martes, 19 de noviembre de 2019

19 de noviembre. Día del Hombre. Los bienes que recibo.


19 DE NOVIEMBRE
DÍA DEL HOMBRE

LOS BIENES 
QUE
RECIBO 


Danilo Sánchez Lihón



La creación de Adán, de Miguel Ángel


1. Aprieto
un botón

Muevo un botón y una luz se enciende. Es la energía que muchos han puesto su empeño para producirla y para que llegue desde muy lejos hasta el rincón de esta posada donde pergeño estas líneas.
¿Cuántas vidas humanas ha costado el esfuerzo heroico de conducirla hasta donde yo me beneficio y me sirvo de ella escribiendo este texto?, que ojalá lo primero que haga es rendir homenaje a quienes lograron hacer tal portento, y encomiar la herencia que todos hemos recibido.
Y ojalá nos comprometa en la conservación de nuestro patrimonio, y en recompensar en algo, con nuestro esfuerzo, la trayectoria de todo lo que constituye el legado del hombre que ha sabido inventar y construir las grandes obras de las cuales lleno de gozo me beneficio.
Los cables de alta tensión para llegar hasta aquí suben y bajan cumbres y hondonadas que costaron el esfuerzo y el tesón sacrificado de miles de hombres que diseñaron y tejieron esta red.
¿Acaso al viajar por los caminos no he visto cómo las torres se erigen por doquier? Todo ello para sostener los hilos conductores que transportan la energía y que suben por terrenos abruptos donde muchos debieron haber perdido la vida.


Torres de alta tensión en la serranía del Perú

2. Lo arriesgaron
todo

Pero antes, aquellos que acumularon los datos mediante la investigación científica, y luego esbozaron planteamientos y teorías que devinieron en ser acertadas, probando cada elemento para hacer posible que la luz encienda. Muchos resultaron quemados y otora murieron. Y hasta hubo laboratorios que explotaron y ardieron en llamas.
Y después construir, pongamos por caso, la hidroeléctrica de donde viene esta luz y que se enclava en roquedales temibles.
¿No ha costado el sacrificio tenaz de contingentes de hombres llevando en los hombros herramientas, implementos y materiales?
¿Y el esfuerzo sobrehumano para hacer las bases de cemento, los soportes de fierro y las instalaciones colgados y en vilo sobre y bajo el aire de las torres?
¿Compensaba totalmente solo la paga, que casi siempre para obreros y empleados fue escasa y hasta en niveles de miseria?
Los hombres que la construyeron, ¿acaso no arriesgaron la vida?


Hidroeléctrica de Cerro del Águila, en Huancavelica

3. Diversos
senderos

Sin embargo, yo sin ensuciarme las manos aprieto un botón y la luz fluye sin parpadear límpida, tersa y brillante.
El tren en que he viajado y llegado hasta aquí, cada durmiente en la vía, y los rieles que se han tendido a uno y otro lado, y uno por uno, ¿no ha costado acaso vidas humanas que han muerto en el esfuerzo y el fragor de hacerlo por terrenos ariscos.
Al llegar a mi destino y tomar el alojamiento, giro una llave y el agua fluye clara y transparente, y a borbotones, en el caño de la habitación donde me hospedo.
Brota diáfana y ufana de servir y ser útil; pura y núbil como una doncella.
Para conducirla hasta el lugar donde me refresca y sirve, ¡ha debido prodigarse talento, altruismo; renuncias y sudor de muchos seres humanos entusiastas y creyentes!
La represa que capta el líquido y la conduce por acequias precisas, exclusas que nivelan y reparten el agua hacia diversos atajos y senderos.


Tren a Machu Picchu

4. En lo alto
de las cumbres

Y lo hacen ya sea por canales o tuberías exactas. ¿Cuánto sacrificio de seres humanos ha demandado?
Muchos en su transcurso vigilan los cauces. Y el reservorio de agua día y noche es custodiado por rondas sucesivas.
Y es tratada la masa líquida a fin de garantizar que sea completamente salubre.
¿Puedo yo desperdiciarla evitando así que llegue a tantas otras personas que la necesitan en pueblos que se extienden en los arenales?
Asentamientos humanos que ingresan a los desiertos, o se erigen al borde de los acantilados,
O bien pueblos que suben con el aliento entrecortado por las cumbres de los cerros pedregosos y escarpados.
Desdibujadas chocitas en lo alto de las cumbres en donde la vida entona su canto de fe, de ilusión y esperanza.

Represa de Poechos en Sullana, Piura

5. Escucho
tu voz

Timbra el teléfono y luego escucho tu voz que me dice:
– ¿Cómo amaneciste, amor?
– Bien. Aquí, pensando en ti y en todos ustedes, mi querida familia.
– Ay, amor, te extrañamos.
– Todos, ¿bien por ahí?
– Sí, extrañándote. Y tú, ahorita ¿qué estás haciendo?
– Preparándome para salir a tomar desayuno.
– Abrígate amor. No te vayas a enfermar. ¿Cómo estás de la garganta? ¿Se te quitó esa tos? ¿Cuándo vienes? ¡Te tenemos preparado algo que te gusta!
Este portento de comunicación me basta para utilizarla con solo estirar el brazo, hacer que avance la mano hacia la mesa del velador y levantar el auricular de esta maravilla tecnológica.
Pero, acaso no ha costado privaciones, entrega y consagración al trabajo de quienes descubrieron y aplicaron el conocimiento que lo hace posible.


Catedral de Lima, de noche


6. Cuántos
sacos de arena

Y, ¿qué hago yo hasta ahora para merecerla? ¿He aportado algún esfuerzo para detentar este bien?
Y, sin embargo, sin él ¿cómo escuchar tu voz, hallarnos a estas horas y poder enlazarnos estando tan lejos?
¿Cómo pedirte perdón por todos mis olvidos y decirte que te amo con toda el alma y que solo con ustedes mi vida tiene sentido?
Hay hombres que han entregado su vida, sus días y sus noches de vigilia, hasta el desprendimiento de donar su propia felicidad, a fin de esclarecer su funcionamiento y ponerlo a disposición de los demás.
¿De qué manera soy leal con ese esfuerzo que me legan a cada instante las generaciones que nos antecedieron?
¿De qué manera cumplo y correspondo con mi prójimo?
Y, ¿qué hacer para recompensar tantos dones que se me ofrecen y llegan hasta mí? ¡Y a manos llenas!


Puente colgante sobre el río Madre de Dios

7. Al servicio
de los demás

Todo ello a mí no me está costando nada. Yo que me sirvo de estos privilegios y tantos otros, como si fuera natural que estén aquí para mi uso y libre albedrío.
¿Cómo ser agradecido por lo mucho que se nos ha ofrendado? ¿Y lo inmenso que se nos ha facilitado?
Debemos buscar recompensar este enorme servicio, puesto para bien de nuestras vidas. Pero, ¿cómo?
En primer lugar, reconociendo este legado. Apreciando esta heredad y conservando este patrimonio, en consideración a que estos son bienes sociales que pertenecen a todos.
En segundo lugar, legando nosotros mismos otros que lo equiparen. Bienes en el campo de la ciencia, el arte y el civismo, aquello que nuestra vida consagrada alcance a idear, construir y ponerlos al servicio de nuestros hermanos, los seres humanos.
Y tercero, siendo en todo edificantes. ¡Y agradecidos!


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