19 DE
NOVIEMBRE
DÍA DEL HOMBRE
LOS BIENES
QUE
RECIBO
Danilo Sánchez
Lihón
La creación de Adán, de Miguel Ángel
1. Aprieto
un botón
Muevo un botón y una luz se
enciende. Es la energía que muchos han puesto su empeño para producirla y para
que llegue desde muy lejos hasta el rincón de esta posada donde pergeño estas
líneas.
¿Cuántas vidas humanas ha costado el
esfuerzo heroico de conducirla hasta donde yo me beneficio y me sirvo de ella
escribiendo este texto?, que ojalá lo primero que haga es rendir homenaje a
quienes lograron hacer tal portento, y encomiar la herencia que todos hemos
recibido.
Y ojalá nos comprometa en la
conservación de nuestro patrimonio, y en recompensar en algo, con nuestro
esfuerzo, la trayectoria de todo lo que constituye el legado del hombre que ha
sabido inventar y construir las grandes obras de las cuales lleno de gozo me
beneficio.
Los cables de alta tensión para
llegar hasta aquí suben y bajan cumbres y hondonadas que costaron el esfuerzo y
el tesón sacrificado de miles de hombres que diseñaron y tejieron esta red.
¿Acaso al viajar por los caminos no
he visto cómo las torres se erigen por doquier? Todo ello para sostener los
hilos conductores que transportan la energía y que suben por terrenos abruptos
donde muchos debieron haber perdido la vida.
2. Lo arriesgaron
todo
Pero antes, aquellos que acumularon
los datos mediante la investigación científica, y luego esbozaron
planteamientos y teorías que devinieron en ser acertadas, probando cada
elemento para hacer posible que la luz encienda. Muchos resultaron quemados y otora
murieron. Y hasta hubo laboratorios que explotaron y ardieron en llamas.
Y después construir, pongamos por
caso, la hidroeléctrica de donde viene esta luz y que se enclava en roquedales temibles.
¿No ha costado el sacrificio tenaz
de contingentes de hombres llevando en los hombros herramientas, implementos y
materiales?
¿Y el esfuerzo sobrehumano para
hacer las bases de cemento, los soportes de fierro y las instalaciones colgados
y en vilo sobre y bajo el aire de las torres?
¿Compensaba totalmente solo la paga,
que casi siempre para obreros y empleados fue escasa y hasta en niveles de
miseria?
Los hombres que la construyeron,
¿acaso no arriesgaron la vida?
3. Diversos
senderos
Sin embargo, yo sin ensuciarme las
manos aprieto un botón y la luz fluye sin parpadear límpida, tersa y brillante.
El tren en que he viajado y llegado
hasta aquí, cada durmiente en la vía, y los rieles que se han tendido a uno y
otro lado, y uno por uno, ¿no ha costado acaso vidas humanas que han muerto en
el esfuerzo y el fragor de hacerlo por terrenos ariscos.
Al llegar a mi destino y tomar el
alojamiento, giro una llave y el agua fluye clara y transparente, y a
borbotones, en el caño de la habitación donde me hospedo.
Brota diáfana y ufana de servir y
ser útil; pura y núbil como una doncella.
Para conducirla hasta el lugar donde
me refresca y sirve, ¡ha debido prodigarse talento, altruismo; renuncias y
sudor de muchos seres humanos entusiastas y creyentes!
La represa que capta el líquido y la
conduce por acequias precisas, exclusas que nivelan y reparten el agua hacia
diversos atajos y senderos.
4. En lo alto
de las
cumbres
Y lo hacen ya sea por canales o
tuberías exactas. ¿Cuánto sacrificio de seres humanos ha demandado?
Muchos en su transcurso vigilan los
cauces. Y el reservorio de agua día y noche es custodiado por rondas sucesivas.
Y es tratada la masa líquida a fin
de garantizar que sea completamente salubre.
¿Puedo yo desperdiciarla evitando
así que llegue a tantas otras personas que la necesitan en pueblos que se
extienden en los arenales?
Asentamientos humanos que ingresan a
los desiertos, o se erigen al borde de los acantilados,
O bien pueblos que suben con el
aliento entrecortado por las cumbres de los cerros pedregosos y escarpados.
Desdibujadas chocitas en lo alto de
las cumbres en donde la vida entona su canto de fe, de ilusión y esperanza.
5. Escucho
tu voz
Timbra el teléfono y luego escucho
tu voz que me dice:
– ¿Cómo amaneciste, amor?
– Bien. Aquí, pensando en ti y en todos
ustedes, mi querida familia.
– Ay, amor, te extrañamos.
– Todos, ¿bien por ahí?
– Sí, extrañándote. Y tú, ahorita
¿qué estás haciendo?
– Preparándome para salir a tomar
desayuno.
– Abrígate amor. No te vayas a
enfermar. ¿Cómo estás de la garganta? ¿Se te quitó esa tos? ¿Cuándo vienes? ¡Te
tenemos preparado algo que te gusta!
Este portento de comunicación me
basta para utilizarla con solo estirar el brazo, hacer que avance la mano hacia
la mesa del velador y levantar el auricular de esta maravilla tecnológica.
Pero, acaso no ha costado privaciones,
entrega y consagración al trabajo de quienes descubrieron y aplicaron el
conocimiento que lo hace posible.
6. Cuántos
sacos de
arena
Y, ¿qué hago yo hasta ahora para
merecerla? ¿He aportado algún esfuerzo para detentar este bien?
Y, sin embargo, sin él ¿cómo escuchar
tu voz, hallarnos a estas horas y poder enlazarnos estando tan lejos?
¿Cómo pedirte perdón por todos mis
olvidos y decirte que te amo con toda el alma y que solo con ustedes mi vida
tiene sentido?
Hay hombres que han entregado su
vida, sus días y sus noches de vigilia, hasta el desprendimiento de donar su
propia felicidad, a fin de esclarecer su funcionamiento y ponerlo a disposición
de los demás.
¿De qué manera soy leal con ese
esfuerzo que me legan a cada instante las generaciones que nos antecedieron?
¿De qué manera cumplo y correspondo
con mi prójimo?
Y, ¿qué hacer para recompensar
tantos dones que se me ofrecen y llegan hasta mí? ¡Y a manos llenas!
7. Al
servicio
de los demás
Todo ello a mí no me está costando
nada. Yo que me sirvo de estos privilegios y tantos otros, como si fuera
natural que estén aquí para mi uso y libre albedrío.
¿Cómo ser agradecido por lo mucho
que se nos ha ofrendado? ¿Y lo inmenso que se nos ha facilitado?
Debemos buscar recompensar este
enorme servicio, puesto para bien de nuestras vidas. Pero, ¿cómo?
En primer lugar, reconociendo este
legado. Apreciando esta heredad y conservando este patrimonio, en consideración
a que estos son bienes sociales que pertenecen a todos.
En segundo lugar, legando nosotros
mismos otros que lo equiparen. Bienes en el campo de la ciencia, el arte y el
civismo, aquello que nuestra vida consagrada alcance a idear, construir y
ponerlos al servicio de nuestros hermanos, los seres humanos.
Y tercero, siendo en todo
edificantes. ¡Y agradecidos!
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