significativas del Calendario Cívico, siendo una de ellas la celebración del Día de la Educación Física y el Deporte, el día 8 de octubre de cada año.
¿Qué hacer de original que no se hubiera hecho antes, además de torneos en los diferentes deportes? Y se les ocurrió entonces una idea brillante: realizar el concurso de levantar fogatas en los tres cerros que rodean Santiago de Chuco.
Ellos son: El Quillahirca, al norte y a cuyas faldas el pueblo se hamaca. Conra, que es una peña abrupta en cuya cima se siembran maíces y trigales. Y Mashcán, hacia el este verdecido de cultivos de pan llevar como ocas, habas y alverjas. Y otra fogata más se alzaría en el altozano de Chaychugo, que es un promontorio rodeado por algunos flancos de hondas pendientes.
Dos eran los desafíos por los que se tenía que competir:
1. De qué fogata se levantaban las llamas más altas, y
2. Cuál de ellas duraba más tiempo con luz viva.
El maestro Danilo Sánchez Gamboa, mi padre, fue encomendado por su escuela para ser quien dirija esta actividad en lo que corresponde a la participación del Centro Viejo 271, al que en el sorteo le salió alzar la fogata en el cerro de Mashcán.

Cerro Quillahirca

2. La arquitectura
del castillo

Tan pronto se acordó hacer esta actividad el Centro Viejo 271 empezó con esmero a organizar su participación. Para ello cada alumno tenía que aportar una raja de leña cada mes, considerando los meses por venir, de abril a octubre.
Se hizo normal ver a alumnos desfilando por las calles con su raja de leña al hombro, las mismas que se iba acumulando bajo el techo del taller de carpintería, bien protegido de la lluvia y de las goteras que podían humedecerla.
Los profesores donaban una carga de leña seca, por cada mes.
Ninguna organización había sido tan precisa, disciplinada y acuciosa como la desplegada por el Centro Viejo 271; empezando por el orden en traer y resguardar los materiales, en tener listos los planos elaborados en base a los cuales se erigiría la estructura del castillo, dibujado en diferentes perspectivas y a escala; esquemas minuciosos, además, en consignar otros detalles como el número de rajas de leña acumuladas y cómo se distribuirían en el andamiaje que se armaría en la cima.
La arquitectura del castillo tenía que ser vistosa desde diferentes ángulos y, sobre todo, contemplada desde el pueblo. Las tareas de las comisiones que estaban actuando en este evento se las repasaban cada semana y más cuando la fecha se avecinaba. 

Cerro de Conra

3. Como
ejemplo

Ya cercano el día el Inspector de Educación le dijo a don Danilo:
– Ya enciéndala no más la fogata del Centro Viejo que ya ganó por el empeño que ha puesto usted y su escuela, que ya la considero vencedora en el concurso.
– ¡De ninguna manera señor Inspector! Es un homenaje a una fecha importante. ¿Cómo podría participar de esta actividad si no hay una verdadera competencia? –Replicó.
Entonces el Inspector de Educación dio una orden terminante: que las cuatro escuelas tenían que cumplir con realizar del modo más destacado lo que se habían comprometido a realizar en el rol y programa de efemérides establecidas.
Acicateados de este modo los otros centros educativos empezaron a reunir también buena cantidad de leña y se organizaron para armar sus castillos respectivos.
– Además –les había dicho el Inspector–, hay que cumplir con encender a la hora exacta y en las mejores condiciones para cada uno. Y esto como ejemplo que debe dar el pueblo de Santiago de chuco a otras provincias, ya que las fogatas serán vistas desde Tauca, Pallasca, Cabana, Huandoval y otros pueblos que están en la banda de enfrente, pasando el río Tablachaca.

Chaychuco, a la izquierda

4. Trozos
parejos

El esquema de cómo irían armando el castillo por parte de la Escuela 271 fue hecho en un plano que consideraba un diámetro de seis metros en la base.
El castillo, poco a poco, se iría cerrando en el centro hasta dejar una abertura de un metro y medio de diámetro en la parte más alta de la estructura.
La manera de trenzar la leña se ensayó en el patio de la escuela varias veces en diversas operaciones simuladas, con la participación de varias columnas de estudiantes que actuaban con sagacidad y eficacia, ¡Toda una maravilla de composición!
Además, era leña escogida. Se pedía principalmente rajas de molle, eucalipto y huarango para que la lumbre sea viva, intensa y dure.
Se había acumulado aproximadamente tres mil trozos parejos de leña que se elevarían en un castillo de nueve metros de altura. ¡Era impresionante!
Se previó, además, armar cuatro escaleras muy espigadas.
Una semana antes, en varias caminatas, se trasladó la leña a un pajar techado que se alzó al lado del terreno, en el lugar más visible de Mashcán desde la plaza del pueblo.


