lunes, 30 de diciembre de 2019

30 de diciembre. La fragancia del alcanfor.


30 DE DICIEMBRE
SE INAUGURA EL AEROPUERTO INTERNACIONAL
JORGE CHÁVEZ, EN LIMA, PERÚ

LA FRAGANCIA
DEL
ALCANFOR

Danilo Sánchez Lihón


Aeropuerto Internacional Jorge Chávez

EL ALCANFOR AÚN ARRANCADO DE SU RAMA,
 O DEL SUELO DONDE CRECE, NOS SIGUE REGALANDO
SU FRAGANCIA, Y EL ALIVIO DE SU FLOR
  

Más precia el ruiseñor su pobre nido
de pluma y leves pajas, más sus quejas
en el bosque repuesto y escondido,
que agradar lisonjero las orejas
de algún príncipe insigne, aprisionado
en el metal de las doradas rejas.
Francisco de Rioja


1. Me
pregunto

El último fin de semana llegué a la casa de un amigo piurano quien me invitó a almorzar con una familia que alojaba y que había venido desde Piura hacia Lima, para que cuatro de sus miembros tuvieran la entrevista en el consulado norteamericano a fin de obtener la visa de inmigración.
Dos son niños, a los cuales no pudieron llevarlos sus padres al extranjero, adonde emigraron a conseguir trabajo que aquí no tenían. Pero que ahora los niños también se van. Y dos ya son ancianos, padres de aquellos hijos que emigraron, y abuelos de los niños que los padres dejaron, que ellos han criado a los pequeños que aquí se tuvieron que quedar.
Su viaje a Lima no ha sido en vano, pues la visa ya se les dio. Es la culminación de un largo esfuerzo y de una gestión costosa, por eso me permito decirles:
– ¡Qué bien! Felicitaciones. Seguramente es un gran día para ustedes.
– ¡Gracias, señor! –Me dicen tristemente. No me lo han dicho con convicción ni con alegría.
Comen sin hablar, casi de manera autómata. ¿Qué les pasa? ¿Qué se figuran en la mente y qué les ocurre en el alma?, me pregunto.


Embajada de Estados Unidos en Lima

2. Los niños
ahora

Antes emigraban jóvenes, después los adultos, y ahora son los niños que se quedaron y los muy viejos quienes ahora se van.  ¿Qué es esto?
Ahora ya no se van los hermanos y los primos, los yernos y las nueras, sino aquellos a quienes dejaron bebitos y ahora son niños.
Como también llevan a quienes son los abuelos de esos niños, sino ¿con quiénes ellos se quedan aquí? Ellos han criado a los niños. Y los extrañarían hasta morir
Pero, ya no se van los que pueden trabajar, sino que se marchan quienes ya no lo harán, ni jamás pensaron emigrar: los jubilados, porque ciertamente, además: ¿quién va a ver por ellos aquí?
Mientras los hijos buscaban trabajo allá, ellos se hicieron cargo de los nietos aquí, pero los niños ahora se tienen que ir. Porque es necesario que la familia se reintegre, los hijos al lado de sus padres que han logrado una estabilidad en alguna otra nación.
Pero los ancianos, ¿acaso podrían vivir solos aquí? ¡Con la inseguridad, que hay! Además, con los servicios de salud que son tan malos y precarios aquí. Y en cambio, ¿tan expeditivos y desarrollados allá? Es esto lo que al final los ha convencido para dejar su país.


Nueva York

3. Casas
y aldeas

La culpa indudablemente la tienen los políticos que cada día fueron empeorando las cosas hasta hacer un mundo invivible. Ahora nos enteramos que eran tan miserables que no lo hacían por incapacidad sino por robar, vendiendo a pedazos el Perú. Pero gracias a Dios, uno se ha matado. Y otros están presos.
Cien dólares les ha costado el pago para obtener la visa. Y a todos se la han dado casi sin chistar. Pero, ¿por qué esos rostros tristes?  ¿En qué piensan? ¿Qué se deshace para ellos hoy en día? ¡Mucho!
Haciendo un recuento. Todos emigramos, primero del poblado o del caserío al distrito. Luego del distrito nos fuimos a la capital de la provincia. Y, después de la provincia a la capital del departamento.
Otros, por seguir a los hijos a que estudien en una buena universidad, pasaron a la capital del país. Ahora ellos tienen que emigrar a otro país, a una cultura distinta y a un hemisferio extraño, en donde ni se habla la lengua que ellos aprendieron a hablar.
¿Y en nuestras casas y aldeas, qué quedan? Cascarones y pueblos candados, porque de las puertas apolilladas penden esos artefactos cuyas llaves incluso ya hemos perdido. Quedan solo calles, establecimientos, estadios y hasta iglesias vacías.


