viernes, 20 de diciembre de 2019

20 de diciembre. Día de la Solidaridad Humana. El evangelio de la solidaridad.


20 DE DICIEMBRE
DÍA DE LA SOLIDARIDAD HUMANA

EL EVANGELIO
 DE LA
SOLIDARIDAD

Danilo Sánchez Lihón



1. vive
en poesía

Hay múltiples aspectos en los cuales César Vallejo es un ejemplo de artista, de hombre y paradigma egregio de la especie humana.
Quiero recoger aquí solo un contenido de su majestuosa personalidad cuál es su adhesión, su militancia, su solidaridad con la condición de los pobres y desposeídos de la tierra.
Y la coherencia de sus ideas y planteamientos, que él expone, con su vida; porque en muchos luce muy bien defender a los pobres, pero ellos mismos vivir como ricos.
Tanto que para darle moral a las palabras que sostiene y predica él se hizo mendigo. Y, sin embargo, pese a esta precaria condición la grandeza de una persona como César Vallejo fue hacerse padre, protector y, más aún, progenitor de una nueva humanidad.
Es decir, es quien la gesta, y más aún la hace parir mundos nuevos, como la solidaridad que a partir de él se la palpa, se la siente y se la vive en poesía.

2. hecho
colectividad

Es portentosa en él la autenticidad para asumir el mundo, solidarizarse con lo más sensible que hay en él, como son los marginados, los golpeados, los indígenas, los indigentes.
Y César Vallejo murió por solidarizarse y consustanciarse con ellos, hasta el punto de hacerse uno más de los dolientes, integrante de estas huestes que están en el centro del mundo y pareciera que lo merodean.
¡Y he allí su proeza! Porque reside la grandeza de un hombre en su capacidad para recoger experiencias de la realidad y proyectarlas en un horizonte de valores y en una nueva actitud frente a la vida, como él lo hizo.
Y en hacer que muchos seres humanos rediman su vida, reconociendo que así como por el bien individual hay que luchar por el bien colectivo.
La vida y obra de César Vallejo es un coloquio con el ser más íntimo, pero también proyectado hacia el hombre hecho colectividad, configurando pueblo, comunidad; y asumiendo su compromiso como humanidad fraterna.




3. ¡En
absoluto!

Es su blasón e insignia la comunión con la humanidad dolida y representada en el hombre que sufre. Es su significación y doctrina una dilucidación acerca del hombre en su condición de especie que padece.
Y César Vallejo sufrió, no por incapacidad sino por sobrehumana capacidad para hacerse solidario con los demás, que para él no son otros, sino hermanos innegables.
Y murió por una guerra que ocurría a mil doscientos sesenta kilómetros de distancia de donde él estaba, como fue la Guerra Civil Española, residiendo él en París.
¿Pero acaso murió por ser poco acertado en la solución de los problemas? ¡No! Él se echó los problemas del mundo a sus espaldas y los supo resolver en documentos irrefutables para la memoria y el ser del hombre.
Cantó el responso al dolor humano, ¿acaso por su incapacidad para ser feliz? ¡No! ¡Era de joven un ser pletórico y exultante!
Sufrió de hambre y frío, ¿pero acaso por falta de dones para proveerse de recursos? ¡No! Sufrió el no tener un techo dónde dormir; pero, ¿acaso por desidia, por indolencia o apatía? ¡No! ¡En absoluto!

4. Sufre
por su creación

César Vallejo todo lo asumió por solidaridad humana.
Él se erige como la boca del ser de la humanidad integral que habla, como el cuerpo integral y como el alma integral del ser que proclama. Y asume como misión el testimonio para la especie humana.
Es la voz que interroga y que también blasfema, porque en él todo repercute como ser humano trascendente.
Todo él se mide con la esencia del hombre aquí y ahora, en la historia, no negándola ni asumiendo una teología como entelequia, sino del ser humano como presencia concreta y también como ideal y horizonte social a cumplir y redimir.
Con Dios más bien se enfrenta para reprocharle tanto abandono y tanta desolación, a quien adivina como alguien que también sufre por su creación, y a quien le dice:
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!



