2
DE ENERO
FUNDACIÓN DE
CAJABAMBA
LA
TIERRA
DE
GENARO
LEDESMA
Danilo Sánchez
Lihón
Cajabamba al atardecer
1.
Encantador
valle
Genaro Ledesma, autor de novelas sublevantes, protagonista central de una
de las obras cumbres de la literatura de Manuel Scorza, titulada “La tumba del
relámpago”, legendario líder popular, conductor de masas y fundador del Frente
Obrero Campesino Estudiantil y Popular, FOCEP, nació en Cajamarca. Y más
precisamente nació en el distrito, ahora provincia, de Cajabamba. Y más
específicamente en el barrio de Santa Ana, florido, apacible y lleno de huertos
y árboles frondosos.
Tal comarca está situada en el lado oeste de la ciudad, y más precisamente
él nació en una casa amplia, soledosa, bajo la sombra de un árbol inmenso de
eucalipto, en donde vino al mundo el 19 de setiembre de 1931.
Cajabamba, antes del Gobierno Reconstructor de Don Ramón Castilla, era
Distrito de Huamachuco, lugar donde se inicia el pródigo y encantador valle de
Condebamba, sólo comparable en belleza y feracidad al Valle Sagrado de los
Incas, en el Cuzco, bañado por el río Urubamba. Quienes conocen y han vivido en
Cajabamba saben que el apellido Ledesma no existía en esa villa del Señor; puesto
que es patronímico venido de fuera y extraño al lugar, sin raíces, ni tronco ni
ramas en esos lares transidos, ora apacibles, ora anubarrados.
2.
Recóndito
paraje
Claro, eso era antes, porque hoy día sí tiene su flor y su nata muy intensa
ese apellido en Cajabamba, justamente a partir de Genaro que es célebre en su
pueblo como en todo el Perú, y en muchos otros lugares del mundo.
Pero Ledesma como apellido propio del lugar en Cajabamba, era raro, y no
existía. Y cuando prendió fue una matita trasplantada. Y tanto es así que de
niño sus compañeros de estudios se burlaban al pronunciarlo, como quien dice
algo que no suena a nada, o no suena bien. Y no tenía parientes bajo los cuales
acogerse, con quiénes visitarse y con quién jugar.
Pero entonces, ¿cómo es que llegó un Ledesma a ese lejano y recóndito
paraje? Para entenderlo haré un breve esbozo, y lo hago hechizado de encontrar
una vida legendaria en sus ancestros y de cómo repercute nuestra infancia en
nuestra vida y obra posterior.
Intentaré, por eso, presentar y anotar algunos rasgos que considero
interesantes. En tal sentido y propósito, la historia que venimos contando es
como sigue a continuación:
3. Llevando izada
una bandera
El abuelo de Genaro, llamado Pablo, cuando vio a su patria atropellada y
ofendida por las hordas chilenas que masacraban, incendiaban y destruían
poblaciones, tomó una decisión, cuál fue: buscar al Ejército de la Resistencia
en el Valle del Mantaro, ejército de montoneros, descalzos y harapientos del
coronel vencedor en la gesta de Tarapacá, don Andrés Avelino Cáceres, quien
defendía el honor y la dignidad de la extenuada y agonizante República, y en él
enrolarse.
Pronto era Pablo Ledesma un soldado recio y animoso, en ese contingente de
héroes, aunque con facha de mendigos, que reclutó el Brujo de los Andes.
Pero él era un mozo que reía y cantaba huaynos y mulizas como buen
huancaíno, dando coraje a la tropa compuesta de gente sufrida, y más en las
noches en que la luna se perfilaba por los cerros y arreciaba la nostalgia y
con ella la melancolía.
Y quien, desde la mañana del 10 de julio de 1883, en que las cornetas
anunciaron el inicio de la contienda decisiva que se libró en Huamachuco en las
faldas del cerro Sasón, luchó como un león o un puma andino.
4.