Leña para los fogones y castillos

5. Arte
supremo

Pero también se consideró que las fogatas fueran vistas desde las cimas del Callejón de Conchucos hacia donde se dio aviso.
¡Y hasta se pensó que sirviera de ánimo y aliciente a los andinistas que en esos momentos escalaban o pernoctaban en sus campamentos sobre las nieves eternas del Huandoy, del Huaylillas y del Huascarán!
Pero don Danilo Sánchez Gamboa, mi padre, había acumulado algo más infalible o contundente, según él. ¿Qué era? Algo consagrado por un arte supremo: un arma secreta, un recurso de altísimo poder. ¿Cuál? ¡La poesía!
Era una cita literaria –¡de suyo preciosa!– que eran dos versos del célebre y querido gaucho argentino Martín Fierro, el recio y conmovedor personaje de la épica pampeña. Nos referimos al autodidacta y hombre de espada y de pluma, José Hernández, de quien era mi padre admirador y le gustaba repetir aquellos dichos que rezan:
Hagámosle cara fiera
a los males, compañero...
Que mi padre repetía a diario como un estribillo. Como también recitaba esta otra estrofa de aquella epopeya de la pampa, fiel o cambiada, ¡yo no sé!, pero que él proclamaba del siguiente modo:

Cerro de Mashcán

6. Bordeando
el minuto

Vamos, suerte, vamos juntos,
desde que juntos nacimos;
y ya que juntos vivimos
sin podernos dividir,
yo abriré con mi trabajo
el camino pa' seguir.
Pero la cita guardada para la ocasión del Concurso de Fogatas era otra.
Ella, como la inspiración y el alma bullente de la futura antorcha llameante en el cerro, decía así guardada con el máximo sigilo:
"Para que el fuego arda
hay que empezar desde abajo".
Después del inmenso y entusiasta trabajo de traslado y la construcción del castillo, y minutos antes de encenderla solo cabía estar atentos al chequeo de la hora en que autoridades y pueblo habían convenido que las fogatas se enciendan y que ya miraban multitudinariamente sea desde la Plaza de Armas, sea desde las esquinas y los cerros aledaños.
O ya sea desde cualquier punta o flanco de cerros; o desde cualesquiera otros sitios y distritos. Pero don Danilo guardaba el papel que a cada momento echaba de menos. Y palpaba en qué bolsillo lo había puesto.
Hasta que por fin bordeando el minuto convenido repasó por última vez la cita tan acuciosamente guardada a fin de no equivocarse en una sola letra de su mensaje.

Exalumnos presentes en el patio del Centro Viejo 271

7. La enseñanza
de aquel día

Y obedeciendo exactamente este mandato de la sabiduría de la pampa argentina, convertida en libro maravilloso como es el Martín Fierro, dio la orden de encender el castillo diciendo esta frase también extraída de la cita:
– ¡Que el fuego arda!
Un alumno previamente designado gracias al mérito de sus estudios tenía que acercarse con una antorcha y encender una leña puesta al modo de mecha empapada toda ella de kerosene.
Inmediatamente prendió fuego en el castillo desde el cimiento, con lo que en pocos minutos ardieron los maderos de abajo al rojo vivo, que pronto se hicieron ceniza, y se derrumbó la torre y con ella el largo trabajo de días, semanas y meses. Las otras escuelas, menos influenciadas por la literatura, hicieron arder largo tiempo sus fogatas improvisadas y temblequeantes.
El fracaso del Centro Viejo 271 fue total. Y tres o más meses le duró el silencio avergonzado a mi padre. Cada vez que delicadamente se hablaba del asunto él se retiraba aduciendo algo, y creyendo que nadie se daba cuenta que le dolía en el alma.
Pero pasó el tiempo en que posiblemente estuvo procesando la enseñanza de aquel día. ¿Cuál fue? ¡Que no todos los proverbios de los textos literarios hay que contextualizarlos y no aplicarlos literalmente a las cosas simples de esta vida!

Fotos 1, 2, 3, 4, 5 y 6
Jaime Sánchez Lihón



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