5. hondas
y viscerales

César Vallejo es de los alzados en armas reclamándole a Dios acerca de su creación. Es el réprobo por defender y solidarizarse con el hombre. Por quien habla el hombre impertérrito en su soledad como habla la humanidad congregada, militante, multánime y tornada gesta. Y clama:
Para ello, Vallejo exploró hasta el fondo las raíces del dolor como un médico intentando extraer el veneno de un cuerpo enfermo. Más al fondo de donde puede ser posible llegar. O donde pueda verse y hasta, si se quiere, imaginarse o presentirse. Igual que Cristo, pero sin un padre que lo auxilie y de él se apiade. Y clama:
Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.
Los Poemas humanos son fruto de las entrañas más hondas y viscerales del sufrimiento a que puede llegar el ser, por solidaridad y no por ineficacia personal.

6. diamantes
del sufrimiento

Son poemas cribados en las brasas al rojo vivo del peor de los sufrimientos, solo que en este caso aquel que tiene razón y conciencia de ser, pero sin un Dios seguro que lo sostenga ni lo ampare.
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de sér, dolernos doblemente.
Y, siendo «España aparta de mí este cáliz» la cumbre más alta de la poesía de todos los tiempos, ¿cómo lo hizo? Lo talló, esculpió y forjó sin tener trabajo del cual sustentarse; sin tener los medios para comer, ni tener siquiera una piedra en qué sentarse ni donde recostar su cabeza.
Siendo así su gigantesca aventura humana resulta majestuosa como proeza de la humanidad en su conjunto, la de ganarle la partida al dolor, y de entresacar algunos diamantes del sufrimiento y hasta de la muerte.



7. La muerte
desaparecerá

Erige así sobre el abismo unas claves redentoras acerca de la condición humana, siendo una de ellas la solidaridad. Y todo ello sólo alentado por el desvelo acerca de cómo salvarnos con la adhesión al destino de la humanidad como conjunto.
De allí que los «Poemas humanos» y «España, aparta de mí este cáliz» sean nuevas Sagradas Escrituras, a la altura y al nivel de los profetas bíblicos, dado que todo lo transforma en infinita redención humana y colectiva.
El Evangelio Vallejo expuesto más explícitamente en el sermón del llano o del círculo, que es el poema «Masa», preconiza en síntesis de que nadie se salva si no nos salvamos todos.
Que hasta el criminal no es culpable de serlo. Que no debe haber un solo Judas, ningún réprobo ni condenado. Elimina y abole el Infierno y el Purgatorio por no ser lícitos ni legítimos, considerándolos en frío desde la condición humana.
Glorifica que la muerte desaparecerá porque todos los hombres de la tierra se han de juntar solidariamente en un ruego y en un abrazo común, y a quien al unísono le haremos escuchar nuestro clamor.

8. Se forjó
aquí

Entonces la muerte despertando emocionada de su letargo, ha de levantarse de su postración y ha de abrazarse, ¡ella misma viva!, al primer hombre, emocionada, sí, emocionada.
Emocionada por haber sido salvada con nuestra unión inquebrantable. Y se echará a andar ya no muerta sino viva.
De ese modo predica y profetiza el Evangelio Vallejo, de que hasta el cielo tiene que volverse un hombrecito. Que él tiene que venir hacia nosotros y no ir nosotros hacia él.
Que el cielo tiene que ser bueno y la muestra que ha de hacer es solidarizarse con el hombre. Y no que el hombre tiene que hacerse merecedor del cielo. Y que el hermano obrero y el hermano campesino, redentores y salvadores nuestros, perdonen nuestras deudas y se apiaden.
Un ser así, para advertir todo esto, solo pudo gestarse en una cultura de sustrato solidario como es aquella que se forjó aquí e hizo de la solidaridad una política de Estado y un orden social como fue el Tahuantinsuyo de los Incas.
Un hombre y un mensaje así solo era posible que se dé como fruto de una cultura que es la más vieja del mundo y que sin embargo por sabiduría a la vez es la más inocente, como es la cultura andina, de la cual César Vallejo es el fruto más excelso.




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