9 DE OCTUBRE
DÍA MUNDIAL DEL CORREO
LOS CHASQUIS
Y EL
QHAPAQ ÑAN
Danilo Sánchez Lihón
“Los caminos de los Incas fueron
la más útil y estupenda obra
jamás ejecutada por el hombre”.
Alexander Von Humboldt
1. Arboledas
a su vera
El Qhapaq Ñan, o
Camino del Señor, los arquitectos e ingenieros incaicos lo concibieron
etéreamente con el concepto de la línea recta.
No importando que
tuviera que atravesar lugares inasequibles descender a los más profundos
abismos y luego ascender hacia las cumbres ceñidas y engarzadas de nieves
eternas.
Para compensar eso
hasta la sombra la hacían perfumada por distintas arboledas de plantas que
sembraban a su vera, ya sea de queñuales, capulíes o molles.
Y de flores en los
muros que se levantaban a los flancos a una altura que dejara apreciar el
paisaje espléndido que se abría y desplegaba hacia uno y otro contorno y
confines.
Corrían a ambos
costados las acequias de agua rumorosa y cristalina. Y a cada legua había un
tambo con comida, ropa, sandalia; habitaciones para el descanso. Y personal
para prestar ayuda en caso que el caminante lo requiera.
2. Eran
sagrados
De allí que los primeros
españoles que llegaron testificaron que ni los más ostentosos monumentos de la
Roma imperial podían compararse con un solo tramo de los Caminos del Inca
Que abarcaron 30
mil kilómetros y que partiendo del Cusco como ombligo del mundo llegaban hasta
Pasto en Colombia, Quito en Ecuador, Tucumán en Argentina, atravesando todo el
Collasuyo que ahora es Bolivia.
Y por la costa se
extienden hasta las orillas del río Maule en la parte central de lo que ahora
es Chile, teniendo su eje y su centro en el Cusco, capital del Imperio Incaico.
Llevaba el nombre
del Inca, cuál es: Qhapaq Ñan, o Camino del Señor, y a muy pocas cosas del
mundo se podía poner el nombre del soberano del imperio cuyo apelativo era:
“Rico en virtudes”. Los caminos como tal eran sagrados.
3. Corrían
juntos
El Qhapaq Ñan era
recorrido a todas horas del día por agrupamientos de atletas conformado por
jóvenes de las comunidades aledañas al tramo que cubrían, y cuáles eran los
chasquis.
El pescado que a
tempranas horas de la mañana extraían los pescadores en el mar océano de las
costas de Acarí.
Llevado en canastas
con rejilla por estos corredores de los caminos apostados a la distancia de una
legua cada grupo a la vera del camino, estaba cocinado y servido en la mesa del
Inca al mediodía en su palacio real del Cusco.
Un mensaje del Inca
emitido desde el Cusco en no más de cinco días estaba siendo conocido, sin
cambiarle un solo vocablo, en la corte real de los Incas de Tumibamba, cerca de
Quito en el Ecuador.
Porque divisando a
un corredor antes de llegar a cada posta salía a su encuentro un chasqui y
mientras corrían juntos el mensaje era dado y repetido de memoria. Y jamás se
registró equívoco alguno.
4. Al agua
y al colibrí
El Qhapaq Ñan no era camino de conquista ni dominación. No fue su intención perseguir
fines militares. Con él se integraba a los pueblos, se llevaban y traían
semillas.
En él se hacía el
trueque e intercambio de productos, se animaba, protegía y exaltaba la vida,
las costumbres, los saberes.
Y se identificaba a
los seres humanos como prójimo y como a hermanos.
Concebirlos y
hacerlos fue una maravilla de la mente, del brazo y del corazón humano.
Y como todo lo que
se emprendía se hacía con fiestas y expresiones de alegría porque albergaban a
un pueblo feliz que cantaba y bailaba en ofrenda y homenaje al sol, al agua, al
colibrí, a la flor de papa y del maíz.
5. A lo largo
de la ruta
Indudablemente, fue
una obra maestra del genio creador humano de todos los tiempos, no solo por su
arquitectura sino por su concepción como una organización social, primero, y como
un sistema de edificaciones, después.
Por la
majestuosidad en el concepto de obra pública, que abarcaba no solo consistía en
la vía abierta en una geografía abrupta y escabrosa como es la nuestra, y que
el camino la hacía grata, amena y complaciente.
Y eso siendo
nuestro territorio, además, la más intrincada y escarpada topografía del
planeta, sino haciendo de ese panorama físico, por compensación, lugares amenos,
primorosos y placenteros.
Pero también su
concepción como sistema que abarcaba cada cierto tramo un conjunto de edificios
y toda una organización humana de esperas, de chasquis, de primeros auxilios,
de chasquis y de funcionarios apostados a todo lo largo de la ruta.
6. Ritos
y proclamas
El camino mismo
tenía trazados, fuentes de agua, puentes de diferentes tipos, calzadas,
veredas, drenajes, muros de apoyo, graderías que subían y bajaban con miles de
peldaños de una anchura entre cinco a quince metros.
Pero, además, una
estructura de edificaciones con diversos fines que abarcaban: pucarás, tambos,
colcas, santuarios.
También ushnus,
andenerías, represas, canales, acllahuasis, apachetas, adoratorios, porque no
se desestimó en su transcurso atender contenidos del alma de la gente ni de los
sentimientos.
No olvidemos que
por allí transitaron los mitimaes que eran pueblos enteros que eran trasladados
a colonizar otros lugares, que dejaban su querencia para desempeñar en calidad
civilizatorio hacia otros parajes.
Los mismos que por
el camino se acompañaban de sus bailes, el relato de sus mitos, leyendas, de
sus fábulas, así como de su música, sus decires, sus ritos, proclamas y
abluciones.
7. No faltaba
ni uno
El Qhapaq Ñan, o
Camino del Señor, es sobre todo vínculo, hermanad y solidaridad humana.
Es la concepción de
una cultura abierta, con los brazos extendidos a la comunicación y a la
integración de los pueblos.
Porque el camino
nos hace hermanos, nos vincula, nos enlaza, nos hace partícipes de un destino
común. De ellos dijo Alexander Von Humboldt, al ver sus vestigios;
“...la más útil y estupenda
obra
jamás ejecutada por el hombre”.
El Qhapaq Ñan es un
espíritu integrador, solidario, humano. Es la vía para concretar la utopía del
hombre masa de César Vallejo.
De aquel a quien
todos los hombres de la tierra lo rodean con un ruego común, cual es: “¡Quédate
hermano!”.
Y viendo que no
faltaba ni uno, el hombre triste, emocionado, abrazó al primer hombre y echóse
a andar.
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