Comarca
andina
Y lo hizo hasta ya estar hondo el atardecer en que él seguía peleando y
animando a sus compatriotas que ya tenían ganada la batalla y se había
arrinconado a los atilas arriba en la cumbre del cerro Sasón, en donde se
parapetaron los enemigos en unas ruinas incaicas, como otras huestes en la
hondonada de la llanura de Purubamba.
Pero, debido a la desgracia de la falta de municiones y al no tener
bayonetas para batirse cuerpo a cuerpo, la tropa peruana tuvo que retroceder,
enfrentarse con palos y piedras, para finalmente, al ver que uno y otro hombre
caían en esa lucha desigual, terminaran siendo arrollados.
Murieron en esa brega 500 chilenos y 700 peruanos en el campo de batalla,
pero la proporción mayor de las pérdidas nuestras ocurrió al final por el
“repaso” que hicieron las huestes invasoras, matando a los heridos.
Pablo Ledesma descendió de noche, y a oscuras, por el valle hasta caer
agotado al atardecer del otro día, tras el muro de un huerto en las afueras del
pueblo de Cajabamba en el barrio de Santa Ana.
Y ahí empieza la historia del apellido Ledesma en esa comarca andina de
Cajabamba.
5.
El llanto fuerte
de
un niño
Cuando dos días después llegó una guarnición chilena a ese viejo pueblo,
extrajo a la fuerza a la gente de sus casas. Mediante extorsión, tortura y
suplicio, se le pedía información acerca de un soldado que logró huir, aunque
no decían que era quien se había batido como un león o una fiera en el combate.
Aquel combatiente que les había causado tanta merma y tantas bajas en sus
filas querían fusilarlo en la plaza pública, para escarmiento. Pudieron
identificar la casa en las afueras del barrio de Santa Ana donde se había
escondido. Pero no pudieron encontrar a las personas que horas antes la habían
abandonado ese sitio. Aun así, enviaron inmediatamente al lugar a un pelotón de
fusilamiento con la orden de matar a toda la gente que encontraran a dos
cuadras a la redonda.
Pero tampoco encontraron a nadie en los alrededores, pues eran conocidos y
ya estaban prevenidos de esta clase de masacres y atropellos. Todo el contorno
había quedado vacío. Al no encontrar al herido, ni a seres humanos visibles,
entonces prendieron fuego y destrozaron todo lo que estaba en pie, disparando su
fusilería a todo lo que podía ser destruido. Años después, fue en ese mismo
lugar en que se guareció Pablo Ledesma, y que luego fue incendiado, que se
escuchó el llanto fuerte de un niño que nacía y al que bautizaron con el nombre
de Genaro.
6.
Le ofrendó
sus
entrañas
Porque aquel guerrero con el uniforme hecho pedazos en la tarde de julio
del año 1883, fue socorrido entonces por una humilde mujer que arriesgó su vida
en ocultarlo y luego defenderlo. Y esto hasta el borde del martirio, con el fin
de hacerlo sobrevivir, pese a sus graves heridas.
Curó sus lesiones al soldado, lo alimentó gota a gota y dándole de comer y
beber en la boca, como a un recién nacido. Y tiempo después le ofrendó sus
entrañas para que de ella y él nacieran tres hijos.
Uno de esos vástagos fue el padre del personaje que ahora celebramos y
autor de obras señeras como Dos mil años de viaje del Señor de Sipán,
novela que tuve el honor de premiar al ser Miembro del Jurado Calificador que
seleccionó esta obra para hacerla merecedora de obtener el Premio Nacional de
Educación Horacio que otorga la Derrama Magisterial.
Obra visionaria y excepcional que al igual que la vida de su autor es la
travesía a través de mil peripecias del túmulo del Señor de Sipán, que ha
viajado desde tiempos remotos hacia la luz que hoy fulgura sobre su urna, tal y
como fulgura la vida de Genaro Ledesma Izquieta.
7.
Ejemplo
y
paradigma
Entre los objetos de la infancia que Genaro recuerda y evoca está el baúl
quemado hasta la mitad y el espaldar de una cama con las huellas del incendio y
la barbarie que cometía por donde pasara la horda chilena.