Caminos en Santiago de Chuco

4. Uno mismo
en su corazón

Sin embargo, todos estamos en deuda con la tierra que nos vio nacer y en donde crecimos, debido a que es nuestra madre tierra. Quien nos alimentó con sus frutos y nos amamanta todavía con su leche primordial que sin duda corre oculta por nuestra sangre, como la leche materna que bebimos. Tierra quien nos modeló hasta con su brisa y sus aromas sutiles. Y nos cobija aún bajo su techo fundamental que llevamos inserto dentro del alma, para algún día recuperar nuestra identidad.
El amor a la tierra natal que es el mejor amor que podamos tener, porque es amor hacia nosotros mismos y al colectivo original que conformamos. Amor que yo creo que es el primero que tuvimos, sin siquiera saberlo, pero que habiéndolo tenido y perdido nos hace tanta falta en nuestras vidas desoladas. Como es también amor a la familia; amor hacia adentro, amor a la infancia, amor a todo lo sincero, auténtico y valioso.
Y ese amor no toma en cuenta jamás si esa tierra es rica o es pobre, si es moderna o atrasada. Si tiene luz eléctrica, televisión o internet. Si es de buena o de mala condición. Incluso, si es bonita o raída. Si es hermosa o feúcha. Es, como todo amor, que no se fija en apariencias porque corre con nuestra sangre y forma parte de nuestro aliento, de los cuales no nos damos cuenta. Sabiendo que esa tierra si no es rica, uno mismo en su corazón y en la realidad la hará próspera, buena y preciosa.

Casa abandonada en Santiago de Chuco

5. La entraña
o su esencia

Felizmente, el hombre andino tiene ese arraigo y siempre carga con su cuna y con su casa a cuestas. Carga con su baile, su danza y su tonada. ¡Adonde vaya! Lleva su modo de hablar, su dejo de costeño, selvático o serrano, de lo cual no se arredra ni avergüenza.
Felizmente, en todo peruano que vive en el exterior, escolta en su corazón la imagen del taitito, del santo y patrón del pueblo, al cual en todo se encomienda. Llevando en su mano el pulso del arado que probó de niño, arreando a la yunta, cuando su padre, llamado a servirse el yantar del mediodía a un costado del campo, le confió el arado. Emoción y sentimiento que hemos de reforzar, porque allí es donde se afina la fe.
Porque somos un pueblo de mucha hondura y raigambre; de mucho ancestro, raíz y fondo. Somos pueblo viejo y joven a la vez, y eso nos da lastre y plomada. Que es apego al olor del alcanfor. ¿Recuerdas? ¿Lo absorbes en este momento en lo alto de una colina y entra grandiosamente a tu pecho en donde está tu corazón?
Rama de alcanfor que aun cuando se lo arranca de su tronco y se lo hace leña, todavía nos regala su entraña o su esencia que es su fragancia, como último tributo de adhesión a nuestras vidas.


Casa rural en Santiago de Chuco

6. Porque
es tu país

Pero, es más, el hombre andino carga con su huerta adentro, con su grada y su puerta, por la cual tantas veces ha pasado; carga con sus caminos y celajes, con los productos que ha cosechado en la tierra, con sus imágenes de cuando fue simple y sencillo.
Y donde le dan ocasión cuenta sus vivencias, echa mano a sus querencias, narra lo que ha sido y que en esencia lo sigue siendo. Recrea sus leyendas, da vida a los personajes de sus cuentos, habla de su pueblo. Y fantasea. Y también calla. Y entra al silencio.
Nuestro pueblo va con nosotros y marcha por donde sea que vayamos. También con nosotros la niña de nuestra infancia, que nunca dejamos y por quien somos capaces de hacer hazañas que ella nunca las sabrá, convirtiéndonos en héroes.
La escuela en donde estudiamos, y que guarda, allí donde está nuestros pasos, es inolvidable. De allí que cuando volvamos hemos de ir a visitarla, porque ella también nos recuerda. Y hasta llora. Y cuando la recorramos y deambulemos por ella sentirán siempre que allí está guardando nuestro sitio, y aguardándonos a nosotros.


Convite en plena calle en Santiago de Chuco

7. En sueños
o ya muerto

Y nuestro país es el mejor país del mundo. ¡Y, en todo! En folclore, en comida, en paisajes. Es el mejor país del mundo porque es tu país. Y porque solo en él puedes emprender algo grande.
Y hay que alentar el regreso. No quizá para quedarnos otra vez aquí, sino para tender puentes, para establecer lazos entre lo oriundo y lo global. Entre el pasado, el presente y lo futuro. Entre lo pobre y lo rico. Empalmando lo interior con lo exterior para alcanzar universalidad.
El animal más rústico regresa a su lar nativo, trotando bajo la lluvia, incluso bajo un fuerte aguacero. No lo arredra ni detiene tampoco la tempestad ni la tormenta, ni los relámpagos que se cruzan delante de sus ojos.
Incluso el asno tiene apego, y siente adhesión por su querencia. Así sea la choza más humilde aquella donde naciera, y se criara. Y regresa escapándose de su nuevo dueño, así este lo provea de rico y abundante forraje y sustento. Así diste el lugar de su trabajo una o más cordilleras respecto a su cabaña natal. Regresa.
Y si no pudo regresar en vida regresará un día, tarde o temprano, aunque sea en sueños. O ya muerto. Y deambulará sin consuelo, porque eso sería dejar algo pendiente y sin acabar en esta tierra que es maravilla y en esta vida que es suprema.




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