18
DE NOVIEMBRE
BATALLA DE
LA LECTURA
POR UN MUNDO
MEJOR
LEER
NACE
DEL
REGAZO
MATERNO
Danilo
Sánchez Lihón
Dibujo de Olga Flores para el INLEC
Ver
es cerrar los ojos.
Wols
1. El
sentido
de la
lectura
La lectura en niños y jóvenes requiere ser motivada, para
lo cual hay que tener la sapiencia de saberla cultivar antes que en la escuela
en el hogar, y antes que en la mesa en la cuna.
Y antes que en la cuna en el vientre o útero materno. Antes
que por el maestro por la madre y el padre. Y más que por el varón por la mujer.
Porque la lectura es matriz, origen, principio y raíz.
Y lo primero que hay que sembrar en la mente y en el alma
del niño es una idea clara y lúcida de para qué sirve leer, y esto no de manera
explicativa sino vivencial, gozando de la lectura misma.
Y esto no pretendiendo introducir una definición ni una
fórmula conceptual sino inculcando una actitud. Y haciendo plena y total la
vida que la lectura nos depara, evoca y prodiga.
Lo que hay que mostrar y repetir es la experiencia tangible
y directa de las maravillas que se descorren al leer. Y, ¿cómo? Leyendo lo más
exultantes, plenos de gracia y conmoción.
Y, ¿qué? Aquello que nos ofrece el rico acervo de la
literatura infantil y juvenil. Y con ella la inmersión hacia ámbitos
insospechados del ser. Y leyendo bien; extrayendo, con todos los recursos que
tiene la voz, las sugestiones que nos ofrecen los textos bien escritos
2. El por
qué
leer
Siendo lo primero motivar con la lectura viva para que el
niño arribe a algo legible, entendible y asimilado por él acerca de lo que
significa leer, idea y noción que él adopte de manera lúcida. Y no
necesariamente la lucidez de la razón sino del subconsciente, del gusto y hasta
del capricho.
Donde el niño no solo tiene que descubrir sino apasionarse
mucho acerca del para qué sirven los materiales escritos que lo rodean,
comprobando la utilidad de la lectura en el enriquecimiento de su mundo
interior, de la vida como también para la realidad.
Ahora bien, para que ello se produzca y evidencie hay que
obtener de la lectura y la escritura una idea clara y nítida acerca de la
utilidad que se obtiene con ella.
Y para ello tiene que experimentarla en ojos, boca y alma
de sus padres y bajo esa tutela ir desentrañando poco a poco, y por su propia
cuenta e iniciativa, ese acercamiento, práctica y a la vez concepción.
Precisamente, en una investigación sobre lectura se
encontró que los niños que habían avanzado más dominio en este campo, eran
aquellos que más entendían el por qué leer.
Esto es: que explicaban muy claramente el por qué les
gusta, la prefieren y se identifican con ella, y sus razonamientos no eran
conceptuales sino vivenciales, como: “Leo porque al leer el aire es más fresco”.
3. La función
de leer
Asimismo, tenían mejor actitud quienes eran más claros en las
ventajas que deparaba dicha práctica y afición y que eran los motivos de por
qué la elegían frente a otras actividades igualmente placenteras.
Y, es más, que tenían un concepto muy cabal de lo que la
lectura es en la práctica, en el acontecer diario y con relación a sus
emociones y sentimientos.
Y en este mismo sentido, tiene que haber de parte de los
niños niveles de entendimiento y comprensión acerca de lo que es la lengua
escrita.
Y no porque le endilguemos un concepto acerca de ella, sino
porque lo experimentan en la práctica diaria y continua de su recreación en
contacto con los libros. Y todo ello previo al aprendizaje convencional de la
lectura y escritura como tal.
Pero interesa que ellas sean reflexiones propias, no las
ideas que tenemos los adultos, acerca de esto y lo otro, porque como bien
expresa Sully citado por Jesualdo:
"Si el niño pudiera darse cuenta de lo que
nosotros llamamos leer se reiría".
Ya que entre los adultos se enfatiza mucho en la función de
leer como algo vinculado a la función productiva, práctica y hasta
administrativa.
4. Fugaz
y quimérico
Y en dicha perspectiva se idean métodos y técnicas para
cualificar más y mejor este sentido, rentista y productivo que incluso se acuña
en un concepto como es la comprensión lectora.
Sin embargo, el hombre que lee verdaderamente lo hace por
otras razones. Y sobre todo el niño en donde predomina lo mágico, lo
cabalístico y hasta lo ritual.
Así como también para tratar de explicarse aspectos
importantes de la vida, o bien para conocer aspectos ocultos o inéditos de la
realidad; o del hombre mismo.
O bien, para descubrir su personalidad que se le ofrece
como algo incomprensible y hasta insondable.