Huellas que para nosotros son cicatrices honrosas que enaltecen la gesta
que libraron nuestras gentes humildes que siempre supieron defender su suelo,
su bandera y sus sueños.
Rememora también nuestro autor, la bayoneta que su abuelo arrancara a un
soldado chileno a quien diera muerte, y con la cual se abrió paso en la batalla
y con la cual llegó a Cajabamba.
Con ella Genaro ha jugado a vencer enemigos, pero también con ella ha
cavado pozos y utilizado para cortar las calabazas y luego vaciar la pulpa para
hacer esa rica mazamorra de chiclayo en el fogón de su casa nativa.
Yo creo que, en esta gesta de su abuelo, está la raíz de la trayectoria tan
consecuente que caracteriza la actuación política, social y cultural de Genaro,
inquebrantable hasta ser ejemplo y paradigma de consecuencia en nuestros días.
8.
El viaje
de
retorno
Ahora bien, Pablo Ledesma, el soldado, abuelo de Genaro, después de vivir
algunos años en Cajabamba, añorando su terruño, un día ató sus bártulos e
inició el camino de regreso, rumbo al Valle del Mantaro.
Pero hay recodos que tienden celadas:
Se empleó de bracero en la Hacienda Chiquitoy en Trujillo, para reunir
provisiones y seguir su viaje de retorno, pero la muerte lo sorprendió en ese
lugar.
Y, entre gaviotas extasiadas, ululantes cañas de azúcar y ensimismadas
rosas silvestres, descansan sepultados allí sus huesos para siempre; en aquel
lugar que forma parte del valle de Chicama.
Genaro, que estudió en la Universidad Nacional de Trujillo, y fue Alcalde
en Cerro de Pasco. Creo que en el fondo ha seguido el espejismo de Pablo
Ledesma, su abuelo guerrillero, porque él ha completado hasta su punto final el
viaje de retorno de su legendario antecesor.
9.
Borbotón
de
sangre
Sus pasos han seguido el rastro y la gesta de aquel que se enroló en las
huestes sobrehumanas de labriegos, mineros, músicos y artesanos, que levantaron
en alto su bandera y se enrolaron al contingente de utopía y pundonor de Andrés
Avelino Cáceres.
De aquel ayacuchano alucinado que olvidándose del castellano decía sus
proclamas en lengua quechua a sus batallones desarrapados, que por único abrigo
tenían el carbón encendido de su fe en el Perú. Y como único desayuno sentir el
borbotón de su sangre en sus corazones ardiendo al rojo vivo en aras de la
defensa de la dignidad del Perú.
– ¡A como fuere!
Era su expresión, que en lengua quechua es como decir:
– Kashcarirajmi!
Era la expresión de aliento en aquellos días aciagos en que hollaron
nuestra tierra las hordas bestiales que aplicaron en todas las batallas el
asesinato de los heridos, hecho que solo las hienas y los perros de presa son
capaces de aplicar cuando se los prepara para ser crueles e implacables.
10.
La
heroicidad
Y es también quizá por eso que Genaro tiene tanta simpatía por la región
comunera de la sierra central, como si se tratase de un retorno a sus orígenes.
En donde ha tenido, por lo demás, el éxito en la realización de sus ideales
socialistas y de su destino como alcalde popular. Y como líder y movilizador de
masas.
Donde nació, creció y venció políticamente, tanto que la mayoría de
personas y hasta en los libros de texto se dice que él es de Cerro de Pasco, o
más entrañablemente, cerropasquino.
Y es que al final, en nuestro destino, juegan no sólo los seres que fuimos
ayer, sino los seres que somos ahora sino los seres que nos antecedieron,
aquellos que con sus acciones han marcado nuestros pasos, mucho más si
arriesgaron al tope su vida.
Como marca también nuestro destino los seres que seremos mañana, que da por
resultado una síntesis de nuestros pasos que no por simple deja de ser
asombrosa. ¿Cuál es esa huella o esa señal en el caso de Genaro? Cajabamba
junto a Trujillo y Cerro de Pasco aportan un contenido y un signo en su destino
y ello es la heroicidad, tan marcada y evidente en su vida integral.
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