Incluso, las razones por las cuales se leen se emparentan
más con el mundo onírico y de los sueños; como es deambular por los reinos
infinitos de nuestro mundo interior.
Por ejemplo, al niño le seduce y maravilla constatar que en
el texto escrito las palabras no cambian, que permanecen estáticas y
suspendidas sobre el movimiento de la vida que pasa, que es cambiante, efímera
y mudable, y que la sopesa en relación a esta estática de las palabras.
Plan lector Capulí. Foto: Jorge Alcántara
5. Atajos
y caminos
Por eso nos controla cuando le volvemos a leer un texto que
él ya conoce, que las palabras no cambien. Y nos corrige cuando las
trastocamos, incluso en su secuencia, de cuáles van adelante y cuales después.
Y por eso es que sea tan escrupuloso de que no se modifiquen ni siguiera los
detalles, porque a él le fascina que no cambie la naturaleza del texto en
relación a la volatilidad de la otra realidad.
Le convence mucho que todo aquello que afecte directamente
en su vida y de lo cual los libros nos hablan no se muden ni se transformen en
otra cosa.
Que este tráfago sorprendente y prodigioso de la vida, de
manera sorprendente y milagrosa permanece intangible en las palabras que se recrean
con la lectura.
La maravilla que las frases, los dichos, las descripciones
siempre estén allí, que sean las mismas.
Que ellas estén fijas como pruebas tangibles de que lo
imaginario es también seguro y durable, como constatación firme de aquello que
temía que fuera fugaz y quimérico.
En un estudio de Waples, Berelson y Bradshow, citado por
Ralph Staiger en "Caminos que llevan a la lectura" se precisan los
móviles tanto personales como sociales que incitan a una persona a leer. Ellos
son:
6. Gozo
y placer
a) El efecto
instrumental como, por ejemplo: conocer mejor un problema práctico y adquirir
una mayor competencia en lo que se requiere para resolverlo.
b) El efecto de
consolidación, como es reforzar una actitud o adoptar otra distinta ante temas
que se debaten y discuten.
c) El efecto
estético, que se evidencia al tener una experiencia de agrado y placer gracias
a una obra literaria.
d) El efecto
desahogo, cuando de mitigar las tensiones se trata al leer algo que ofrece una
distracción placentera. En síntesis, sirve:
1) Para resolver un
problema.
2) Para informarnos
sobre una situación.
3) Para comunicarnos en
una dimensión superior.
4) Para obtener gozo y placer.
Pero este listado debería haber empezado por la lectura de
gozo y de placer. Pero, además, nosotros diríamos que se lee más y mejor y, en
primer lugar, para obtener significados emocionales. Y que son aún más
contundentes los textos que en vez de causar deleite o placer, nos hieren, o
aquellas lecturas que de manera sencilla desarrollan significados trascendentes
no importando si nos hacen sufrir o gozar.
Leer es trepar a un arco iris.
Dibujo de Nobuko Tadokoro
7. Acto
matriz
Tampoco es la lectura que queremos destacar aquella que
sirve para hacer tareas, ni aquella otra hedonista para matar el tiempo. Ni la
que es para aprender algo, ni la que es para distraernos. Es decir, no constituye
nuestro desvelo la lectura que tiene un fin inmediato, funcional y que acaba
cuando concluye el fin por el cual se lee termina. Sino más bien aquella
inmersión inacabable, inatajable y gloriosa del ser humano en una dimensión cual
es alcanzar un sentido para los asuntos de la vida. Nos convencen aquellas
lecturas que nos hacen personas sabias, verdaderas y buenas; siendo la bondad
el grado máximo de la inteligencia y la sabiduría.
Porque la lectura no es para aprender ni para lo que se
enseña sino para enamorarnos en todo caso también del conocimiento, y de la
lectura misma. No se la posee primero y después nos prendamos de ella. No entra
uno primero a su cuerpo y después la ama. Primero la amamos y después descifraremos
su cuerpo. Ella ante todo es simpatía, es relación amorosa y enamorada. Es una
suerte de amistad entrañable. Y la amistad tampoco se enseña, sino que se
comparte, se vive y se enaltece.
Y surge por relación feliz, por contacto afectivo. Y la
lectura tiene que ser contacto, afinidad electiva y matrimonio para toda la
vida. De ese tipo de lectura sentemos las bases en le formación del niño y del
joven. Tiene que remecernos y causarnos profunda conmoción. Y no es que leamos
porque sea importante aquello que leemos. Sino que somos importantes y por eso
leemos, haciendo que el texto cobre significado, y que todo nazca de nuevo. Por
eso la lectura es un acto matriz y se ubica no en la razón ni en el cerebro,
sino en el útero materno.
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